El ingeniero agrónomo Ernesto Massa, integrante de Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Apinta), defendió la generación de pensamiento científico crítico de la mano del Estado. “Hay que sostener, fortalecer y mejorar las instituciones públicas para tener soberanía, agregar valor a la producción primaria, cuidar el ambiente y mejorar la calidad de vida de la gente”, aseguró el profesional.
Argentina discute hoy dos modelos: uno, que sostiene lo público; el otro, que mercantilizará todo. En ese marco, Ernesto Massa, integrante de Apinta dijo a esta Agencia que la elección “genera incomodidad”, pero, ante este escenario, muchos profesionales sindicalizados consideran que hay que apoyar a Sergio Massa de Unión por la Patria (UP), “porque mantendrá lo público y tiene una apertura para fortalecer y mejorar las instituciones”.
...se puede pensar líneas por fuera del mercado que tienen que ver con ciertas demandas que no responden al punto de vista de la oferta sino que son problemáticas que caen y, de alguna manera, alguien las tiene que atender...
Ernesto Massa, investigador, integrante de Apinta.
Para el investigador es importante apostar por un proyecto de país que abra un abanico a la ciencia y la tecnología, “donde el Inta pueda ir más allá del potrero, es decir, meterse un poco en el agregado de valor, desarrollando y mejorando la ciencia y el conocimiento que tiene y que comparte con parte de la población, la comunidad, los productores agropecuarios, las escuelas, las universidades y otros centros de investigación, que se nutren de lo que genera, lo que es difícil de cuantificar y monetarizar esas órbitas de conexiones”.
En ese sentido, apuntó que hay cosas que tienen un valor y se pueden medir “como un proyecto que tiene un trimestre un presupuesto y tiempos administrativos”, pero hay desarrollos que llevan años de investigación y que se van entrelazando y eso no posee un valor mercantil, sino que supone un trabajo de relaciones más complejas que trazan un programa que lo trascienden: “Hay bases genéticas de mucho tiempo de mejoramiento, que eso es un valor intensivo que no es monetarizable porque implicó tiempo, variedades y mucho trabajo de muchísima gente para lograr distintos productos, por ejemplo, en mejoramiento genético. Sin embargo, ese desarrollo es cuantificable a media, pero hay una historia del tiempo y de inversiones estatales en ciertas cuestiones que son muy difíciles de monetarizar, porque ahí estuvo la puesta del Estado en distintas líneas de trabajo para poder ir solidificando a través del tiempo y darle continuidad a su vez”
Las instituciones públicas “no solo aportan el desarrollo desde el punto de vista económico (ya que Inta por peso invertido desde hace unos 30 años genera una retribución de 11 pesos) sino que aportan a la soberanía del país con el desarrollo de ciencia y técnica y de pensamiento crítico, para que no dependamos siempre de los países hegemónicos, generadores de ciencia y técnica (que eso sale dólares)”, destacó.
En ese marco, contó que hay otras ramas que no tienen valor de uso “como la política del Inta de reconocimiento del cambio climático, ya que tiene muchas líneas de trabajo que van en función de cómo monitorear y atenuar las emisiones de carbono, que no solo es un problema de argentina sino del mundo”.
También, apuntó que en Inta -como en algunas universidades o facultades-, “se puede pensar líneas por fuera del mercado que tienen que ver con ciertas demandas que no responden al punto de vista de la oferta sino que son problemáticas que caen y, de alguna manera, alguien las tiene que atender, como por ejemplo qué pasa con el uso de subproductos de las aplicaciones agrícolas o cómo se puede desplegar la agroecología y la utilización de los humedales para la producción, por lo que se hacen convenios y experiencias que tienen que ver con el uso del fuego, se trabaja en el monte enterriano con los pequeños y medianos ganaderos que hacen cría para tratar de, justamente, seguir produciendo y cuidar el recurso del monte y mejorar ese tipo de monte en todo lo que sea siembra de pastura, de especies y reproducción de especies nativas”.
“Le preguntaría a Millei (quien habla tanto de la cuestión económica) qué piensa del desarrollo de la materia gris, el pensamiento o la ciencia aplicada que es, justamente, un valor que tienen los países en vía de desarrollo y más desarrollados, donde, de alguna manera, se bancan desde el Estado líneas de trabajo para generar patentes y conocimiento, que, en un futuro, se representan en entradas de dólares para el país. Entonces, eso no sale solamente porque el mercado administra parte de ese conocimiento. Muchas veces el mercado toma ese conocimiento generado en muchas universidades e instituciones públicas, que, de alguna manera, son aplicadas para la generación, también de divisas, no solamente de soberanía”, señaló, y agregó: “Hay muchos conceptos que se abordan con la cuestión de la soberanía, una cuestión fundamental que no hay que desprenderse para el desarrollo de cualquier país”.
El ingeniero, destacó la importancia de la soberanía alimentaria y puso como ejemplo el Programa Pro Huerta “que tienen toda una lógica de alimentación saludable y de no comprar semillas patentadas, sino que implica la utilización de variedades de semillas que fueron mejoradas, no por ninguna empresa, sino que a través de generaciones de personas que la utilizaron a través de distintas geografías del país y de eso no se paga regalía”.
Por otro lado, contó que “existen muchísimos desafíos nacionales e internacionales, en los que la ciencia argentina tiene mucho para aportar y ayuda a resolver problemas, por lo que es trascendental defender lo público porque no solo que somos líderes en problemáticas o desafíos sino que esto hace a la soberanía nacional, por eso creemos, pensamos y apostamos a mantener le Inta y las instituciones públicas”.