A pocos días de haber terminado 2020, un año interminable y lleno de sorpresas, “no es recomendable especular de qué modo nos tratará su sucesor, 2021. Quedó claro que la pandemia de Covid-19 fue el hecho sobresaliente, porque cruzó todos los sectores y afectó la vida de todos. Sin embargo, con relación al agro pasaron cosas, se tomaron decisiones, y se impulsaron proyectos que influyeron en su ámbito. La vigencia del kirchnerismo está más presente que nunca porque, como en épocas pasada, eligió al campo, otra vez, como su enemigo”, afirmó a AIM el presidente de la Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar), Felipe Pablo Berruhet.
En diálogo con esta Agencia, el dirigente recordó que “el 2020 amaneció con un gobierno nuevo, lo cual siempre trae aparejado un sentimiento de esperanza, pero también de interrogantes, en particular, para nosotros, los productores agropecuarios, que ya habíamos protagonizado un conflicto importante con el espacio político que nos gobierna. ¿Qué cambió? Solo la cara del primer protagonista, aunque la fórmula fue Fernández-Fernández. La vigencia del kirchnerismo está más presente que nunca porque, como en épocas pasada, eligió al campo, otra vez, como su enemigo”.
A modo de balance, Berruhet repasó que “apenas arrancó 2020, el mundo se sacudió con un hecho totalmente novedoso, un virus invisible al ojo humano proveniente de Oriente que modificó sustancialmente la normalidad de la raza humana, en todos sus aspectos, y nos puso en jaque a todos. Nosotros, los argentinos y entrerrianos, no fuimos la excepción. Argentina afrontó la pandemia con fuertes medidas sanitarias para evitar el colapso del sistema de salud, pero, aun así, estuvo entre los países con más muertos por habitantes. Además, las políticas de los gobiernos (nacional, provinciales y municipales) profundizaron la crisis económica: se cerró el 100 por ciento de la economía, se suspendieron las clases presenciales, se prohibieron todas las reuniones sociales, se crearon fronteras internas, se encerró en sus hogares a un alto porcentaje de la sociedad, se paralizó a la justicia, y el comercio fue habilitado para lo esencial, entre otras drásticas medidas. A modo de síntesis, eso fue lo que protagonizamos en los últimos 12 meses, y, todavía, no ha terminado”.
Además, agregó que, “en ese estado de situación, nuestro sector se transformó en esencial, es decir, la sociedad, sin querer, nos dio la razón sobre nuestros legítimos y añosos reclamos: somos nosotros, los productores agropecuarios, los que les proveemos el sustento alimentario y los elementos básicos para comer y mantenerse vivos. En medio de este dramático escenario, cumplimos una vez más: el campo aportó todo lo necesario para asegurar la alimentación de cada argentino. Complementariamente, exportó el sobrante de producción al mundo y con ello obtuvo las divisas necesarias para cubrir necesidades sanitarias, tecnológicas, industriales, y educativas, entre otras.
En resumen, durante el Aislamiento social, preventivo y obligatorio (Aspo), el sector agropecuario realizó lo mismo que viene haciendo por Argentina desde que es una Nación”.
Para Berruhet, “la política, en general, agradeció como siempre lo hace: impuso nuevos tributos y a los existentes, los aumentó en gravosidad; ocasionó pérdidas importantes con la implementación de fronteras provinciales y municipales y, en los últimos meses, arrancó la maquinita de impedir que le aplica al sector como trato generalizado, por el solo hecho de ser agropecuario”.
“La Argentina desnudó con la cuarentena la precariedad de su economía, de sus normas y leyes, de su estructura productiva, de su sistema sanitario, de su sistema educativo, de su nivel de inversión, de su capacidad de ahorro, y otras falencias largas de enumerar.
Y otra vez, la política no se hizo cargo y no acusó la responsabilidad mayoritaria que tiene en este estado de deterioro generalizado que presenta nuestro país. Pero nosotros, los agropecuarios, tampoco asumimos como sector el grado de responsabilidad que nos corresponde, por omisión o desinterés de la cosa pública”.
Para el contador, “es prioritario comenzar a reflexionar sobre este punto, para cambiar nuestra actitud a futuro; seguramente, nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán. No creo que el solo hecho de la participación pública del sector asegure buenos resultados, pero si, el haber realizado el esfuerzo de modificar la actitud, deslindará responsabilidades sobre una realidad complicada”.
Hacerse cargo
Con niveles de pobreza del 50 por ciento, desempleo del 25 por ciento de la población económicamente activa, indigencia del orden del 10 por ciento y pobreza infantil del 65 por ciento, “no podemos mirar para otro lado. Estoy convencido que el sector más dinámico y potente de nuestro país puede y debe hacer algo más que pagar solo impuestos abusivos, porque puede aportar capital humano, tecnológico, social y conocimiento, para revertir una situación que, de prolongarse en el tiempo, pone en riesgo hasta la existencia real de nuestra Nación”.
Berruhet afirmó que, “con este estado de situación, nuestro país necesita como nunca del aporte intelectual del sector agropecuario. Ante esta realidad, deberíamos ofrecer nuestra ayuda sin que nadie nos la pida ni exija, porque solos no podemos, y los demás, tampoco. Plantemos bandera y propongamos soluciones a tantos inconvenientes ya que, si pudiéramos revertir la actual situación, aunque sea en un mínimo porcentaje, habrá valido el esfuerzo, pero, en particular, podremos decir a las generaciones de productores que vengan que nosotros dimos la batalla en circunstancias desfavorables”.
El presidente de Coopar dijo estar convencido “que saldremos del estado actual mejores que hace un año, y que, en estas fiestas, recordaremos los principios cooperativos originales de solidaridad, cooperación y democracia: con ellos, seguro que pasaremos la tormenta”.
Sin embargo, aclaró que “aún no está claro si habrá cambios de costumbres o estrategias a mediano plazo a nivel mundial, como, por ejemplo, mayor producción en los propios países para disminuir riesgos de acceso a alimentos en caso de nuevas pandemias y si habrá aún mayores restricciones ambientales a la producción o la comercialización. Por eso habrá que estar preparados”.