Según los primeros resultados de boca de urna, el primer ministro Boris Johnson, que prometió sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea el 31 de enero, se impuso al líder opositor Jeremy Corbyn, que proponía realizar un nuevo referéndum sobre el Brexit.
Según informó The Guardian, el Partido Conservador de Johnson logró 368 bancas (50 más que en 2017), los laboristas de Corbyn obtuvieron 191, el Partido Escocés (SNP) 55, los liberales demócratas 13, Plaid Cymru tres, los Verdes uno y otros partidos 22.
Estos resultados son provisorios, pero en 2010 las bocas de urna fueron casi iguales a los resultados finales. En 2015 fueron menos exactos, especialmente porque se subestimaron los votos obtenidos por los conservadores. En 2017, en la última elección, la proyección se acercó más, pero igual hubo diferencias de hasta cuatro bancas para varios partidos.
Pese a las discrepancias, la boca de urna actual da al oficialismo conservador 43 bancas por encima del número necesario para alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento, por lo cual debería haber una diferencia muy importante con los resultados finales para que Johnson no pueda festejar esta noche.
Además, de confirmarse estos resultados, se trataría de la mayor victoria conservadora desde la de Margaret Thatcher en 1987 y la peor derrota laborista desde la de Clement Attlee, en 1935.
El Partido Conservador de Johnson fue criticado por utilizar tácticas engañosas en medios sociales, mientras que el Partido Laborista de Corbyn había intentado atraer votos prometiendo subir los impuestos a los ricos, impulsar el gasto del gobierno y nacionalizar empresas de ferrocarriles o gestión de aguas.
Uno de los temas clave de la agresiva campaña fue el Servicio Nacional de Salud, una institución históricamente muy respetada, que está teniendo serios problemas para responder a la creciente demanda tras nueve años de medidas de austeridad impuestas por gobiernos de liderazgo conservador.
La totalidad de los 650 escaños de la Cámara de los Comunes se renovaron en estas elecciones, que se celebraron con más de dos años de adelanto. Johnson convocó elecciones anticipadas con la esperanza de romper el bloqueo en el Parlamento que paralizó en octubre la aprobación de su acuerdo de Brexit. El mandatario no tenía mayoría en la cámara baja y se quedó sin margen de maniobra al perder el apoyo del Partido Unionista Democrático, preocupado por el tratamiento que recibiría Irlanda del Norte en el acuerdo negociado con la UE.
Los conservadores dedicaron buena parte de su energía a buscar apoyo en poblaciones de clase obrera en el centro y norte de Inglaterra, que eligieron a parlamentarios laboristas durante décadas pero también votaron mayoritariamente a favor de abandonar la UE en 2016.