El gobierno de Nueva Zelanda dio hoy la noticia más esperada desde que comenzó la pandemia: informó que ya no tiene casos activos del nuevo coronavirus, después de que se dio el alta al último paciente que quedaba en aislamiento, y a partir de mañana recuperará la normalidad.
El director general del Ministerio de Salud, Ashley Bloomfield, consideró que se trataba de un éxito del que todo el país debería sentirse orgulloso. "No tener casos activos por primera vez desde el 28 de febrero es sin duda un hito importante en nuestro camino, pero, como hemos dicho anteriormente, será esencial mantener la vigilancia contra el Covid-19", señaló en un comunicado.
El archipiélago del Pacífico Sur, con una población de cinco millones de habitantes, contabilizó 1154 casos confirmados y 22 muertes. Sin embargo, no se tiene constancia de nuevos contagios desde los últimos 17 días y hace una semana que solo quedaba un caso activo, una mujer de 50 años que vive en una residencia en Auckland, que no había mostrado síntomas durante los últimos dos días. "El último caso no tenía síntomas desde hace 48 horas y se considera que se ha curado", precisó el Ministerio de Salud. "Esta es una muy buena noticia para la persona en cuestión y también es algo de lo que el resto de Nueva Zelanda puede alegrarse", sostuvo Bloomfield.
A partir de esta novedad, Nueva Zelanda decidió levantar todas las medidas restrictivas que aún estaban vigentes para contrarrestar la propagación del coronavirus. Esto es, que el distanciamiento social y la prohibición de reunirse en el país ya no son necesarios. La primera ministra, Jacinda Ardern, detalló a los habitantes: "Podemos celebrar actos públicos sin limitaciones. Actos privados como bodas, funciones y funerales sin limitaciones". También especificó que "la venta minorista está de vuelta sin limitaciones. La hostelería está de vuelta sin limitaciones. El transporte público y los viajes por todo el país están abiertos por completo".
Sin embargo, las fronteras exteriores aún están cerradas, ya que el gobierno neozelandés entiende que es probable que lleguen nuevos casos importados al entrar más gente en el país. Por eso, la frontera sigue cerrada para todos salvo ciudadanos y residentes, con algunas excepciones limitadas, y todos los que ingresan al país deben pasar una cuarentena.
Ardern confesó que bailó de alegría en su casa cuando tuvo la confirmación de que no quedaban pacientes activos. "Creemos que hemos eliminado la transmisión del virus en Nueva Zelanda por ahora", dijo.
Igualmente, Ardern advirtió que era necesario estar preparados para seguir trabajando en materia sanitaria en relación con la enfermedad. "Estamos seguros de que hemos eliminado el contagio del virus, pero la eliminación no es un momento puntual, es un esfuerzo continuado'', expresó. Y agregó: "Casi con certeza volveremos a ver casos aquí, y eso no es un indicio de que hemos fracasado, es una realidad de este virus. Pero si eso ocurre, tenemos que asegurarnos, y lo estamos, de que estamos preparados".
Los expertos intentaron explicar algunas de las características y medidas que beneficiaron a Nueva Zelanda en su estrategia para combatir la pandemia. Los especialistas señalaron que varios factores ayudaron, como su aislada ubicación en el Pacífico Sur, que le otorgó cierta ventaja de tiempo, algo vital para ver cómo se desarrollaban los brotes en otros países; a la vez que también destacaron que Ardern actuó con determinación al imponer un estricto confinamiento desde que se desató la enfermedad.
Pero otra de las preocupaciones que todavía sobrevuelan en Nueva Zelanda tiene que ver con las secuelas económicas que dejará el confinamiento. Miles de personas perdieron sus empleos y la industria turística, que supone aproximadamente un 10% de la economía del país, se vio especialmente castigada.
Estrategia propia
Nueva Zelanda puso en práctica en los últimos meses lo que llamó estrategia de "eliminación" de la curva de contagios. El primer caso confirmado de Covid-19 en el país se registró el 28 de febrero y la enfermedad no avanzó mucho en las siguientes dos semanas. Aun así, la primera ministra Ardern ordenó ese día que todo viajero que llegara a su país, nacional o extranjero, se pusiera en cuarentena por 14 días sin excepciones, así como también decidió vetar los cruceros, según consignó la BBC.
La premier estableció un sistema de alertas de cuatro niveles que incluía el cierre de cualquier espacio donde se reunieran más de 100 personas, sumado al confinamiento obligatorio, especialmente para ancianos y personas inmunodeprimidas.
Más adelante, Nueva Zelanda implementó medidas de socialización en la "burbuja" de contactos. A los neozelandeses se les pidió mantener el contacto solo con las personas que viven en sus casas, familiares o conocidos.