“El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible.” Así se puede leer en la página web oficial de las Naciones Unidas https://www.un.org. Por la profesora María Catalina Scarlatta. Especial para AIM.
Ese año, la ONU Organización de las Naciones Unidas dio por aprobados 17 Objetivos “para transformar el mundo”, agrupados en una Agenda sobre el Desarrollo Sostenible a nivel global, estableciendo la necesidad de erradicar la pobreza a partir de estrategias que promuevan el crecimiento económico abordando la educación, la salud, el empleo, la protección social, considerando el cambio climático y el cuidado del medio ambiente.
Voy a detenerme en el Objetivo Nº 7: Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna.
Este objetivo propone garantizar el acceso a una energía limpia y asequible, clave para el desarrollo de la agricultura, las empresas, las comunicaciones, la educación, la sanidad y el transporte (Agenda oficial).
Con cierta decepción vemos que, en diferentes países del mundo desarrollado justamente, y algunos otros en vías de desarrollo que hacen mayores esfuerzos con menos recursos, intentan avanzar en el logro de objetivos y metas de energía sostenible, pero el proceso es lento, al ritmo actual no sería posible alcanzar que los millones de personas que no acceden a la energía eléctrica, lo hagan en el futuro mediato. El mismo análisis se hace respecto del uso de combustibles y tecnologías contaminantes.
Este objetivo es importante porque el sistema energético de un país, región o zona, es sostén de empresas, comunicaciones, transporte, servicios educativos y sanitarios, por lo tanto, si es eficiente, estable, sostenible, sustentable y no contaminante, mejoran todos los rendimientos.
A la fecha, los países como Argentina, no logran desprenderse del uso de combustibles fósiles para generar energía, en gran medida. Aunque en la Patagonia se están estableciendo parques eólicos y van en crecimiento. No obstante, en general, el petróleo sigue siendo su fuente de obtención, aunque ya se han explicado sus inconveniencias hasta el hartazgo, y las consecuencias de su utilización ya son pocos los que las discuten.
Los diferentes actores de la realidad tienen alternativas seguras para considerar.
Los países desarrollados pueden agilizar la transición hacia sistemas seguros, invirtiendo en energías renovables y limpias; y podrían facilitar de algún modo las mismas acciones a los países que no tienen iguales posibilidades.
En este caso es interesante señalar una antecedente que puso a disposición una profesional, la Asesora técnica para H2lac – la Plataforma para el desarrollo del Hidrógeno Verde en Latinoamérica y el Caribe- Verónica Chorkulak, quien admitió en un informe que: “La Patagonia argentina es una región estratégica para el sector del hidrógeno verde, al contar con energía eólica de bajo costo, amplias extensiones de tierra, disponibilidad de agua para la electrólisis y acceso al mar para la exportación de productos derivados del hidrógeno”; también expresó que de los 18 puertos disponibles en la región, hay 5 que podrían importar las turbinas eólicas necesarias para la producción de este combustible limpio. Ellos están en las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, considerando los riesgos a tomar para poder exportar amoníaco o metanol, requeridos para transportar hidrógeno verde en América Latina y el Caribe. verde y sus derivados en América Latina y el Caribe.
No obstante, algunos datos del Informe sobre los ODS 2023, indican que los países en desarrollo registran un crecimiento anual del 9,6 por ciento en la implantación de energías renovables, pero, a pesar de las tremendas necesidades, los flujos financieros internacionales para las energías limpias siguen en descenso.
Otro dato relacionado, comunica que las fuentes renovables alimentan casi el 30 % del consumo de energía en el sector eléctrico, aunque sigue habiendo desafíos en los sectores de la calefacción y el transporte.
Los empresarios y sus empresas también pueden aportar a lograr parte del objetivo Nº7, pueden realizar los esfuerzos necesarios para obtener, producir y utilizar energías no contaminantes; este último, es el caso del transporte y las comunicaciones, por el cual deberían prevalecer las formas de consumo de menos energía, por ejemplo, los trenes.
En otro apartado del Acuerdo firmado y aprobado en ONU también figuran las metas para cada ODS. Respecto del Nº 7 que me ocupa en este artículo, la meta 7.a dice: De aquí a 2030, aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
Por esto es que surge la pregunta ¿se alcanzarán los objetivos de desarrollo sostenibles de la agenda ONU en esa fecha?
Vale la pena analizar desde cuándo en Argentina no se cuenta con un sistema ferroviario de calidad para la sociedad que utilizaría ese servicio, y para el comercio e industria, lo cual traería una serie muy significativa de beneficios, en el marco aquí planteado. Presentaré la información que consta en Revista Geográfica Digital. Igunne. Facultad de Humanidades. Unne. Año 10. Nº 19. Enero-Junio 2013. Issn 1668-5180 Resistencia, Chaco.
Trenes en Argentina
En agosto de 1857 un conjunto de empresarios construyó la primera línea ferroviaria. El recorrido iba desde Plaza Lavalle hasta San José de Flores, en ciudad de Buenos Aires. Entre 1862 y 1883 nacieron cuatro líneas: Ferrocarril del Oeste (luego Domingo F. Sarmiento) para cubrir en principio la distancia entre plaza Lavalle y Floresta, en Buenos Aires. Ferrocarril del Sud (luego General Roca) que llegó primero a Chascomús y, más tarde, a Las Flores, Bahía Blanca, Mar del Plata (Buenos Aires), Zapala y Neuquén en esa provincia. Ferrocarril Central Argentino (después Gral. Mitre) con inicios en Rosario, luego a Córdoba y después a Santa Fe y Tucumán; posteriormente, enlazó con Buenos Aires. Otra línea se extendía desde Río Cuarto hasta Mendoza. Ferrocarril Central Norte Argentino o Líneas del Estado (luego Gral Belgrano) desde Córdoba hacia Salta y Jujuy. Luego fue a Chaco y Formosa.
El mayor crecimiento sobrevino en 1870, había 722 km de vías. En 1880 ya se habían construido 2516 km y en 1890 la extensión era de 9342 km. El período de 1900 a 1910 fue el de máxima construcción. Finalizando la Primera Guerra Mundial se alcanzaron los 35.883 km, la mayor parte con capital inglés, francés y argentino, destacando que entre 1920 y 1930 el principal constructor fue el Estado argentino, que construyó 4.238 km en las regiones más apartadas y menos atrayentes desde el punto de vista comercial.
El 1 de enero de 1947 todas las líneas pasaron a dominio del estado nacional, con aproximadamente 47.000 kilómetros de extensión ferroviaria que cubrían 15 empresas, las cuales fueron reagrupadas en 6 líneas: Mitre, Roca, San Martín, Urquiza, Sarmiento y Belgrano. Posteriormente en 1965, se creó la Empresa Ferrocarriles del Estado Argentino (Efea), luego convertido en Ferrocarriles Argentinos (FA).
En 1958 comenzó un periodo regresivo. Las políticas a favor del desarrollo de la red caminera, con transporte por carretera, dejaron de lado a la red ferroviaria, compitiendo entre sí. En los países desarrollados se modernizaban los ferrocarriles, pero en Argentina fueron prácticamente abandonados, con la sola excepción de inversiones puntuales. (Publicado en formato digital por Prof. Aníbal Marcelo MIGNONE. El SISTEMA FERROVIARIO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA. Resúmenes. Revista Geográfica digital).
Los problemas del sistema ferroviario de acuerdo con Roccatagliata (1997) fueron: Insuficiencia financiera crónica. Profunda obsolescencia de la organización empresarial. Pérdida moral e incentivo por parte del personal. Falta de objetivos claros y de políticas de contenido empresarial. Inercia de la empresa Ferrocarriles Argentinos frente al cambio.
El gobierno de turno, optó por impulsar las privatizaciones. De esta manera llevó adelante un programa de reestructuración orientado a las tres unidades de negocio del sistema: Red de mercancías (cargas), Red de pasajeros interurbanos, Red de pasajeros de la región Metropolitana de Bs. As.
En la ocasión, la mayor parte del tráfico correspondió a bienes como granos, derivados del petróleo, minerales, bebidas y aceites, entre otros. Las redes no concesionadas fueron ofrecidas a las provincias, y los ramales que no fueron tomados, fueron clausurados. Este aspecto sumado al desmantelamiento de varios ramales, los hechos de vandalismo y la elección de otros medios de transporte, que lamentablemente dejan una inmensa huella de carbono, han hecho que en la actualidad el sistema ferroviario argentino cuente sólo con 36.928 km de extensión.
A la fecha, en la web oficial https://www.argentina.gob.ar/transporte/trenes-argentinos-cargas/lineas se puede leer que “La traza ferroviaria impacta directamente en 16 provincias argentinas incluyendo Ciudad Autónoma de Buenos Aires CABA, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Mendoza, San Juan, San Luis y Catamarca. La administración se realiza a través de 11 unidades productivas y ocho talleres propios donde se realizan las reparaciones del material rodante. Las principales cargas incluyen productos agrícolas, piedra, carbón de coque, madera, minerales, metales, productos para consumo y otras eventuales”.
A la vez que el transporte de pasajeros quedó reducido al entorno urbano y suburbano de Caba y excepcionalmente a pequeños tramos provinciales más anecdóticos que significativos en términos de producción y desarrollo.
* Prof. María Catalina Scarlata
Especializada en la Enseñanza de las Ciencias Naturales
Directora de divulgación científica de la Asociación de Amigos de Parques Nacionales
Miembro Comisión Educación y comunicación Uicn