“Aprendizaje universitario en contexto de Aspo (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio)”, es el título de la investigación interna preparada por la primera y única Doctora en Psicopedagogía de Entre Ríos, Natalia Petric, de esa casa de altos estudios.
“Si bien esto parece nuevo, hay un montón de investigaciones que se vienen desarrollando desde diciembre de 2019 en relación al Covid-19 y la educación. De hecho, un estudio de la Unesco habla sobre eso particularmente y muestra cómo la pandemia está afectando, en Latinoamérica, a 23,4 millones de estudiantes universitarios”.
Con ese antecedente planteado, comienza a compartir con El Entre Ríos las principales conclusiones de su más reciente trabajo, encarado desde el Centro de Investigación Interdisciplinar en Valores, Integración y Desarrollo Social de la Universidad Católica Argentina (Sede Paraná) - Facultad “Teresa de Ávila”, durante el mes de julio de 2020.
“El avance logrado con la cuestión digital y las clases virtuales tendría que sostenerse, sin necesidad de cerrar una puerta para abrir otra: hay mucha riqueza en las clases que antes era impensada, como grabarlas y verlas nuevamente en otro momento, así como generar videos con algún contenido que no se llegue a desarrollar”, contrasta.
Aprender de lo nuevo
Entre los “aprendizajes” recabados en la investigación, aparece la utilización de recursos tecnológicos y lo vincular, como así también la auto organización y gestión de cada estudiante, que la profesional en psicopedagogía pasa a reproducir.
“Esto rompe con lo que algunos autores llaman ‘nativos digitales’ porque nacieron en la era digital, ya que la realidad es que manejarse en las redes sociales o entender algún dispositivo de última generación no es lo mismo que adaptarse a este tipo de modalidades, transformando materiales de estudio y seleccionando la información, todas habilidades digitales que han tenido que incorporar de manera abrupta”.
“No es lo mismo leer un texto y comprenderlo, que leer y operar sobre el mismo y saber clasificar la información o construirla en base a publicaciones confiables, descargando contenidos de un Drive o aprovechando la biblioteca digital”, menciona como ejemplo.
Otro “aprendizaje” está vinculado con lo vincular. “Si bien vivimos en una época de leer y responder a través de las redes, no toda la comunicación que se establece es adecuada al contexto. Preguntarle al profesor en clases presenciales no demanda más que levantar la mano, pero bajo la modalidad virtual nos encontramos con que muchos estudiantes universitarios no saben cómo dirigirse por mail a un docente”, dice.
También, la auto organización y gestión, “una de las cuestiones que más han tenido que desarrollar porque el sistema educativo del nivel secundario no los prepara para eso, lo que es cambiar de aula o de sede, por ejemplo, organizándose sólo con tiempos y cronogramas”.
Dificultades a superar
“Más que nada, los alumnos mencionaron como dificultades los cambios en sus rutinas y esto de perder socialidad que caracteriza la vida universitaria, destinando un tiempo y un espacio concreto para hacerlo de sus casas: convivir con otros miembros de la familia y compartir espacios”.
“A veces, noto que algunos chicos no prenden los micrófonos durante las clases virtuales mediante Zoom, porque si no se escucharía todo el ruido que hay en sus casas”, confía la doctora Petric.
A corto plazo, “se observa la necesidad de reorganizar la vida cotidiana para ajustarse a esta situación, que por un lado es el confinamiento y por otro la pérdida de contacto social y las rutinas de socialización. Esto es lo más duro, porque muchos estudiantes universitarios acababan de dejar las casas de sus familias para vivir solos o en residencias y ahora debieron regresar e insertarse nuevamente a ese ritmo de vida”, pone de relieve.
“Lo mismo que quienes, además del espacio, deben compartir los dispositivos con los cuales se conectan para estudiar o cursar, con otros miembros de la familia, que asciende al 47 por ciento”, agrega luego.
Flexibilizarse ante el contexto
Consultada acerca de posibles impactos en el aprendizaje, la especialista considera que “éstos a corto y largo plazo son difíciles de estimar. Nuestras universidades tienen un perfil muy profesionalizante, entonces este carácter hace que los contenidos sean bastante específicos a cada disciplina y preparan para el día de mañana ejercer una profesión”.
“Pero también -sigue- creo que los seres humanos somos muy plásticos en lo que podamos aprender y, si a posterior podemos ir recapitulando algunas cuestiones, se van a poder ir sobrellevando esos aprendizajes”.
Son dos los polos más críticos identificados en el estudio. “Quienes están más complicados son los ingresantes al primer año porque no tienen un parámetro para medir la experiencia de la vida universitaria, la relación con el docente y la lectura de los textos, pero también la proyección de los que están por finalizar sus carreras”, distingue.
“Lo que los estudiantes piden a sus docentes es flexibilidad y variabilidad de recursos, porque la cuestión emocional del confinamiento, la ansiedad y la depresión que están en juego, vienen siendo estudiados y están saliendo a la luz en medio de esta situación tan particular y por eso se busca acompañarlos en este proceso”, concluye.
Fuente: elentrerios.com/