Los incendios en el estado de Roraima, ubicado en el norte de la Amazonía brasileña, se han multiplicado por doce en lo que va del mes de febrero respecto al mismo periodo del año pasado, según datos oficiales actualizados.
Desde inicios de mes se han reportado 1.691 focos, frente a los 133 del año pasado, y 464 se mantenían activos en las últimas 24 horas, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués) basados en imágenes de su satélite de referencia.
La cifra de las tres primeras semanas de febrero supone una escalada importante respecto a enero, cuando se registraron 604 focos en todo el mes en Roraima, y respecto a diciembre, con apenas 237.
Los incendios han llegado a cubrir de humo la capital del estado, Boa Vista, y 374 de ellos han alcanzado las vastas tierras indígenas que se extienden a lo largo de la frontera del estado con Venezuela.
Con 223 focos notificados desde principios de febrero, la reserva indígena más golpeada es la ocupada por la tribu Yanomami, cuyas tierras fueron objeto de una operación del Gobierno federal durante el último año para desalojar a miles de mineros ilegales.
También se han registrado en febrero 75 focos en la Floresta Nacional de Roraima, una reserva natural de 1.690 kilómetros cuadrados y donde los bomberos están intentando detener la expansión de los incendios, que ya han quemado casi 40 kilómetros cuadrados.
El Instituto Chico Mendes, un organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente encargado de proteger los parques naturales, afirmó el jueves en un comunicado que el origen de los fuegos estaba en la quema intencional de campos de cultivo y de ganado sin antes crear cortafuegos.
Según la institución, las labores de los bomberos se han visto complicadas por los fuertes vientos y el clima seco en el estado, que vive una sequía agravada por el fenómeno climático de El Niño.
El Gobierno regional prohibió esta semana la realización de quemas para finalidades agrícolas, mientras que el gobernador, Antonio Denarium, reconoció durante una reunión que se trataba de un momento "desafiante", según informaron medios brasileños.
La Amazonía brasileña arrastra desde mediados del año pasado una fuerte sequía que ha reducido el caudal de algunos de sus principales ríos a mínimos históricos, además de complicar la navegación y provocar la muerte de decenas de delfines de agua dulce.
Fuente: Agencia EFE