La belleza cuesta. El negocio de los productos cosméticos mueve alrededor de 350.000 millones de euros al año en todo el mundo. Pero también puede costarles la salud a sus consumidoras, sobre todo si hablamos de mujeres de etnias diferentes a la caucásica.
“Los productos para la piel con mercurio aún son utilizados por ciertas poblaciones, como las comunidades inmigrantes en Estados Unidos”, señala a Sinc Ami R. Zota, profesora de Salud Ambiental y Ocupacional en el Instituto de Salud Pública Milken de la Universidad George Washington (EE UU).
El mercurio es un ingrediente que solía utilizarse en los jabones y cremas para aclarar la piel, puesto que sus sales inhiben la formación de melanina y dan un tono más claro a la tez. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el principal efecto adverso de estos productos es el daño renal, aunque el metal también puede causar erupciones cutáneas, decoloración y disminuir la resistencia de la piel a infecciones bacterianas o de hongos.
Dados los daños que provoca en el organismo, la distribución de cremas y jabones que contienen mercurio está prohibida en la Unión Europea y en varios países africanos. En el caso de EE UU, la Administración de Alimentos y Medicamentos permite su venta siempre que las concentraciones del metal sean inferiores a un mg/kg. La norma es similar en Filipinas, mientras que en Canadá esta proporción se eleva a tres mg/kg.
Pero en la práctica, los expertos denuncian que la regulación no siempre se cumple. Como explica Zota, las mujeres a veces obtienen estos productos de sus países de origen o en pequeñas tiendas que importan los cosméticos de otros lugares. La OMS también alerta de las ventas mal controladas por internet. “Es difícil regular y gestionar el flujo de productos de consumo, incluidos los cosméticos, a través de las fronteras”, reconoce la experta.
El uso de estos cosméticos y de alisadores de cabello, dirigidos a seguir los cánones de belleza occidental, provoca que las mujeres negras presenten niveles más altos de productos químicos en sus organismos que las blancas, según un estudio dirigido por Zota.
El trabajo, publicado en la revista American Journal of Obstetrics and Ginecology, repasa diferentes investigaciones en las que se alerta de que la exposición a productos químicos tóxicos durante el embarazo puede perjudicar al desarrollo del feto. Además, estos productos también repercuten negativamente en la fertilidad y en el riesgo de sufrir cáncer.
En la India, un país donde sigue vigente el sistema jerárquico de las castas y en el que la piel oscura se asocia a los estratos sociales más bajos, conseguir una tez clara se convierte en una obsesión. Las cifras lo demuestran. El 61 por ciento del mercado de dermatología lo copan las cremas blanqueadoras.
Aunque allí está prohibido tanto importar como fabricar cosméticos que contengan mercurio, un estudio reciente reveló que las once cremas blanqueadoras que analizaron y que se vendían en la región de Delhi-Ghaziabad contenían concentraciones del metal.
Los autores del trabajo, publicado en la revista Current Medicine, Research and Practice, afirman que “ninguno de los productos analizados menciona que contenga mercurio en la etiqueta”. Al no hacerlo “los consumidores están siendo engañados”.
La OMS también denuncia que este metal no siempre aparece en la lista de ingredientes y aconseja buscar los siguientes términos: Hg, yoduro mercúrico, cloruro mercurioso, mercurio amoniacal, amidocloruro de mercurio, azogue, cinabrio, hydrargyri oxydum rubrum o yoduro de mercurio.
Según Zota, las compradoras suelen confiar en que si adquieren un producto en una tienda o a través de internet habrá pasado diferentes controles sanitarios y de seguridad. “Sin embargo, con frecuencia no es el caso”, matiza.
Junto a la piel clara, el pelo liso es otra característica común del modelo de belleza occidental. La que fuera primera dama estadounidense, Michelle Obama, que siempre aparece con el cabello alisado, causó furor en las redes sociales cuando se publicó una foto suya en un ambiente relajado con su pelo rizado recogido con una cinta.
En Estados Unidos y en otros países se utiliza el término anglosajón good hair (“buen pelo” en castellano) para calificar al cabello que no necesita alisarse, una expresión cargada de sesgos raciales.
“La evaluación del cabello de las mujeres negras se remonta a la esclavitud. Es un identificador racial solo superado por el color de la piel”, denuncia a Sinc Cynthia L. Robinson, directora del departamento de Estudios Negros de la Universidad de Nebraska Omaha (EE UU).
La investigadora analizó los testimonios de 38 mujeres negras de entre 19 y 81 años, y concluyó que la conexión entre el cabello y la belleza se relaciona con la etnia y el género, lo que perjudica a las mujeres negras con cabellos rizados.
“El cabello está ligado más directamente a la belleza de las mujeres. Los hombres pueden llevar la cabeza calva, sobre todo los varones negros, y aun así ser considerados atractivos. No ocurre lo mismo con las mujeres”, compara Robinson.
En una encuesta realizada por Perception Institute a 502 mujeres negras y blancas, casi la mitad (el 48 por ciento) de las afroamericanas afirmaba llevar el pelo liso. Además, una de cada cinco mujeres negras reconoció sentir presión social para alisar su pelo cuando iba a trabajar, una proporción que duplica a la de las blancas. En un artículo publicado en la revista Forbes se analizaba si un estilo de pelo natural podría jugar en contra en una entrevista de trabajo.
Esta presión social puede llegar a generar malestar psicológico. Un 29 por ciento de las mujeres negras de la encuesta afirmó sentir mucha ansiedad por el pelo, frente al 16 por ciento de las blancas. El estudio reveló que las afroamericanas millennials, menores de 30 años, aceptaban mejor la naturaleza de su cabello pero también veían más profesionales los peinados lisos que los que tenían texturas.
Como ocurre con los productos que aclaran la piel, las sustancias para alisar el cabello pueden suponer un riesgo para la salud. “La mayoría suelen llevar parabenos y conservantes que pueden producir eccemas alérgicos de contacto”, apunta Paloma Borregón, de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
También suelen incluir sustancias químicas estrogénicas, cuyos posibles efectos adversos son una pubertad prematura en niñas, alteraciones endocrinas e incluso tumores uterinos. Aquí entran en juego los llamados disruptores endocrinos, sustancias que interfieren con la producción de hormonas y el metabolismo y que incluyen algunos cosméticos como los alisadores.
Son las mujeres afroamericanas quienes consumen en mayor proporción este tipo de productos. Alrededor del 50 por ciento de las mujeres negras encuestadas en otro estudio afirmó utilizar alisadores del cabello que contenían estas sustancias nocivas, frente a un ocho por ciento de las blancas.
“La presión por cumplir con los estándares occidentales de belleza significa que las mujeres negras, latinas y asiáticas usan más productos de belleza y, por lo tanto, están expuestas a niveles más altos de productos químicos que son dañinos para la salud”, subraya Zota.
Modelos como Diandra Forrest, afroamericana albina que ha protagonizado una campaña de la compañía de cosméticos Wet n Wild, están ayudando a derribar los patrones de belleza tradicionales. También Winnie Harlow, imagen de Diesel y Desigual que sufre vitíligo, una enfermedad que implica pérdida de color de la piel en algunas zonas. Ambas están mostrando en las pasarelas que no importa el tono de piel ni el tipo de pelo. La belleza está en la diferencia.
Dejando a un lado el mercurio, los productos blanqueadores o despigmentantes, como se conocen en España, suelen incorporar protector solar e hidroquinona, que también tienen sus riesgos.
“La hidroquinona tópica se puede usar de manera segura si se sabe cómo utilizar, es decir, dónde aplicarla o cuánto tiempo usarla, porque puede ocasionar problemas si se emplea incorrectamente”, advierte a Sinc Roopal V. Kundu, profesora de Dermatología y Educación Médica en la Universidad Northwestern (EE.UU.).
Los especialistas emplean este tipo de sustancias para tratar problemas de la piel como el melasma –manchas oscuras comunes durante el embarazo– o daños solares.
La dermatóloga Paloma Borregón alerta de que los despigmentantes no deben usarse durante el embarazo tanto por la hidroquinona como por el ácido retinoico que también incorporan.
Además, tienen otros efectos secundarios como la sensibilización solar. “Favorecen que te quemes más, por lo que no se deben usar en verano”, recomienda Borregón.
Fuente: Sinc/Laura Chaparro.-