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Política
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Protestas contra la crisis ambiental y cómo no morir en el intento

Por Miguela Varela, de Revista PPV, especial para AIM. Siete millones de jóvenes participaron el último viernes de una acción coordinada en varios países reclamando medidas contra la crisis climática. En Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Uruguay, Brasil, España, Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, India, entre muchos otros. Tomaron las calles para interpelar a los gobiernos sobre la urgencia que el tema requiere y sobre la necesidad de dar una respuesta a las futuras generaciones.

Protestas contra la crisis ambiental y cómo no morir en el intento
Protestas contra la crisis ambiental y cómo no morir en el intento

Las protestas

En este marco, las políticas nacionales no responden a estas demandas y algunos líderes globales incluso niegan las consecuencias de estos hechos, como los casos de Donald Trump y Jair Bolsonaro. Así surgieron las huelgas estudiantiles en Suecia de la mano de Greta Thunberg. La adolescente generó un gran impacto mediático con su huelga escolar los días viernes, al mismo tiempo que lanzó la plataforma Fridays for Future (Viernes por el Futuro). Desde allí, esta agrupación de jóvenes se pregunta: “A los chicos se les requiere ir a la escuela. Pero con la destrucción climática que va empeorando, este objetivo empieza a perder su punto. ¿Por qué estudiar para el futuro, si el futuro podría no estar ahí? ¿Por qué dedicarle mucho esfuerzo para educarse, si nuestros gobiernos no escuchan a los educados?”.

De la mano de este ejemplo, miles de estudiantes, activistas, sindicatos y otras organizaciones no gubernamentales comenzaron a hacer de la crisis climática una bandera de lucha.

Fortalezas y debilidades

Poner este tema sobre la mesa, no sólo es necesario, sino también urgente. Así como las demandas feministas se convirtieron en un tema obligado para la política, las intervenciones urbanas de miles de estudiantes y activistas ambientales interpela a los políticos de manera directa. Sin embargo, como todo movimiento, tiene sus fortalezas y sus debilidades.

Por un lado, no es menor generar una acción global coordinada en más de 1200 ciudades. Las redes sociales se han convertido en herramientas fundamentales para la organización de estos hechos entre los más jóvenes. No obstante, las consignas están centradas en reclamos dirigidos claramente contra los gobiernos por ser parte de la mesa de decisiones donde se definen las políticas ambientales, las concesiones a empresas que contaminan, entre muchas otras cuestiones. Pero esta mirada, de alguna manera, se aleja de la crítica a las grandes corporaciones, y no sólo de aquellas del tipo extractivista de los recursos naturales, sino de todo el entramado que sostiene al sistema de producción actual: las grandes corporaciones de producción de alimentos, laboratorios, automotrices, tecnológicas, medios de comunicación, entidades financieras y bancarias. Además, tampoco cuestiona a las mismas instituciones del mainstream político global como Naciones Unidas, el Foro de Davos, el Fondo Monetario Internacional y el Parlamento Europeo, entre otros. El blanco son los gobiernos elegidos democráticamente.

Los reclamos exigen, en líneas generales, la eliminación completa de los combustibles fósiles, el fin de la quema y la deforestación en la selva amazónica y una transición inmediata hacia una matriz energética 100 por ciento renovable, justa y equitativa.

¿Cómo seguir?

Entonces, ¿podremos sostener los reclamos sólo mirando a los gobiernos locales? ¿Podemos denunciar lo que está sucediendo desde los sillones de las Naciones Unidades? ¿Tomarán en serio nuestros reclamos los grandes entrevistadores de los medios de comunicación hegemónicos? ¿Serán las multinacionales las encargadas de encarar este proceso de reconversión productiva teniendo siempre como eje fundamental aumentar sus ganancias a costa de los pueblos?

La historia se ha cansado de demostrar que cientos de activistas ambientales, sociales y políticos fueron brutalmente asesinados cuando pretendieron alzar la voz contra los grandes poderes. Hace algún tiempo, desde Revista PPV, se publicó la nota “América Latina ante las persecuciones políticas del siglo XXI”, donde analizábamos cómo la militancia ambiental se cobraba muertes que eran invisibles en las noticias. Marielle Franco, Berta Cáceres, Camilo Catrillanca y los miles de pequeños productores de alimentos que luchan día a día contra el uso de agrotóxicos y contra la instalación de multinacionales que roban los recursos naturales a sus pueblos, son ejemplos que no han llegado a tener la visibilidad que hoy tienen estas manifestaciones. Tal vez cuestionaban más a fondo el sistema económico, tal vez por ser latinoamericanos, tal vez porque el contexto era otro. Lo importante es que la lucha siga y que los temas ambientales se instalen en la agenda política.

ambiente Marchas

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