Se trata del proceso de producción de un aceite dieléctrico refrigerante para uso en transformadores eléctricos, que emplea como materia prima un aceite vegetal a base de soja. Fue desarrollado por investigadores de la UNL.
La invención convalidada por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial se denomina: Proceso de producción de un aceite dieléctrico. Es propiedad de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en conjunto con Alejandro José Perez Bigot y Luis Oscar Schujman de la empresa Aceite Especiales Santa Fe (Acesfe). Los inventigadores de la UNL que trabajaron en esta tecnología son Juan Carlos Yori, Carlos Román Vera y Gerardo Carlos Torre de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL. El objetivo fundamental de este desarrollo es reemplazar los fluidos dieléctricos en uso actualmente, que son derivados del petróleo, ya que conllevan muchos problemas de toxicidad y riesgo de inflamación y, fundamentalmente, por tratarse de una fuente que no es renovable, por un aceite vegetal a base de soja.
Para la entrega de la concesión de la patente se realizó un encuentro en rectorado de la UNL donde estuvieron presentes el rector Enrique Mammarella; el secretario de Vinculación y Transferencia Tecnológica, Javier Lottersberger; el director del Programa de Fortalecimiento de Unidades Productivas de la UNL, Eduardo Matozo; el decano de la FIQ, Adrián Bonivardi; los representantes de la empresa Aceite Especiales Santa Fe (Acesfe); los investigadores involucrados, entre otras autoridades.
Protección de la investigación
La UNL, a través de la Secretaría de Vinculación y Transferencia Tecnológica, brinda a sus investigadores y docentes apoyo durante todas las etapas del trámite para la protección de los resultados de sus investigaciones, lo que se enmarca dentro del proceso de valorización de conocimientos de la UNL, cuya finalidad es la transferencia de tecnologías y del conocimiento al medio socio productivo.
“Esta patente trata de un fluido dieléctrico de uso en transformadores que hemos desarrollado en la UNL, el mismo utiliza una fuente renovable que es el aceite de soja, a la cual se la somete a una serie de procesos químicos que le confieren las propiedades necesarias para funcionar dentro de un transformador”, explicó el investigador Yori.
Sobre la tecnología mencionó: “las ventajas que tiene el aceite que nosotros hemos desarrollado es el hecho de que, además de tratarse de una fuente biodegradable (no tiene un efecto adverso hacia el medio ambiente), no tiene toxicidad, ya que estamos hablando de un aceite refinado que es el mismo que utilizamos para preparar nuestros alimentos. También, frente a los fluidos derivados del petróleo, es mucho más seguro porque tiene un punto de inflamación mucho más alto, lo cual lo vuelve más seguro porque hay menos riesgo que un transformador se prenda fuego o explote”.
La invención de este producto es un caso concreto que se ha logrado obtener en la UNL para ser usado en transformadores en lugares reales. Desde la FIQ, se viene trabajando hace cinco años en un transformador probado con este aceite y los resultados fueron óptimos. “Hasta el momento, todo indica que el aceite que se está utilizando, de origen vegetal, tiene propiedades iguales o mejores que los aceites minerales. La gran ventaja es que se trata de un producto que es amigable con el medio ambiente”, aseguró Bonivardi.
Proceso tecnológico y aplicación
“Actualmente, los proyectos desarrollados, más allá que tienen una parte técnica muy específica que tiene que ver con la disciplina propia de la Facultad de Ingeniería Química, incluyen una problemática mucho más compleja. En este caso, el aceite debe ponerse en un transformador; este aparato es eléctrico por eso hay que trabajar con otros profesionales”, comentó el decano de la FIQ. También explicó que “son empresas las que trabajan con estos transformadores, no solo la Empresa Provincial de la Energía (EPE) sino también las cooperativas. Por lo cual, esto tiene un grado de complejidad alto, por trabajar con distintos actores, no solo académicos, sino también del gobierno y sectores sociales que se ven afectados con este tipo de uso”.
Se trata de un proceso de trabajo interdisciplinario, participan ingenieros químicos, eléctricos, industriales y empresarios, un gran equipo alrededor de un objeto de trabajo complejo como es el desarrollo de un producto de estas características. “Estamos trabajando con un material de la región que es renovable (soja). Que tiene un valor internacional porque es un comodity, con un uso industrial sofisticado que le agrega valor en origen, con un destino industrial mucho más sofisticado que el de vender el grano para hacer aceito o exportarlo directamente”, aseguró Perez Bigot.
“Es un doble orgullo, primero porque estamos a la altura de solucionar problemas que hoy está demandando la industria y, segundo, porque no tenemos que recurrir a importar tecnología, sino que podemos producirla en el país.”, destacó Yori, investigador de la UNL y Conicet.