Nota un economista que el neoliberalismo logró en tres décadas homogeneizar el mundo entero detrás de una fe como no pudo el cristianismo en 2018 años. Lo atribuye a que más que una doctrina económica o política es una creencia religiosa con libros sagrados, credo, catecismo, mártires, profetas. Y sobre todo, con un fortísimo pero discreto respaldo financiero a su voluntad de dominio, su verdadera condición "universal", aunque profana.
Sin embargo, la sola fe no explica un éxito tan espectacular y, por supuesto, el éxito no es garantía de verdad ni de perdurabilidad, como no lo fue el martirio para los cristianos.
Quizá la velocidad del neoliberalismo para convertirse en creencia universal, en pensamiento hegemónico e incluso único "correcto" según sus fieles, sea un indicio más de la aceleración de los tiempos, síntoma moderno del acercamiento a un desenlace no por entrevisto y temido, evitable.
Margaret Thatcher se refirió a la nueva fe con «There Is No Alternative» (no hay alternativa) y el canciller alemán la siguió gustoso: «Es gibt keine Alternativen». Así acontece siempre con las únicas religiones verdaderas. En el caso del catolicismo: "Esta es la santa iglesia de Dios, fuera de la cual no hay salvación"
Las ideas opuestas o diferentes a la apertura incondicional de los mercados se transpusieron fuera de la economía. A quienes las defendían, los apóstoles del "pensamiento correcto" los consideraron "cerrados", pero de espíritu.
La doctrina neoliberal parece la expresión adecuada de nuestra época de desorientación babélica, lo que también puede ser una causa de su éxito. Ofrece una clave para entender el modelo civilizatorio moderno, da una mezquina apariencia de orientación que implica el trastocamiento de los valores que venían rigiendo desde hace siglos, pero también la confirmación victoriosa de tendencias que comenzaron a perfilarse con la revolución industrial: individualismo acérrimo, egoísmo trastocado en valor, el rencor como motor del desarrollo moral, la envidia como pasión positiva, la ambición favorecida y deseada, el desequilibrio como estado natural y así con casi todo; en suma, la entronización de un punto de vista de "sentido común" craso y raso: "es lo que hay" y desde que hay que vivir, conviene tomarlo como normal.
El mercado es el principio fundamental, el eje del catecismo neoliberal. Es dueño de una mano invisible, dura para castigar como la de Yahvé, pero a la larga bondadosa y beneficiosa para los que saben confiar en él. El mercado es el espíritu de toda actividad, la fuente de todo beneficio. El mercado compensa los desvíos, protege a sus criaturas pero tiene opositores: los herejes que rechazan sus beneficios por ignorancia o por maldad.
El credo neoliberal tiene sus teólogos consagrados y reverenciados, indiscutibles. Como nunca fue posible a ninguna fe evitar la herejía, ni siquiera al cristianismo en tiempos en que imponía una dictadura espiritual férrea en la Alta Edad Media europea, un poco en broma, un poco en serio, el catecismo neoliberal es como sigue, resumido libremente del periódico El Chileno:
Los artículos de fe
Tal como lo relata el Libro “La riqueza de las naciones" (1776), escrito por el profeta Adam Smith, en la sociedad humana hay un principio todopoderoso, invisible, omnipotente y omnipresente: el mercado, que es el espíritu está por encima, por el medio y por debajo de toda actividad social humana y la dirige sabiamente para beneficio de todos.
Este mercado se sirve de la “mano invisible”, que tiene facultades divinas. “El mercado” ama a los hombres y las mujeres y los protege. Los que se oponen a él forman el reino del mal y son herejes que rechazan al mercado y sus benenficios.
¿Por qué escribió Smith su libro?
Por amor, por consciencia de su misión profética.
¿Cómo creó Smith su libro?
A imagen y semejanza de los empresarios.
¿Para qué creó Smith “El libro”?
Para felicidad del ser humano, para vivir en armonía y dominar la creación
¿Qué es el pecado original?
Es el socialismo, enemigo natural de la libertad y causa del mal.
Los pecadores tientan a los inocentes, diciéndoles que si desobedecen al mercado entrarán en el paraíso de la abundancia.
Frente a los herejes, los teólogos neoliberales, sacerdotes, prefectos; obispos y seglares deben estar siempre alerta y tratar de liberar a los niños y jóvenes de ese pecado original heredado de sus padres pecadores, enemigos de la libertad.
¿Por qué existe el mal?
Los socialistas y comunistas son la causa del mal. Ellos creyeron en profetas satánicos que elucubraron teorías satánicas destinadas a contadecir lo que dice El Libro del profeta Adam Smith.
¿Cuál es el efecto del pecado?
El pecado original con el que nacen los hijos del socialismo es la privación de la santidad y justicia originales. La consecuencia del pecado original es el debilitamiento de la naturaleza humana, que ha quedado sometida a la ignorancia, al sufrimiento e inclinada al pecado.
El Libro “La riqueza de las naciones” dictado por el profeta Adam Smith nos cuenta la forma en que debemos liberar al mercado para que nos beneficie con poder.
¿Qué son los milagros?
Los milagros son hechos que no se pueden explicarse por leyes naturales, sino solamente por el poder del mercado.
¿Tiene una iglesia la doctrina de Smith?
Sí la tiene. Es invisible y rige los destinos de la sociedad por intervención del mercado, que con su mano invisible ordena, asigna, castiga y beneficia a los justos, enriquece a los eficientes y genera la paz sagrada en toda la sociedad. Esta iglesia tiene sus funcionarios y servidores que no se revelan como tales, pero actúan e influyen en la vida de toda la sociedad.
¿Quién fundó la Iglesia?
La Iglesia fue fundada por Adam Smith.
¿Cómo empezó Smith la fundación de la Iglesia?
Smith empezó la fundación de la Iglesia con la predicación de su doctrina en El Libro. Forman su iglesia los seguidores y estudiosos del Libro que desde esa remota época lo vienen siguiendo. Algunos profetas de los tiempos modernos son Ronald Reagan y Margaret Thatcher y sus obispos superiores Milton Friedman, Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek.
¿Se puede reconocer hoy a la verdadera Iglesia?
Si, hoy se puede reconocer a la verdadera Iglesia viendo si tiene por fundador a Adam Smith, si participa de las ideas luminosas explicitadas en El Libro, si ama a la mano invisible que es la que ejecuta las órdenes del mercado y si obedece las reglas dictadas por él. Si le falta algo de esto, no es la verdadera Iglesia.
¿Cuál es la misión de la Iglesia?
La misión de la Iglesia es llevar a cabo el plan de salvación y la prosperidad eterna y universal a todos y todas por dictamen del mercado y su mano invisible.
¿Qué poderes tiene la Iglesia para cumplir esta misión?
Para cumplir esta misión, la iglesia tiene el poder militar que sostiene el poder político y sobre todo el poder ideológico hecho carne en las personas, predicado por sus sacerdotes y en caso de que no quieran oír sus mensajes, obligarlos a aceptarlos con las armas legítimas.
Los sumos sacerdotes al servicio del mercado tienen poder de enseñar su doctrina a todas las gentes, santificarlas con su gracia y guiarlas con autoridad. Tienen “don de lenguas” ya que operan con los medios y difunden hasta en el mas insignificante detalle su doctrina.
¿Quiénes son los fieles smithonianos?
Los fieles smithonianos son los que, incorporados a la fe por la lectura del Libro, se integran en el mercado y son hechos partícipes de acuerdo a sus capacidades en funciones: normal como ciudadano; sacerdotal si son estudiosos del Libro, profética y real si son poderosos y gobiernan.
¿Están todos los fieles llamados a la santidad y al apostolado?
Sí, todos los fieles están llamados a la santidad y al apostolado, sea cual fuere su condición, por el mismo hecho de haber recibido y aceptado la fe de Smith.
¿Quién es la Cabeza invisible de la Iglesia?
El supremo y Cabeza invisible de la Iglesia es el mercado y su mano invisible.
¿Qué debemos hacer para ser discípulos de Smith y El Libro?
Debemos ser codiciosos, individualistas y alejarnos del pecado asociativo. Nunca organizarnos para nada, salvo para defender la fe. Debemos vivir nuestra vida individual sin pensar en los demás, de eso se encarga el mercado y su mano invisible. Debemos ser disciplinados, obedientes a nuestros superiores los empresarios y sobre todo humildes y huir de la crítica, que es un mal que una vez asumido por el individuo lo pervierte para siempre.
De la Redacción de AIM.