Días atrás trascendió que en la playa del Club Atlético Estudiantes una empresa de control de plagas disparó a una pareja de lechuzas que vivía en el lugar con el argumento de que había sido “en defensa propia”. Las imágenes de las aves muertas circularon en las redes sociales y la pregunta no tardó en aparecer: ¿quiénes y cómo se decide el destino de las especies protegidas? “Como socios y socias no estábamos al tanto de que estas acciones se realizan en el club y nos preguntamos si lo hacen con el presupuesto de las cuotas que pagamos todos los meses”, manifestaron a AIM un grupo de asociados.
En diálogo con esta Agencia, algunos socios y socias de la institución se expresaron con total rechazo a lo que ocurrió y organizaron una marcha el domingo 14 de mayo para repudiar lo sucedido.
“Como socios y socias no estábamos al tanto de que estas acciones se realizan en el club y nos preguntamos si lo hacen con el presupuesto de las cuotas que pagamos todos los meses”, manifestaron.
En tanto, las imágenes de las aves muertas a balinazos se difundieron en Facebook, grupos de proteccionistas, grupos de socios y socias hasta llegar a los medios de comunicación que se hicieron eco del asunto.
“Estas lechuzas estaban siempre en la playa, a veces sobrevolaban la costa, a los niños y niñas les gustaba verlas y nunca molestaban. Nosotros creíamos que era muy bueno que estén ahí porque los chicos las cuidaban y así conocían otro tipo de especies que no son habituales de ver”, comentó una familia de asociados.
También se conoció que en el predio el Plumazo se habría producido una situación similar con otra pareja de estas aves y sus pichoncitos, que “desaparecieron de una semana para otra”, comentaron.
La palabra del Club
En declaraciones periodísticas el presidente de la entidad, Emilio Fouces, sostuvo que la Comisión Directiva no ordenó “el exterminio de nada”,y planteó que los hechos “ahora están en manos de la Justicia".
No obstante, el malestar persiste ya que las diferentes sedes del club cuentan con otras especies de aves como teros, y preocupa el destino que se les pueda dar si este tipo de acciones son avaladas por la conducción.
“Sentimos que como socios no se les da trascendencia a lo que decimos y expresamos y se olvidan de que somos quienes con nuestras cuotas sostenemos a esta institución que tiene muchos años de trayectoria”, manifestó una socia habitué de la playa.
En tanto, otro socio que practica un deporte en la sede del Plumazo informó a AIM que en ese predio se resolvió talar “por lo menos diez pinos que estaban al borde del arroyo, y lo hicieron sin consultar a nadie”.
“Nos produce mucha tristeza porque eran árboles de muchísimos años y ahora ese espacio tuvo problemas porque lógicamente se desbarranca ante la ausencia de los árboles que contenían el cauce en la orilla”, afirmó.
Aprender para decidir
Las lechuzas conforman una familia de aves con muy pocas especies, se estima que 16, y según la National Geographic todas las especies, la más abundante es la lechuza común o Tyto alba.
Como mínimo, cada área de acción cuenta con un nido, un par de sitios para dormir posada y un número indeterminado de lugares para visitar de forma ocasional.
Los territorios no son necesariamente circulares, pueden adoptar casi cualquier forma y, al pasar toda su vida en ellos, las lechuzas se los aprenden al dedillo: memorizan los mejores sitios para cazar, las mejores rutas de vuelo y el mejor lugar para anidar.
La lechuza: ave del año 2018
El 2018 se declaró el año de la lechuza común según el resultado de la votación popular propuesta por SEO/BirdLife para elegir a la protagonista de la campaña Ave del Año, que se realiza hace casi cuatro décadas.
“La ciudadanía ha decidido que pongamos el foco en la lechuza común. En silencio, como cuando vuela, esta especie nos avisa, desde hace años, sobre la paulatina pérdida de vida en el campo. Se la ve menos, se la oye menos. Ocurre lo mismo con los insectos. Con los roedores. Con los paisajes y con el paisanaje”, señaló la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz.