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Botánicos de México y EE.UU. documentan un ecosistema dividido por el muro fronterizo

Cerca del imponente muro fronterizo flanqueado por un vehículo de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, la botánica Sula Vanderplank escuchó “chi-ca-go”, el canto de una codorniz entre los matorrales, un sonido que las aves usan para indicar que están separadas de una pareja o bandada.

Luego, silencio.

Una codorniz del lado mexicano respondió, desencadenando una melodía de ida y vuelta que era a la vez apropiada y desgarradora en un ecosistema dividido por una barrera artificial.

Vanderplank estuvo entre varios botánicos y científicos ciudadanos que participaron en el Border Bioblitz cerca de la comunidad mexicana de Jacumé, en Baja California, unos 100 kilómetros (60 millas) al este de Tijuana.

Unos mil voluntarios armados con la aplicación iNaturalist en sus smartphones estarán documentando tantas especies como sea posible a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México durante mayo. Cargar fotografías en la aplicación ayuda a identificar plantas y animales y registra las coordenadas de la ubicación.

La esperanza es que la información pueda conducir a una mayor protección de la riqueza natural de la región, que se ve eclipsada por noticias sobre tráfico de drogas y tráfico de migrantes.

Hace poco, los voluntarios de Bioblitz examinaron una alfombra de flores silvestres amarillo brillante, un marcado contraste con los imponentes bolardos de acero del muro fronterizo rematados con rollos de alambre de púas. Algunos se abrieron paso entre montones de envases de agua vacíos, una sudadera con capucha gris y latas vacías de atún abandonadas bajo las ramas de la flora nativa como el ciprés de Tecate.

“Aquí hay una cantidad fabulosa de biodiversidad que tradicionalmente se ha pasado por alto”, dijo Vanderplank, del programa binacional Baja Rare.

Los esfuerzos comenzaron después de que el expresidente Donald Trump ordenó alargar cientos de kilómetros el muro fronterizo, derribando incontables ejemplares de cactus saguaro en Arizona y atravesando el punto crítico de la biodiversidad de Baja California.

“Cuando comenzó la construcción del muro fronterizo, nos dimos cuenta de la poca información concreta que teníamos, especialmente cuando se trataba de plantas y organismos pequeños”, dijo Vanderplank. “No sabemos cuánto podíamos perder”.

Desde entonces, ha habido una oleada de iniciativas para documentar la flora y la fauna de la zona fronteriza a medida que el cambio climático, junto con la pérdida de hábitat, la contaminación y el desarrollo, han golpeado la biodiversidad del mundo. Una estimación de 2019 advierte que un millón de especies de plantas y animales se enfrentan a la extinción en cuestión de décadas, una tasa de pérdida mil veces mayor de lo esperado.

Está previsto que Naciones Unidas celebre en octubre una reunión de alto nivel en Colombia de firmantes de la Convención de Diversidad Biológica con el objetivo de proteger el 30 por ciento de la tierra, zonas de agua dulce y océanos considerados importantes para la biodiversidad para 2030, un objetivo conocido como 30x30. Los representantes de casi 200 países presentarán planes sobre cómo alcanzarán los objetivos de conservación acordados en 2022.

En este momento están protegidas el 17 por ciento de las zonas terrestres y el 10 por ciento de las marinas.

La península de Baja California, que limita con California y alberga a Tijuana, con una de las tasas de homicidio más altas de México, tiene más de 4.000 especies de plantas. Una cuarta parte de ellas son endémicas y al menos 400 plantas se consideran raras y cuentan con poca o ninguna protección.

La flora y la fauna que se han extinguido o están en peligro de desaparecer en Estados Unidos, como la rana de patas rojas de California, están prosperando al sur de la frontera, produciendo especímenes que se están utilizando para recuperar poblaciones.

Pero la delincuencia en la región disuade a muchos científicos estadounidenses de cruzar la frontera. México también está restringiendo los permisos para los botánicos y no permite la recolección de semillas, lo que restringe aún más el trabajo, señalan los científicos.

“Hay que tener mucho cuidado debido a la violencia”, dijo Jon Rebman, curador de botánica en el Museo de Historia Natural de San Diego, quien nombró para la ciencia 33 nuevas plantas del sur de California y la región de Baja California.

“Da miedo desde ese punto de vista, pero esas son las áreas donde realmente necesitamos más información porque casi no hay áreas protegidas en el lado sur”, dijo.

Utilizando la colección del museo, Rebman hizo una lista de 15 especies vegetales endémicas de Baja California y que no se han documentado desde que fueron recogidas hace casi un siglo. Creó un equipo binacional para encontrarlas. Por ahora han localizado 11.

Rebman también descubrió dos nuevas plantas para la ciencia en 2021 en un cañón cerca de una autopista de Tijuana. Se trata de una nueva especie, Astragalus tijuanensis, y una nueva variedad de la Astragalus brauntonii llamada lativexillum.

“Me preocupaba que se extinguieran antes siquiera de que les diéramos nombre”, dijo Rebman. “Eso da una idea de en qué clase de zona trabajamos”.

La botánica Mariana Fernández, de Expediciones Botánicas, con sede en Tijuana, revisa periódicamente las plantas. Trabajando con Rebman, está presionando a Baja California para que adopte más protecciones para sus plantas nativas. Actualmente, sólo una fracción está en la lista de protección federal de México.

Ella tiene esperanza de que el estado tome medidas mientras intenta ganar apoyos llevando a residentes de Tijuana y Baja en rutas a pie.

“La gente está asombrada de que existan estas cosas en Tijuana, y espero mostrárselas a más y más personas para que puedan ver la belleza, porque eso lo necesitamos”, dijo Fernández. “Es importante no verse obstaculizado por las barreras que crean los humanos”.

Conforme la seguridad de fronteras crece al mismo tiempo que el número de personas desplazadas por desastres naturales, violencia y guerras a niveles récord en todo el mundo, cada vez más migrantes pasan por zonas como los alrededores de Jacumé. La pequeña población de unas 100 familias incluye a miembros de la tribu kumeyaay y se encuentra al otro lado de la frontera de un desierto igual de poco poblado cerca de la población californiana de Jacumba Jot Springs, con un millar de habitantes.

La zona ha visto pasar a miles de solicitantes de asilo que esperan una oportunidad para cruzar, normalmente al abrigo de la noche, y después acampan en el lado estadounidense tras entregarse a agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.

Fernández estaba entre los botánicos que ayudaban a los voluntarios del Bioblitz en el lado mexicano cerca de un ruinoso paso fronterizo de la década de 1920.

“Nunca hubiera pensado que hubiera tanta diversidad en la frontera”, dijo Jocelyn Reyes, alumna de Fernández en la Universidad Autónoma de Baja California, quien se detenía cada pocos metros para observar una planta y fotografiar sus detalles.

Fuente: Agencia AP

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