Uno de los principales desafíos que enfrentaron los gobiernos en las últimas décadas fue volver a ser eficiente y competitiva a la economía argentina. Hubo varios intentos desde los ‘80, algunos con éxitos efímeros, pero tras varios experimentos fallidos el actual Gobierno no le queda otra chance que encarar este reto si aspira a reposicionar a la economía en la senda de crecimiento sostenido.
¿Pero de dónde parte? Amén del diagnóstico, casi de consenso, no quizás así la receta. Lo cierto es que se acaba de conocer el último Ranking de Competitividad Mundial (WCR por sus siglas en inglés) del prestigioso International Institute for Management Development (IMD) de Suiza, donde Argentina cayó al puesto 66, la peor posición desde 2020.
El WCR se elabora anualmente desde mediados de los ’80 mediante una minuciosa metodología de análisis de indicadores económicos y sociales nucleados en cuatro principales factores del entorno nacional (Desempeño económico, Eficiencia gubernamental, Eficiencia empresarial e Infraestructura). A su vez cada uno se divide en 5 sub-factores que resaltan cada faceta de las áreas analizadas (el ranking presenta 20 de estos sub-factores que comprenden 336 criterios). En el caso argentino muestra que durante las ediciones de 2020 y 2022 se situó en el puesto 62, descendiendo hasta el 63 durante 2021 y 2023, y ahora cae al puesto 66 con una puntuación de 35,89 puntos, el más bajo del ranking solo por encima del último, Venezuela. Vale señalar que el ranking releva a 67 países en total.
“Este año se observa que Argentina solo mantiene la puntuación en el factor de infraestructura, con los sub-indicadores de infraestructura básica, infraestructura científica y educación en los que mejora algunas posiciones”, explican desde el IMD.
Mientras que en lo relativo al desempeño económico, otro de los cuatro grandes factores analizados, desciende tres posiciones y pasa a ocupar el puesto 62, y entre los sub-indicadores en los que puntúa mejor se encuentran la inversión internacional (del 59 al 54) y el empleo (del 49 al 34). También obtiene peor resultado en los indicadores de eficiencia empresarial y gubernamental, con las finanzas públicas (65º), la legislación empresarial (66º) y el marco institucional (66º) como principales debilidades.
“Entre los principales desafíos para la economía argentina se encuentra la necesidad de apoyar la estabilidad económica y mejorar el clima de inversión mediante una mayor cohesión política y social, fomentar la competencia y la estabilidad de precios en los principales sectores y reforzar la independencia del Banco Central, así como liberalizar las regulaciones de tipo de cambio para eliminar la segmentación actual del mercado de divisas”, señala la entidad suiza.
Entre sus pares de la región, el mejor posicionado es Chile que ocupa el puesto 44 a nivel mundial con una puntuación de 59,71 puntos, seguida de Colombia con 47,37; Brasil 43,77; Perú 43,44 y cierran Argentina y Venezuela. En el continente, el líder es EE.UU. con 83,48 puntos y luego Canadá con 77,69 puntos, ocupando el puesto 12 y 19 a nivel mundial, respectivamente.
Singapur, Suiza y Dinamarca en el top 3
Al observar quiénes son los líderes del ranking mundial se ve que las pequeñas economías prosperan ya que Singapur, Suiza y Dinamarca ocupan las tres primeras posiciones del WCR del IMD de 2024.
“Singapur se consolida como la economía más competitiva y recupera el puesto que ya tuvo en 2020, gracias a sus buenos resultados en los cuatro factores de competitividad, especialmente en eficiencia gubernamental y eficiencia empresarial, reflejo de la solidez de los sectores público y privado”, explica el IMD.
Mientras que en el caso suizo destaca que el progreso se debe a la mejora de sus resultados económicos y su eficiencia empresarial, así como a su liderazgo continuo en eficiencia gubernamental e infraestructuras; y en el de Dinamarca su caída al tercer puesto se explica por una caída de sus resultados económicos.
A la vista de los resultados, Arturo Bris, director del Centro de Competitividad Mundial del IMD, señaló que creían que las economías más competitivas del futuro serán aquellas capaces de anticiparse y adaptarse a este contexto global cambiante, al tiempo que crean valor y bienestar para sus ciudadanos, lo que también las hará sostenibles. En este sentido, destacó que entre los principales desafíos en materia de competitividad, se encuentran la transición a una economía circular y con bajas emisiones de carbono, la creciente integración de los mercados emergentes en la economía mundial y el ritmo de la transformación digital.
El Top Ten del WCR 2024 se completa con Irlanda (4º), Hong Kong SAR (5º) y Suecia ascendiendo dos puestos hasta situarse en 6ª posición, por delante de los Emiratos Árabes Unidos (7º), Taiwán (8º) seguidos de Holanda y Noruega.
Emergentes: mejoras, riesgos e incertidumbres
Otro rasgo distintivo que trajo el WCR 2024 fue que las economías emergentes están acortando distancias, ya que la clasificación, las muestra alcanzando a las economías más avanzadas, especialmente en los ámbitos de la innovación, la digitalización y la diversificación.
“Países como China, India, Brasil, Indonesia y Turquía han experimentado un rápido crecimiento y desarrollo en las últimas décadas y se han convertido en actores esenciales en el comercio, la inversión, la innovación y la geopolítica. Por su parte, Malasia, Tailandia y Chile también están estables o mejorando. Estos países ofrecen nuevas oportunidades y mercados para las empresas y los consumidores, pero también plantean nuevos riesgos e incertidumbres”, sostiene el informe.
Según el estudio, los gobiernos y las empresas de todo el mundo deben adaptarse a los distintos entornos culturales, institucionales y normativos de estos mercados para tener éxito en ellos, respetando al mismo tiempo las normas mundiales de calidad y sostenibilidad.
En esta edición se sumaron Ghana, Nigeria y Puerto Rico. Respecto de la inclusión de los países africanos los autores del estudio señalan que la clasificación ayuda a atraer inversiones, informar las decisiones políticas y fomentar un espíritu competitivo entre las naciones.