Las oligarquías latinoamericanas son algo único en el mundo; ni los despotismos orientales la igualan. El fraile belga Juan Comblin, muerto nonagenario en un convento del Brasil, la caracterizó en un documento reservado para la tercera conferencia episcopal de Puebla, en 1979, que transcendió gracias al clero conservador.
Según Comblin lo que hace únicas a las oligarquías latinoamericanas es su visceral desprecio del país donde nacieron y del pueblo que lo habita. Como la oligarquía argentina en su época dorada, entregan suelo y cielo a cambio de tirar manteca al techo en París y consideran la ´patria´ como el lugar de donde vienen los cheques.
Los déspotas orientales, unidos en una categoría económica y política única que es invento de los occidentales interesados en imponer su despotismo allí, estaban ellos mismos vinculados a su tierra y en eso eran solidarios con la población, a la que sentían abismalmente abajo, para enfrentar la prepotencia extranjera.
Nuestros oligarcas son así
Los oligarcas latinoamericanos en cambio, toman su traje y su perfume, sus libros y su comida, de la Europa que idolatran y en su propia tierra no ven sino un desierto capaz no obstante de un rendimiento económico que sostenga su parasitismo.
Según el crítico uruguayo Alberto Methol Ferré, en toda América Latina ´estamos ante la insurrección de los pueblos coloniales y de las clases sociales inferiores que reclaman justicia ante la explotación del capitalismo liberal, y que han sido víctimas de las ideologías modernas, porque tales ideólogos han reducido al hombre a categoría de mercadería intercambiable y mero factor económico de producción, ya sea bajo la empresa privada capitalista, ya bajo el poder estatal´.
Según una de sus tesis, en el caso de Uruguay y la Argentina, la productividad natural de la pampa húmeda casi sin trabajo humano, es un factor decisivo para la existencia y persistencia de una clase parasitaria que entiende la riqueza propia como un don de dios.
Como señaló un prominente ganadero, los campos están empobrecidos tras larga explotación pero todavía ´si uno le tira un toro, la vaca le da un ternero´.
Diferencias entre Cecilia y María Antonieta
La crisis chilena, inesperada como fue la presencia masiva de los obreros en las calles de Buenos Aires en 1945, tuvo una comentarista de primera fila en la propia esposa del presidente conservador Sebastián Piñera, Cecilia Morel.
´Estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé cómo se dice, y no tenemos las herramientas para combatirlas. Por favor, mantengamos nosotros la calma, llamemos a la gente de buena voluntad, aprovechen de racionar las comidas y vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”, dijo.
Quizá un poco tarde para acordarse de aplicar el gatopardismo, pero hay por lo menos un esfuerzo para tratar de comprender la situación como resultado de los actos propios, por más que haga intervenir a los alienígenas por falta de conceptos para interpretar los hechos.
Desde el fondo inmoral de la historia
Pero tras siglos de un dominio que arrancó con Bernardo O´ Higgins a principios del siglo XIX, tras el ocaso del poder español, parece haber un intento de comprensión que supera largamente al de la reina de Francia María Antonieta. Una anécdota que se le atribuye, poco antes de la revolución, dice que paseaba en coche cuando preguntó por qué toda la gente que veía parecía tan desgraciada. «Majestad, no tienen pan para llevarse a la boca», respondió el noble que la acompañaba. La mala cosecha del año 1789 había hecho estallar los precios del pan; el hambre amenazaba. Y María Antonieta habría contestado a esa explicación: «Si no tienen pan, que coman pasteles»
Nuestra oligarquía
La derrota de los españoles a principios del siglo XIX dio origen en Chile a un gobierno oligárquico que un oficial que participó de la guerra de la independencia caracterizó: ´El pueblo se benefició tanto de la revolución como los caballos que cargaron sobre los realistas en Chacabuco y Maipú´
Una suba anodina del precio del transporte en Santiago desató hace días una protesta. Así como un fósforo es capaz de incendiar un bosque, la protesta prosperó e incendió Chile, porque el clima era propicio y la sequía larga.
El presidente Sebastián Piñera dijo que su país estaba en guerra, pero no tardó en ver que esta vez la mera posición represiva y confrontativa con los carabineros y el ejército en la calle no rendiría y llamó a la oposición a dialogar.
Sin embargo, uno de los principales opositores se limitó a decir: ´Piñera está acabado´, opinión que en algún punto coincide con la de su propia esposa en aquella advertencia sobre lo muy feo que vendrá, al menos para ellos.
Una pequeña suba en el transporte
Las protestas comenzaron por el alza del precio de la tarifa del metro de la capital chilena -medida que el gobierno suspendió- y han derivado en un movimiento mucho mayor, que pone sobre la mesa otras demandas sociales.
No se trata de la suba del subte que se debe afrontar con sueldos bajos sino de una situación que viene de mucho antes, que incluye las administradoras de fondo de pensión, que sigen vigentes en Chila tras ser rápidamente eliminadas en la Argentina, la pésima atención de la salud pública, el pago de peajes en todos los caminos, la espera interminable en los hospitales, el precio de los medicamentos
Los orígenes
Una oligarquía latinoamericana se ha definido como el gobierno de un grupo cohesionado por intereses económicos y sociales, incluso familiares, que ejercen dominio sobre la población y copando el aparato estatal con funcionarios elegidos por el apellido, el prestigio, la amistad, el dinero o la reciprocidad en los negociados
La base social de la oligarquía son los terratenientes, los burgueses, los gerentes del capital extranjero, los grandes comerciantes y los mineros
Se sostienen en el poder mediante el clientelismo, la burocracia y el control dentro de la propia clase, que a veces admite rotaciones, incluso violentas, pero nunca fuera de la propia oligarquia, como son los golpes militares y las elecciones donde en realidad no hay alternativa.
La oligarquía chilena, desde los inicios, fue muy represiva, como se ve ahora en la actuación tan violenta como indiscriminada de los carabineros, y excluyente respecto de cualquier oposición. Está formada por terratenientes y mineros. A éstos se debe la guerra del Pacífico en que se apoderaron de parte del Perú, llegaron hasta Lima y dejaron a Bolivia sin sus 400 kilómetros de costa junto al océano. Para eso, como casi siempre en nuestra América, contaron con la colaboración interesada y solapada del Imperio Británico.
Neoliberales con Pinochet
La oligarquía chilena no conoció casi nunca, a lo largo de su historia, actos contestatarios fuertes, pero tuvo una alternativa que le resultó desagradable cuando con Salvador Allende subió un gobierno socialista al poder. El imperio estadounidense le aplicó entonces la doctrina de la ´manzana podrida´ que consiste en afirmar que un gobierno popular es un mal ejemplo que puede propagarse y hay que cortar de raíz.
En el caso de Allende, Kissinger adujo que permitir la corrupción socialista en Chile sería peligroso para Italia, donde se debían dirimir elecciones y la izquierda era fuerte. Y entonces apareció la figura ´salvadora´ de Pinochet, que recibió rápidamente la visita del pope neoliberal Ludwig von Hayek. En Santiago, junto a Pinochet dijo que prefería un gobierno liberal sin democracia a un gobierno democrático sin liberalismo.
¿Qué es la oligarquía?
El intelectual Salvador Bozza toma una definición del libro Casa Grande de Luis Orrego Luco, de 1908, que definió que en Chile gobiernan unas cuantas familias de antiguo abolengo unidas a otras de gran fortuna, transmitiéndose, de padres a hijos, junto con las haciendas, el espíritu de los antiguos encomenderos o señores de horca y cuchillo que dominaron al país durante la conquista y la colonia, como señores soberanos
Bozza considera que a pesar del tiempo transcurrido. la caracterización de Orrego es actual y sus líneas se avienen bien al momento presente
Para Bozza, la modernidad en América Latina se relaciona con los inicios de la vida independiente: las naciones de América Latina obtuvieron su independencia política a principios del siglo XIX: pero la independencia fue oficial y superficial y la dependencia era la experiencia más profunda ya que las elites de Latinoamérica dependían y estaban ligadas a Europa, y los intereses económicos dentro del sistema capitalista internacional forma parte de esta ligazón.
La función de Chile era proporcionar minerales; Argentina, carne; Brasil y Colombia, café; Cuba, azúcar, dentro de un modelo de exportación de materias primas que responde al modelo oligárquico del capitalismo monoproductor.
Bozza llama a este modelo Modernización Oligárquica, un modelo de integración de las economías locales al mercado mundial.
En Chile el sistema fue pensado por la oligarquía. Una prueba es el consenso obtenido gracias a profesores europeos de economía entre conservadores y liberales chilenos, que tenían diferencias culturales y politicas, pero comunidad de intereses económicos y defendieron librecambio, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Chile, como toda América Latina vive desde la conquista sumida en una condición de capitalismo dependiente que mantuvo las estructuras coloniales de organización social y dominación.
Las fuerzas mercantiles desarraigaban a comunidades completas de sus espacios ancestrales para trasladarlas, a veces a través de grandes distancias, hacia aquellos lugares donde su trabajo era más necesario o donde presuntamente se podía vivir o como se comenzó a decir casi como sinónimo ganar mejor.
Por los puertos se mira al mundo
En los puertos latinoamericanos: El Callao, Valparaíso, Buenos Aires, Montevideo, Portobelo, apareció una clase obrera con peligro de desarrollar una consciencia de clase. Pero también una clase medio de empleados públicos, profesionales, mandos medios del Ejército pequeños comerciantes.
El triunfo fue de una elite que buscó fomentar y desarrollar un sistema económico que le permita situarse en la primera posición, L a oligarquía se sitúa en el tope de la escala social, y va controlando el mercado y un estado de carácter plutocrático.
Pero este modelo, que la oligarquía pretendía eterno, empezó a crujir en la segunda mitad del siglo XX con regímenes de distinta calaña. Getulio en Brasil, Cárdenas en México, Arbizu en Guatemala, Castro en Cuba, la revolución boliviana, Perón en la Argentina, que por distintos caminos ya no respondian al esquema oligárquico latinoamericano
Entonces la presión social de los sectores excluidos de la pobre modernización de la elite exigió participar de la política y de las decisiones y hubo una toma de conciencia, y cuestionamiento contra la elite y de las desigualdades generadas por el mercado.
La reacción neoliberal no fue suficiente para contener esta marea. La situación de la vilipendiada Venezuela, Bolivia, los problemas de Ecuador y la violenta crisis chilena, con miles de detenidos, actos vandálicos, los carabineros sobrepasados, muertos y heridos son una señal. Como dijo la mujer de Piñera refieriéndose al destino de los oligarcas ´viene algo muy feo´.
De la Redacción de AIM.