Fue casi inmediato. Natural. Apenas la selección argentina perdió ante Francia, por 4-3, y quedó eliminada del Mundial Rusia 2018 en octavos de final, los hinchas ya teníamos un nuevo equipo para alentar en el certamen: Uruguay. La victoria charrúa ante Portugal, por 2-1, y el pase a los cuartos de final potenciaron ese sentimiento. Los argentinos amamos al equipo de Maestro Tabárez, queremos verlo campeón o, al menos, peleando hasta el final. Pero, mal que nos pese, ese amor no es correspondido. Ellos nos quieren ver perder.Y si es posible, siempre.
La Nación habló con diferentes protagonistas, argentinos y uruguayos que están estrechamente relacionados con los dos países, y pudo comprobar que esa disparidad de sentimientos es cierta y que va mucho más allá del fútbol. Los argentinos nos sentimos muy parecidos a los uruguayos, los admiramos por su forma de ser y hasta por su estilo de vida. Los charrúas, en cambio, se sienten muy diferentes a nosotros, creen que somos arrogantes, creídos y con una marcada necesidad de ser protagonistas. Eso sí: también reconocen que ese sentimiento nace por culpa "de los porteños que viajan todos los años a Punta del Este".
"El cariño de los argentinos por los uruguayos supera al fútbol, es mucho más grande. Es por su gente, por sus ciudades, por su idiosincrasia. Uruguay es como la Argentina hace 30 años, con mucha menos belicosidad en las calles. Ellos viven con un cambio menos, está buena la vida en Uruguay. Y eso nos gusta. Nosotros los sentimos muy iguales a nosotros y ellos, quizás al sentirse más pequeños futbolísticamente hablando, nos ven como un rival por vencer", explica Rubén el Mago Capria, quien jugó su último año como futbolista profesional en Peñarol, de Montevideo.
Y agrega: "Ellos consumen todo de la Argentina. Y los argentinos tenemos lo mejor con ellos. Pero, como decía, su rivalidad tiene que ver con el desafío de ganarles a los más grandes del continente: Brasil y la Argentina. A los brasileños los sorprendieron varias veces, y con nosotros quieren hacer lo mismo".
En una encuesta de D'Alessio Irol/Berenzstein, el 46 por ciento eligió a Uruguay como equipo para alentar en lo que resta de la Copa, seguido por Bélgica (13 por ciento), Colombia (12 por ciento) y Rusia (siete por ciento). Pero los charrúas no quieren saber nada con ese cariño argentino. Así lo explica Diego Rocha, de 26 años, un licenciado en Comunicación oriundo de Minas y con experiencia en medios deportivos de su país: "Me molesta un poco, en parte porque hay un sentimiento generalizado de que lo hacen con condescendencia, porque nos ven inferiores, y porque desconocen o se olvidan de 100 años de historia futbolística, de una rivalidad entre ambos equipos al nivel de un clásico Boca-River o Nacional-Peñarol. Cuando nos dicen 'pero uruguayo, nosotros hinchamos por ustedes, ¿por qué no nos quieren?', me causa gracia porque nadie les pidió que hinchen por nosotros".
"Para nosotros son nuestro clásico. No conozco hincha de Peñarol, Nacional, River o Boca que quiera que su rival de toda la vida sea campeón, de lo que sea. Ni siquiera en juveniles. Hasta por una cuestión de competir por quién tiene más títulos. Las finales de Copa América que perdió Argentina se festejaban porque no nos alcanzaban, seguíamos nosotros como los más ganadores. Y dejando de lado la rivalidad, también influye la forma de ser del argentino futbolero promedio, de creerse los mejores del mundo, de querer llevarse a todos por delante. Por ejemplo, cuando se definieron los octavos, luego de todo lo que les costó clasificarse en el grupo, un portal argentino tituló 'asoma un cruce entre Messi y Cristiano', ya dándose a ustedes casi adentro y a nosotros afuera", explica Rocha.
Para el Mago, ahí radica la primera diferencia: para nosotros no son un clásico, no existe tal rivalidad. "La generalidad nunca es buena. Pero es cierto que ellos tienen muchas más ganas de ganarnos que nosotros a ellos. Quizás ese sentimiento nosotros lo tenemos contra Chile", apunta el ex Racing, Newell's y Peñarol, entre otros. Y suma una anécdota que marca las excepciones de este amor no correspondido: "Paolo Montero, cuando yo estaba allá, los retaba mucho a los jugadores jóvenes que tenían ese sentimiento. Me acuerdo que les decía: 'En Argentina, nos tiramos un p. y nos cantan 'uruguayo, uruguayo'. Ellos nos quieren mucho, ¿cómo no los vamos a querer nosotros?'".
Los uruguayos, un hincha más del rival argentino
Es usual que el público uruguayo va a hinchar por el rival de la selección argentina. Además de los festejos en las finales de la Copa América, también hubo celebración tras la derrota del equipo de Lionel Messi ante Alemania, en la final del Mundial Brasil 2014.
"Me ha tocado ver partidos del Mundial en la oficina y escuchar murmullos constantes en los goles de Croacia, por ejemplo, o algún festejo. Hace cuatro años, vi la final contra Alemania en el Mundial de Brasil en Uruguay. Al término del partido, había gente festejando en las calles, tirando petardos. Lo juro, a ese nivel. Por ahí te dicen: 'A vos te conozco y quiero que te vaya bien, pero por la Argentina quiero que te vaya mal'. Es que cuando conocen a uno, está todo bien. Pero tienen el prejuicio del porteño que va a Punta del Este y sesea", confiesa Lola, una argentina que vive en Montevideo desde hace seis años y que prefiere reservar su verdadero nombre por "el qué dirán".
Aunque también cree que hay otros motivos: "Creo que es por la prensa argentina que consumen, que ni siquiera los argentinos consumen. Son de mirar programas en los que hacen análisis muy histriónicos. Ellos piensan que eso somos los argentinos. Pero el Mundial pasado fue un antes y un después, por eso ahora quiero que no ganen más".
Al ser consultado sobre los festejos por la derrota argentina en aquella final, el uruguayo Rocha responde: "Yo no los recuerdo. Capaz que algún bocinazo o tirar algunos cuetes (sic), no lo dudo, pero festejos en las calles no creo. Tan obsesionados no estamos. Creo".
Eso sí, el triunfo 4-3 de Francia fue motivo de felicidad para el hincha charrúa: "Sentí alivio y cierta alegría. La mayoría de los uruguayos no quiere que salgan campeones de nada, futbolísticamente siempre está el deseo de que les vaya mal. También porque no nos íbamos a cruzar en cuartos, porque estaba la idea de que por más mala que haya sido la fase de grupos, en los mano a mano comienza otro Mundial y un equipo con Messi no lo querés enfrentar nunca".
Más allá del fútbol
Los prejuicios de los uruguayos con los argentinos no tienen un origen en el fútbol, sino que están fundamentados en cómo creen que somos. "Ellos son muy cordiales, son tranquilos. Pero sí es manifiesto el sentimiento que tienen para con el argentino, que uno piensa que es como una relación entre hermano mayor y menor. Tienen como un complejo de inferioridad, pero en realidad lo tienen con el porteño en general, que suele ser más avasallante. Esas actitudes no le suelen caer bien", analiza José, otro argentino que vive en Montevideo desde hace seis años y que también prefiere no decir su verdadero nombre. "Les molesta la prepotencia, o que hablen en voz alta, o que se hagan notar, o que reclamen. El uruguyo es más tranquilo, no le gusta el protagonismo".
Silvina Ajmat, periodista del diario La Nación, cubre la temporada de verano en Punta del Este desde hace varios años y aboga por la teoría del malestar que produce en el uruguayo promedio la forma de ser del argentino. "No les gusta que vayamos tan rápido, que tratemos de llamar la atención todo el tiempo, que estemos todo el tiempo posando o en situación de vidriera. Tampoco les gusta cómo somos con el tema del tránsito. Según ellos, no respetamos ninguna regla, y ellos son súper perfeccionistas en ese aspecto". Aunque aclara: "Igual les pasa solo con los porteños; cuando se dan cuenta que sos del interior, tienen la mejor".
Alejandra es argentina y está casada con Jorge, uruguayo, desde hace más de 30 años. Con tres hijos en común, todos argentinos, conoce como pocos la teoría del amor no correspondido entre el pueblo argentino y el charrúa.
"Nosotros los queremos porque son personas amables, sencillas, con una forma de vida muy diferente a la nuestra. Ellos no corren, se toman su tiempo para todo, nosotros vivimos corriendo detrás de nada", asegura. "Ellos no nos quieren porque somos impulsivos, a veces desagradables, nos ven como creídos todo el tiempo. No tenemos paciencia y vivimos burlándonos de todo el mundo".
Alejandra también se siente uruguaya. "Vivir con un uruguayo es diferente, nos hizo amar más a ese paisito hermoso. Nos acercó a sus costumbres que ya son un poco nuestras. Cuando estamos en Uruguay nos sentimos en casa. El uruguayo es más costumbrista, no necesita tener todo para vivir, con vivir tranquilo es suficiente. Así son".
Pero no está ajena a la rivalidad futbolera: "La cuestión futbolística es terrible. Mi hija, que es argentina, vive en Montevideo y las burlas que se está comiendo por la salida de la selección son diarias. Pero es el fútbol, es así, como nosotros somos con los brasileños".
Los amores no entienden de lógica, ni siquiera cuando no son correspondidos. Por eso, este viernes, ante Francia, los argentinos no dudaremos: "Vamo' arriba. Uruguay, nomá'".
Por: Jeremías Prevosti para La Nación.-