Los medios periodísticos, en toda su diversidad editorial, geográfica y de plataformas, cumplen un rol fundamental y estratégico en las sociedades democráticas como instrumentos de acceso a la información de la ciudadanía. Dicho rol se potencia en tiempos de crisis como la actual pandemia. Como tal, desde el primer momento, en todo el mundo los medios de comunicación fueron considerados actividades esenciales y su funcionamiento, apoyado en la emergencia con medidas específicas.
Las Asociaciones de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), de Diarios del Interior de la República Argentina (Adira), de Argentina de Editores de Revistas (AAER) y de Editores de Diarios de la Ciudad de Buenos Aires (Aedba) advirtieron que “numerosos medios argentinos continúan sufriendo una variación interanual negativa en su facturación, con lo cual su actividad resulta similar a aquellas otras que el Gobierno ha decidido que mantengan la prestación anterior. Por ello, creemos fundamental que la actividad de los medios de comunicación siga incluida como hasta ahora en un programa que ha demostrado ser un instrumento útil y objetivo para atravesar la emergencia sin discontinuar ni interrumpir el servicio informativo que se brinda a la sociedad”.
El desafío, durante esta transición, “es el de la continuidad operativa de medios que han logrado sostenerse y sostener sus fuentes de trabajo y su tarea periodística en un año tan difícil. Por eso, reivindicamos el mantenimiento de políticas públicas que contribuyan a ese objetivo, que no es otro que preservar la amplitud y la diversidad del escenario mediático argentino”, apuntaron.
Cabe recordar que en Argentina, la industria periodística está presente en todos los rincones del país y es intensiva en generación de empleo. Su responsabilidad informativa la comprometió a seguir funcionando a pleno durante la pandemia, asumiendo los fuertes costos de esa operatoria pese a afrontar una caída extraordinaria de sus ingresos, que aún continúa. Sus principales fuentes de ingresos -la publicidad privada y la comunicación pública-, sufrieron una reducción histórica en términos nominales, producto tanto de la caída de la actividad económica y del consumo, como de la desactualización de las partidas presupuestarias, que en el último lustro se redujeron más de dos tercios en términos reales. Los ingresos por circulación también se vieron perjudicados por las restricciones sanitarias.
En este contexto, las prestaciones del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) para las empresas periodísticas con facturación negativa, fueron importantes para preservar la existencia de fuentes de información y de pluralidad de voces en todo el territorio nacional.
Los medios de comunicación de todo el país, testigos de la realidad de sus comunidades e industrias culturales en cada una de ellas, son parte indudable de esas actividades críticas que el propio programa ATP ha definido en su última extensión. Críticas por su función constitucional y porque atraviesan un momento delicado para su continuidad.