El gerente General de la Cooperativa Agrícola Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar), Marcelo Pagliaruzza, afirmó a AIM que “normalmente, se dice que el aumento del tipo de cambio beneficia a la agricultura porque los granos se exportan y se comercializan a valor dólar, pero lo que también debe tenerse en cuenta es que los insumos que utilizan los productores están en dólares”.
Tras la inevitable realidad del cambio climático -sequía histórica y luego la lluvia, cuando se recolectaba la soja- apareció en el centro del escenario económico productivo la suba del tipo de cambio, que repercutió fuertemente en el sector agropecuario, acompañado por el aumento de la tasa de interés del 40 por ciento anunciada por el Banco Central de la República Argentina. Fuerte reclamo de previsibilidad, reglas claras, y desburocratización del Estado.
En ese marco, Pagliaruzza opinó sobre cómo afectan el dólar y la suba de las tasas de interés al productor agropecuario: “Normalmente, se dice que el aumento del tipo de cambio beneficia a la agricultura porque los granos se exportan y se comercializan a valor dólar, pero lo que también debe tenerse en cuenta es que los insumos que utilizan los productores están en dólares. Lo único que podemos decir que queda pesificado son todas las tareas de laboreo y trilla. En conclusión, el beneficio para el agricultor existe, pero es parcial”.
En lo que respecta al tambo, y a la producción de cerdos, que dependen del mercado interno, “el perjuicio es importante ya que el insumo básico es el alimento balanceado, y, al subir por la devaluación los cereales-oleaginosas, impacta proporcionalmente en el precio del alimento”, explicó.
Financiación para sembrar
El gerente General de Coopar detalló que, “después de una cosecha que puede llegar a ser un 55 por ciento menos de lo que se proyectaba, lo cual producirá pérdidas importantes, y hará que para volver a sembrar se necesite financiación, el hecho que la tasa de interés esté tan alta complica fuertemente al sector. En la actualidad, recurrir a las entidades bancarias con estas tasas puede ser un salvavidas de plomo. Es de manual que el aumento de la tasa de interés afecta a todo el sector productivo”.
Visión sobre el escenario económico
- ¿Cuál es su visión sobre la situación económica y las consecuencias que tiene para el sector agropecuario?
-Creo no tenemos que ver la foto, sino la película. Venimos desde hace años con una inflación importante; en Latinoamérica, solo Venezuela está por encima de Argentina, con fuertes distorsiones de precios, como ser, en las tarifas públicas, y con un fuerte déficit fiscal y comercial. Tuvimos mercados intervenidos, que dejaron como consecuencia una menor producción, y aunque esta situación hoy se corrigió y la producción aumentó, padecemos un Estado enorme y deficitario. Para reducir ese
déficit debemos poner el doble de trabajo, por la sencilla razón que ese factor es la principal causa de la inflación. Necesitamos previsibilidad, reglas claras, y desburocratizar el Estado.
El contexto inflacionario perjudica al sector
El contador advirtió que, en un contexto inflacionario, “las consecuencias para el sector no van a ser nunca buenas y con altas tasas de interés, el panorama tampoco será positivo. Obviamente que, a los sectores que sólo dependen del mercado interno les va a afectar más que a los que dependen del mercado externo”.
- ¿Existe preocupación en Coopar sobre los costos que deben enfrentar los productores, la suba de tasas, y la posibilidad que se deprima el consumo interno?
-La suba de costos y de tasas impacta directamente en la rentabilidad del productor y, como consecuencia, el mercado interno también se debería deprimir. Necesitamos líneas crediticias específicas para la actividad, con tasas razonables, para que la rueda siga girando. Bien sabemos que la actividad agropecuaria es fundamental en la economía de nuestro país.
Reclamo de líneas específicas
Consultado si cree que son necesarios créditos a tasas que guarden relación con la actividad que los demanda y la formalización de instrumentos financieros o valores negociables que permitan acortar los plazos de cobro por sus productos, aseguró que se necesitan “líneas crediticias específicas para la actividad, con tasas razonables para que la rueda siga marchando, porque bien sabemos que la actividad agropecuaria es fundamental en la economía de nuestro país. También sería importante lograr financiamiento a través del mercado de capitales, como se da en otros países del mundo. En el nuestro, la operatoria es muy baja y habrá que adecuar los mecanismos para que se divulgue y se facilite”.
Sobre quién debería impulsarlos, si el gobierno o el sector privado, Pagliaruzza respondió que, a su criterio, “el gobierno debería bajar la línea”, pero aclaró que es importante que “no todo tenga que pasar por el Banco Nación, que es la entidad con mejores instrumentos crediticios, sino que además debería exigir a los bancos privados que vuelquen al sector instrumentos financieros acordes al momento, que participen en esta instancia del país, que los necesita. De lo contrario, aparecen con una batería de opciones, pero solamente cuando todo va bien”.
Baja de tasas
Para el Gerente General de Coopar, es necesaria una baja en las tasas, debido a que los niveles actuales ponen en riesgo el financiamiento de los pequeños y medianos productores. “Es indispensable una baja en las tasas. ¿Quién invertirá en una actividad productiva con estas tasas? Es el sector cooperativo el que cobija los pequeños y medianos productores, que son quienes necesitan más aun una mejora en las tasas”.
Sobre la posibilidad de desacoplar el valor de la divisa con los costos internos, Pagliaruzza destacó que “si pensamos únicamente en nuestro sector, seguro que nos beneficiaría, pero sería un pensamiento egoísta. Los desdoblamientos del tipo de cambio a lo largo de la historia de nuestro país, siempre terminaron con mayor inflación”.
El dato
El sector cooperativo busca nuevas opciones de crédito en momentos en que el productor agropecuario atraviesa una situación muy difícil, como consecuencia de las severas restricciones financieras que enfrenta la economía.
Como dato vale destacar que, en la actualidad, una pequeña empresa debe afrontar tasas que en el mejor de los casos parten del 30 por ciento anual, y llegan a niveles del 70 por ciento, es decir porcentajes totalmente incompatibles con los márgenes de la producción.
En la Argentina, el crédito representa cerca de 15 por ciento del producto bruto interno, cuando en Brasil supera el 60 por ciento, en Chile llega a 80 por ciento y en Australia a 140 por ciento. De este bajo porcentaje, el campo sólo recibe el equivalente a nada más que 1,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), una participación que, además, se ha ido reduciendo en los últimos años.