En una llamativa coincidencia, los dos principales líderes de la Unión Europea, Angela Merkel y Emmanuel Macron, efectuaron sendas visitas a Pekín y San Petersburgo. Las dos visitas, en un momento marcado por graves fricciones en la alianza transatlántica, subrayan la disposición de los Gobiernos de Francia y Alemania para mejorar la cooperación con Rusia y China. Merkel visitó al mandatario ruso en Sochi hace menos de una semana.
El presidente francés, Emmanuel Macron, discutió con su colega Vladímir Putin la situación en Irán, Siria y Ucrania. Si en el primer tema coinciden en la necesidad de mantener el acuerdo nuclear con Teherán, en los otros tienen diferencias de fondo que difícilmente podrán superarse en un futuro próximo. Pero para Rusia, acosada por las sanciones, la sola presencia de Macron es un alivio que le permite confiar en que el aislamiento del Kremlin no seguirá aumentando, al menos en relación a Europa.
Al comienzo de la reunión en el palacio de Constantino, en las afueras de San Petersburgo, Macron, que viajó acompañado de su esposa Brigitte, manifestó que París y Moscú pueden colaborar en la solución de los problemas internacionales, incluidos aquellos en los que sus posiciones difieren.