El nuevo gobierno de Liz Truss ha levantado las prohibiciones contra este polémico método de extracción de gas natural
La decisión de Liz Truss de dar luz verde al fracking fue una de las medidas más polémicas a la nueva premier británica. Graham Stuart, nuevo secretario de Estado para el Clima, ha asegurado que esta controvertida técnica sería «buena» para el medioambiente.
Reino Unido importa alrededor del 55 por ciento de su gas y depende de los envíos de gas natural licuado, que necesita ser enfriado a -162 grados antes de enviarse a miles de kilómetros para luego ser regasificado. El uso del fracking, según Stuart, reduciría a la mitad las emisiones de este proceso.
«Producirlo en casa tiene menos emisiones. Es bueno para el empleo, bueno para la economía y es bueno para el medio ambiente. Y evitaría que paguemos grandes sumas de dinero a regímenes dudosos», señaló en una audiencia del Comité de Auditoría Ambiental.
Los activistas contra el fracking han mostrado su preocupación por el impacto ambiental de esta técnica de extracción y su relación con la contaminación de suministros de agua subterránea y los terremotos.
Stuart asegura que todas las operaciones cumplirán con una de las regulaciones ambientales «más rigurosas del mundo». Sin embargo, también advierte que no se sabe con seguridad cuánto gas de esquisto se encuentra bajo el territorio.
El Servicio Geológico Británico calcula que hay miles de millones de metros cúbicos de gas fósil en las formaciones rocosas de Bowland Shale y Hudder Mudstone, al norte de Inglaterra, suficiente para cubrir la actual demanda gasística de Reino Unido durante cientos de años.
La prohibición de la fractura hidráulica en Inglaterra, impuesta por el Gobierno en 2019 por la preocupación por los temblores de tierra, fue levantada el mes pasado por la primera ministra con la garantía de que cualquier operación contaría con el «consentimiento local». Aunque no concretó en qué consistiría ese permiso, el Gobierno está estudiando propuestas para compensar económicamente a las comunidades afectadas.
El fracking consiste en perforar roca de esquisto e introducir en la grieta una mezcla de agua, arena y productos químicos para liberar el gas. Sin embargo, existe un riesgo de provocar terremotos y contaminar aguas subterráneas. El Servicio Geológico Británico advirtió que, según datos de Estados Unidos y Canadá, alrededor del uno por ciento de los pozos de fractura hidráulica habría provocado temblores de magnitud tres o superior, suficiente para que las poblaciones locales las noten.
Fuente: El Debate (España)