Tres años, siete meses y una semana después del referéndum en el que el 51,9 por ciento de los británicos votó a favor de salir de la Unión Europea (UE), el Brexit se convirtió en un hecho consumado este viernes, 308 días más tarde de lo previsto. A las 11 de la noche de Londres (la medianoche en Bruselas, sede de la UE), el Reino Unido quedó automáticamente fuera del bloque político y económico al que se había incorporado en 1973.
El proceso resultó mucho más difícil de lo que imaginó la ex primera ministra Theresa May el 29 de marzo de 2017, cuando envió a Bruselas una carta formal con la que activó el Artículo 50 del Tratado de Lisboa. La fecha límite para concretar el divorcio debió ser pospuesta tres veces, el Parlamento rechazó decenas de acuerdos de salida y la propia May debió renunciar para ceder su lugar a Boris Johnson, que tampoco tuvo éxito en sus primeros intentos.
Solo después de que unas elecciones anticipadas le dieran el control total de la Cámara de los Comunes, Johnson tuvo el poder para ultimar los detalles que hicieron posible que el Reino Unido dejara de pertenecer a la UE este viernes. Sin embargo, el proceso no está terminado.
Lo que se abrió es un período de transición en el que Londres y Bruselas deberán acordar los términos de su relación en el futuro. Hasta el 31 de diciembre, cuando venza el plazo de las negociaciones, muchas cosas seguirán de la misma forma, pero otras dejarán de ser como eran.
A continuación, un repaso de lo que cambia y de lo que no:
El Parlamento Europeo perdió 73 miembros
Si bien durante los 11 meses del período de transición el Reino Unido deberá seguir respetando lo que se decida en Bruselas, sede de la Comisión Europea, y en Estrasburgo, donde se encuentra la cámara central del Parlamento Europeo, ya no tiene voz ni voto.
Los 73 eurodiputados británicos elegidos en los comicios de mayo del año pasado desalojaron sus oficinas y regresaron a su país este viernes. El Reino Unido, que tenía la tercera delegación más importante, junto con Italia, y detrás de Alemania (96) y Francia (74), ya no tiene representantes en la Eurocámara, que pasó a tener 678 miembros.
El cuerpo que tiene a su cargo la dirección política a nivel estratégico de la UE está formado por los jefes de gobierno de los estados miembros, que eran 28 y que ahora son 27. Además participan —aunque no votan— el presidente del Consejo, que es el ex primer ministro belga Charles Michel, y la titular de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen. Con la salida de Boris Johnson, el cuerpo quedó con 29 integrantes en lugar de 30, y 27 con potestad de voto.
Claro que sus resoluciones seguirán rigiendo para el Reino Unido, que ya no podrá imponer el poder de veto que tienen los representantes de los estados. También los fallos de la Corte de Justicia Europea continuarán aplicándose en el país hasta que finalice la transición.
La Comisión Europea dejó de tener representantes británicos.
Es el Poder Ejecutivo de la Unión Europea y tiene la misión de proponer legislación, implementar las leyes y disposiciones que aprueba el Parlamento y administrar el día a día de la UE. Tiene una presidenta, que es Von der Leyen, y tenía 28 comisionados —uno por cada estado miembro—, que actúan como ministros de un gabinete.
Desde el viernes los comisionados pasaron a ser 27, ya que el Reino Unido perdió a su representante. El diplomático Julian King, que había sido nombrado como responsable de la Seguridad de la Unión por Jean-Claude Juncker, predecesor de Von der Leyen, ya dejó su puesto en Bruselas.
El Reino Unido tendrá nuevos pasaportes.
El Reino Unido empezará a emitir nuevos pasaportes a partir de febrero. Ya no dirán “Unión Europea” en la parte superior y cambiarán el rojo actual por el azul. De todas maneras, los ciudadanos británicos seguirán moviéndose libremente por los demás países de la UE y podrán seguir viviendo donde quieran y continuar con sus actividades sin modificaciones.
Tampoco habrá cambio alguno en la vida cotidiana de los más de 3 millones de ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido. Al menos hasta el 31 de diciembre, cuando entre en vigor el nuevo marco regulatorio, no tendrán que hacer ningún trámite adicional para seguir cobrando sus pensiones —si es que reciben— o acceder al Servicio Nacional de Salud.
Hasta el 31 de diciembre, por más que el Reino Unido ya no pertenezca a la UE, para el funcionamiento de la economía será como si siguiera siendo parte. Los bienes y servicios continuarán fluyendo de un lado a otro del Canal de la Mancha sin pagar aranceles y sin restricciones de ningún tipo. El mayor desafío de las negociaciones que comenzarán en febrero entre el gobierno británico y la UE será definir el tipo de acuerdo comercial que tendrán desde el año que viene.
La única certeza es que no habrá controles fronterizos en la isla de Irlanda. El pacto sellado en octubre entre Johnson y Leo Varadkar, taoiseach irlandés, estipula que, en caso de que no haya acuerdo antes del 31 de diciembre, Irlanda del Norte seguirá virtualmente formando parte del mercado común europeo. De producirse ese escenario, sí habría una división al interior del Reino Unido, entre Irlanda del Norte y las otras tres naciones que lo componen, ya que estas sí quedarán por fuera del mercado común.
Si bien es un punto de inflexión, lo que pasó este viernes está lejos de ser traumático, sobre todo para los ciudadanos comunes. El verdadero desafío será el 31 de diciembre. Del éxito de las negociaciones que se desarrollarán a lo largo de los próximos 11 meses dependerá el grado de angustia e incertidumbre con el que británicos y europeos vivirán ese día la ruptura definitiva.