El 2 de enero 1829 el gobierno de México decretó la expulsión de los españoles residentes en el país, continuando medidas anteriores en el mismo sentido.
Desde el inicio de la Independencia de México se empezaron expulsar españoles principalmente por razones políticas, ya que los primeros a los que se expulsó del país eran aquellos que ostentaron cargos en la administración española o en la de la Nueva España.
El primer tipo de expulsión era básicamente por circunstancias de guerra, cuando los expulsados habían sido parte de la política en Nueva España o en la península ibérica y el propósito de expulsarlos era que no volviesen a tener poder alguno en el nuevo país independiente de México; poco a poco aquellos se fue convirtiendo prácticamente en alguna clase de racismo con un poco de venganza y por supuesto, gracias a las grandes riquezas sustentadas por los españoles, también con un poco de razón y es entonces que entra el segundo tipo de exilio: leyes de expulsión contra los españoles, las cuales se llevaron a cabo principalmente después de la guerra.