El ritmo de deforestación aumentó un 10 por ciento en 2022, pero hay indicios de que la trayectoria puede cambiar a mejor en un futuro próximo.
Según un informe publicado el martes, más de un año después de que los países prometieron terminar con la deforestación para 2030, el mundo sigue perdiendo sus bosques tropicales a un ritmo acelerado.
La encuesta anual del Instituto de Recursos Mundiales, una organización de investigación reveló que el mundo perdió 4,1 millones de hectáreas de bosques primarios en 2022, un incremento del 10 por ciento en comparación con el año anterior. Esta es la primera evaluación que abarca un año completo desde noviembre de 2021, cuando en una reunión mundial sobre el cambio climático realizada en Glasgow, Escocia, 145 países prometieron frenar la pérdida de los bosques para fines de esta década.
“A estas alturas, habíamos esperado ver en los datos una señal de que no estaba empeorando la pérdida de los bosques”, señaló Frances Seymour, una investigadora principal en el programa de bosques del instituto. “Aún no vemos esa señal y, de hecho, estamos avanzando en el camino equivocado”.
El informe, elaborado en colaboración con la Universidad de Maryland, documentó las pérdidas de árboles en las zonas tropicales debidas a la deforestación, los incendios y otras causas. La destrucción del año pasado dio como resultado 2,7 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono, una cantidad considerable que equivale más o menos a las emisiones anuales de combustibles fósiles en la India, un país de 1400 millones de habitantes.
La deforestación tropical también deteriora algunos de los ecosistemas de mayor riqueza del planeta, los hábitats de plantas y animales y los reguladores de los patrones de lluvia de muchos países.
De acuerdo con un análisis del Instituto de Recursos Mundiales con datos de Amazon Conservation Association, una organización de investigación, la selva amazónica, la más grande del mundo, no había sufrido una destrucción tan enorme en casi dos décadas.
Brasil, el país con la mayor extensión de bosque tropical, tenía las tasas más elevadas de deforestación en el mundo. Representaba más del 40 por ciento de los árboles perdidos a nivel global, seguido de la República Democrática del Congo y Bolivia.
Bolivia tuvo algunas de las cifras más alarmantes del informe. La pérdida de los bosques en ese país subió el 32 por ciento el año pasado, la tasa más elevada de la historia para ese país. Fue uno de los pocos países de bosques tropicales que no firmó el compromiso de Glasgow sobre la deforestación.
Marlene Quintanilla, directora de investigación de la Fundación Amigos de la Naturaleza, una organización sin fines de lucro de Bolivia, señaló que un importante motor de la destrucción en ese país ha sido la política gubernamental que alienta a los agricultores a talar vastas extensiones para obtener títulos de propiedad.
“El bosque permanente no se considera como algo que cumpla ninguna función económica o social”, comentó Quintanilla.
Parece que, en África, la expansión de la agricultura está dañando los bosques. En Ghana, el país que el año pasado perdió el mayor porcentaje de sus bosques primarios, la tala a pequeña escala para la producción de cocoa fue una causa importante de la deforestación.
La tala de los bosques está muy vinculada a la falta de oportunidades económicas y de infraestructura básica en la región de la cuenca del río Congo. En la República Democrática del Congo, por ejemplo, la mayoría de la gente no tiene acceso a la electricidad, así que el bosque es una fuente importante de leña y carbón para cocinar.
Teodyl Nkuintchua, quien trabaja en estrategia y promoción en el Instituto de Recursos Mundiales en la zona de la cuenca del Congo, afirmó que las políticas para detener el daño al medioambiente no funcionarían solas.
“A menos que integremos las prioridades de desarrollo en las acciones en esos países, no podremos hacer frente a la deforestación”, explicó Nkuintchua.
Uno de los pocos aspectos positivos del informe estuvo relacionado con el Sudeste Asiático, donde los esfuerzos para frenar la deforestación en Malasia e Indonesia siguieron dando resultados. Parece que están siendo eficaces la moratoria forestal, los intentos de restaurar los humedales y los compromisos de las empresas para excluir a los proveedores de aceite de palma vinculados con la deforestación.
Además, hay señales de que es posible que la trayectoria de la deforestación global cambie para bien en un futuro cercano.
Este año, la Unión Europea avanzó en esa dirección y adoptó una ley que prohíbe la importación de una serie de productos que contribuyen a la deforestación en los países tropicales. China, el mayor importador del mundo de muchos productos agrícolas, en fechas recientes se ha comprometido a combatir la deforestación ilegal vinculada a su intercambio comercial con Brasil.
También parece que Brasil está cambiando el rumbo. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva asumió el poder en enero y prometió proteger el bosque tropical del Amazonas, y las cifras preliminares de los primeros cinco meses del año indican que las tasas de deforestación han disminuido un 31 por ciento desde enero. La deforestación y los delitos contra el medioambiente habían aumentado muchísimo bajo el mandato de su predecesor, Jair Bolsonaro.
El análisis del informe se concentra en las zonas tropicales porque ahí la pérdida de los bosques suele ser más permanente y tiende a ser provocada por las actividades de los seres humanos. Los bosques tropicales también tienen una mayor participación para almacenar carbono y contribuir a la biodiversidad. Pero el año pasado, la pérdida de la cubierta forestal a nivel global más allá de las zonas tropicales se redujo el diez por ciento.
De acuerdo con el informe, esta disminución fue un resultado directo del menor número de incendios forestales en los bosques boreales de Rusia; pero esto podría cambiar. Canadá está cerca de registrar la peor temporada de incendios en su historia.
Acaba de llegar El Niño, un fenómeno climático que por lo general está asociado a más incendios forestales en las zonas tropicales. Se tiene la preocupación de que, incluso si los países pueden frenar la deforestación durante este periodo, los incendios forestales podrían anular algunos de sus esfuerzos.
“Un año de El Niño será la prueba”, señaló Rod Taylor, director a nivel global del área de bosques en el Instituto de Recursos Mundiales, y añadió que esperaba que los incendios no causaran estragos. “Pero ya veremos”.
Fuente: The New York Time