Un creciente fervor nacionalista alimenta un torrente de críticas contra cualquiera que se pronuncie contra el Gobierno chino, especialmente cuando se trata de activistas por los derechos de las mujeres. Un "museo" improvisado cuenta la historia de la violencia en Internet
A finales de abril, una "colina desconocida en el desierto de China” fue cubierta por decenas de grandes pancartas rojas y blancas que esparcían odio con sus mensajes. “Espero que mueras, perra”, decía uno. “Pequeña perra, que se jodan las feministas”, decían otros.
Todos eran mensajes reales enviados a mujeres, un acto directo de acoso, que las redes sociales vuelven anónimo. Fueron enviados durante semanas de intenso debate sobre el trato a las mujeres, en plataformas como Weibo, provocados por el abuso que sufrió Xiao Meili, quien posteó un video de un hombre que le arrojó líquido caliente después de que ella le pidiera que parara de fumar.
Después de haber recolectado más de 1.000 mensajes de odio contra feministas y grupos de feministas, un grupo de jóvenes artistas decidió plantarlos sobre un cerro, creando un "museo" temporal de la violencia en Internet.
“Cuando sucedió el incidente de Xiao Meili, muchas feministas estábamos siendo acosadas, incluida yo misma”, dice una de las artistas, Yaqing, quien decidió no usar su verdadero nombre. “Queríamos convertir las palabras de los trols en algo que pudiera ser visto, tocado, materializar estos comentarios para amplificar el abuso de lo que le pasa a las personas en línea”.
Fervor nacionalista
Gran parte del abuso fue impulsado por un creciente fervor nacionalista, que convirtió a las personas que llaman la atención sobre los asuntos de derechos humanos en China en blancos de ataques en línea o algo peor.
Algunas mujeres que están en el ojo público por llamar la atención sobre asuntos de derechos humanos, como los abusos en Xinjiag, fueron blanco de fotografías de desnudos falsos, amenazas, acusaciones de ser traidoras, separatistas, actrices pagadas. Hasta sus propios familiares sufrieron acosos. Los ataques provienen de ciudadanos comunes online, así como también de empleados del Gobierno y medios de comunicación estatales.
“Fui linchada en los medios chinos”, dijo la investigadora chino-australiana Vicky Xu, en un programa de preguntas y respuestas de la televisión australiana en abril. “Junto con muchos de mis compañeros que estudian Xinjiang”.
Xu dijo que un informe que produjo con colegas en el Instituto Australiano de Política Estratégica, que implicó a más de 80 marcas internacionales en trabajos forzados, llevó al Gobierno chino a “pasar a la ofensiva”.
Ella se convirtió en trending topic en Weibo, con una historia con más de 9,2 millones de clicks en la que se la describía como un demonio y traidora a su raza. En un artículo titulado “La hechizada Vicky Xu, que inventa una historia de Xinjiang, aviva el sentimiento anti-China en Australia: observador” el tabloide del Estado Global Times dijo que Xu estaba poniendo en peligro a las personas chinas en Australia.
Falsas imágenes de desnudos de Xu circularon online, sus relaciones pasadas fueron aireadas para avergonzarla, y su familia y contactos en China fueron acosados, detenidos e interrogados – una acusación que repitieron la mayoría de las mujeres con las que habló The Guardian para este artículo.
Un post de WeChat que difundió algunas de las afirmaciones más ofensivas sobre Xu también publicó una pieza popular sobre la presentadora australiana Cheng Lei y la periodista china Haze Fan, que fueron detenidas en China por razones de seguridad nacional sin definir.
“Cada vez que el sentimiento nacionalista se dispara, una mujer es acosada online, desde Fang Fang hasta Tzu-i Chuang, desde Vicky Xu hasta Xiao Meili”, dice la periodista Shen Lu en Twitter. “Las mujeres de etnia china son vistas como propiedad del Estado; siempre que se considere que se han desviado de los valores patriarcales, están condenadas”.
En respuesta a la ofensiva de acoso hacia feministas que defendieron a Xiao, Weibo cerró cerca de 20 cuentas – todas propiedad de las víctimas. Sina Weibo dijo que las páginas fueron cerradas por publicar “información ilegal y dañina”. Al menos una de las mujeres se ha querellado.
Impulsado por medios estatales
Un estudio del equipo de investigación de Taiwan, Doublethink Labs, rastreó ataques en línea a Chang Tzu-i, la esposa del ex cónsul general de Estados Unidos en Chengdu. Descubrió que fue impulsado en gran parte por los medios estatales como el Global Times, que fueron recogidos por otros medios controlados por el Estado los días posteriores, y “amplificaron el enfoque de los usuarios patrióticos de Weibo y de influencers clave”.
La organización dijo que encontraron dos grandes motivaciones detrás de las cuentas influyentes que avivan los ataques: dinero e ideología. “Se ve a los actores estatales apuntando a un incidente o relato específico que pueda ayudar a esparcir su ideología nacionalista”.
Un profesor de Sociología en la Universidad Fudan, que se negó a ser identificado, dice que no estaba claro si las cuentas fueron atacadas o cerradas bajo dirección oficial o no, pero “está claro que no hay plataformas sociales en China que sean espacios seguros para las mujeres ni los asuntos de los derechos de las mujeres”.
Dice que los ataques con tintes políticos están vinculados tanto con los rápidos cambios en el entorno online en China como con la creciente comercialización y la necesidad de tráfico de los medios chinos.
Para quien sufre el acoso, la motivación importa poco. Muchas mujeres con las que ha hablado The Guardian no quieren que se publique su nombre porque temen represalias o la escalada del acoso online. Una dijo que los ataques hacia ella parecían coordinados, o al menos impulsados por un grupo de individuos con gran presencia online, quienes rápidamente se organizaron para apuntar hacia ella, su familia y amigos.
Xu intenta sacar algo bueno.
“Antes de este lío, creo que pocos en Weibo pasaban tanto tiempo pensando sobre los uigures o el trabajo forzado”, dijo en abril. “Estoy recibiendo tanto odio porque la gente lo creía justificado. Imagínense si hubieran tenido acceso a más información sobre la compleja situación de los uigures”.
Yaquing dijo que esperaba que las personas vieran la obra de arte reflexionaran sobre el trato a las mujeres, y que otras mujeres pudieran sentir algo de alivio al verla.
Pero ha tenido un coste para ella.
“Encontramos casi 1.000 comentarios y no los usamos todos. Pero ahora, mirando hacia atrás, no quiero volver a mirar de nuevo los archivos. Te hace sentir mal y tu corazón late muy fuerte”.
Fuente: The Guardian. Traducido por Ana Schimelman para elDiarioAR