Un acto fallido de la diputada nacional macrista Elisa Carrió en la cámara provocó carcajadas entre sus pares, al día siguiente de pedir ella a la clase media que en medio de la crisis de no deje de contratar changarines ni de dar propinas.
En plena sesión, Carrió quiso explicar qué había querido decir y agregó que no solo hay que mantener las propinas, sino también las coimas.
Es posible que el recuerdo de Odebrecht, que rozó con sus prácticas coimeras a gran escala a funcionarios kirchneristas y también a macristas, haya influido en la legisladora, porque en portugués, por un desplazamiento lingüístico de sentido, se llama "propina" a las coimas, lo que justificaría la sinonimia de los términos, al menos en la mente de Carrió, que viene derrapando con frecuencia últimamente.
Las ideas peregrinas de Carrió sobre changas, propinas y coimas, pueden tener relación con la desorientación general en materia económica que tienen los funcionarios nacionales, incluidos los del área económica.
Cuando cayó en la cuenta del furcio que había cometido porque se lo hicieron saber en medio de risas, Carrió se repuso e inmediato, como saben hacerlo los políticos. Enfrentó al diputado Agustín Rossi, del peronismo de Santa Fe, y le dijo que el fallido fue provocado por él, cuando al verlo se acordó de su hermano.
"Quiero aclarar cuando dije que era necesario que se mantengan las propinas y las coimas", empezó a oscurecer Carrió y provocó de inmediato abucheos, burlas y risas.
Dijo luego que era un "lapsus", pero quizá con esta aclaración de la aclaración oscureció más o aclaró por donde no quería, porque un lapsus linguae, al menos según Freud, es una expresión del subconsciente que aparece a veces muy inoportunamente para revelar cuáles son nuestros deseos y aspiraciones más profundas. El lapsus es una ventana abierta a la verdad.
¿Tendrá Carrió en los intersticios ocultos de su mente una admiración inconfesada por aquello que dice combatir más encarnizadamente?
De la Redacción de AIM.