Se analiza en la comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados un proyecto de Ley por el que se busca establecer que en todos los edificios escolares, públicos o privados y de todos los niveles de la provincia se realicen “al menos una vez al año y en forma obligatoria ejercicios de evacuación en simulacro de situaciones límites, emergencias y catástrofes, tales como incendio, derrumbes, emanación de sustancias o gases tóxicos, amenaza de bomba, explosión, adecuándolos a las características edilicias particulares propias de cada inmueble”, confirmó AIM.
La iniciativa determina que cada unidad educativa, a través de la autoridad de aplicación, “deberá confeccionar un protocolo o guía de evacuación acordes a las características edilicias y cantidad de matrícula de cada establecimiento escolar”, y tendrán que “exhibir un esquema simplificado del protocolo en lugares visibles del establecimiento”.
Precisamente, en los fundamentos, se argumentó que “ante una amenaza natural o provocada por el hombre, los niños y jóvenes representan uno de los grupos más vulnerables, si ese evento ocurre cuando están en el establecimiento educativo todos los involucrados deben estar preparados para evitar o mitigar los resultados dañosos, por lo que la protección durante estos eventos requiere de dos acciones prioritarias que, aunque distintas, son inseparables: la educación para la reducción del riesgo de desastres y la seguridad escolar”.
Los niños y jóvenes a los que se les impartió conocimientos sobre los riesgos de las amenazas naturales o provocadas por el hombre “desempeñan un importante papel cuando se trata de salvar vidas y proteger a los miembros de la comunidad en momentos de crisis y esos conocimientos a su vez son trasvasados al ámbito hogareño”, se especificó.
“Educar es prevenir. Cuando las poblaciones conocen las amenazas a que están expuestas, los recursos con que cuentan para enfrentarlas, aumentan sus posibilidades de prevenir los desastres, o por lo menos de reducir el impacto de los mismos. Mientras mayor sea la educación y la organización de una comunidad, mayor será su capacidad para prevenir, reducir y mitigar los factores de riesgo, y para recuperarse de los efectos de los desastres desencadenados por fenómenos naturales o por acciones humanas”, aseguró la autora de la iniciativa Sara Foletto.