Las políticas del gobierno nacional “tienen una similitud muy grande a lo que fue el neoliberalismo en los ’90”, afirmó a AIM el politólogo Facundo Scattone Moulins, quien advirtió que esta posición “tiene que ver con teorías del nuevo gerenciamiento público, donde se plantea que la relación entre Estado y sociedad civil debe pensarse como la de una empresa que vende algo a un consumidor, por lo que al ciudadano que se le garantizaba derechos ahora se lo ve como un cliente”.
Las políticas que proclaman “autonomía y libertad, en verdad lo que hacen es desproteger a determinadas poblaciones y a quienes están en situación de clara desigualdad, es decir, a la pata más vulnerable dentro de actores desiguales”, indicó a esta Agencia el politólogo.
En ese sentido, explicó la posición del gobierno nacional “tiene una similitud muy grande a lo que fue el neoliberalismo en los ’90, es decir, los procesos de reforma del Estado que iniciaron en el gobierno de Carlos Menem (en 1989) que tuvieron su profundización en los primeros años y, en ese marco, se puede pensar continuidades, similitudes y reediciones, teniendo en cuenta que pasaron 40 años y el contexto no es el mismo”.
Los movimientos sociales “son necesarios y siguen emergiendo a nivel regional, sobre todo en Argentina, donde late una resistencia muy fuerte de lo que no se quiere y hay ciertas claridades sobre lo que ya sucedió y sobre lo que sí se desea.
Facundo Scattone Moulins
Precisamente, ese conjunto de reformas que ellos llaman de ‘modernización’ “son políticas diseñadas entre los ´80 y ’90, cuando se realizó un estudio minucioso sobre cómo trabajarlas, de donde surgió el Consenso de Washington y las políticas neoliberales más crudas que vimos en Argentina, países de América Latina y a nivel global”, comentó y agregó que los procesos de reforma del Estado “traen consigo una crítica al Estado intervencionista y al Estado como garante de derechos sociales que viene de fines de los ’60 y ’70, que da pie al conjunto de teorías que inserta el neoliberalismo, donde dicen que el Estado garantiza muchos derechos, se volvió ‘ineficiente’ y era ‘muy restrictivo’, porque se inmiscuía en muchos ámbitos que, según estas teorías, no es competencia del Estado, por lo que plantean un repliegue para darle pie a una economía que se regule por el mercado”.
Esta posición política “tienen que ver con teorías del nuevo gerenciamiento público, ligadas al márquetin, donde se plantea que la relación entre Estado y sociedad civil debe pensarse como la de una empresa que vende algo a un consumidor, es decir, al ciudadano que se le garantizaba derechos ahora se lo ve como un cliente, como a alguien a quien hay que ofrecerle determinados incentivos y, en ese marco, hay una pérdida, un retiro, de muchos de los derechos sociales que igualaban, porque estas políticas públicas no están orientadas a la solidaridad sino a la competencia”.
En ese marco, el repliegue del Estado “garantiza la Ley del mercado, que incentiva la competencia entre supuestos iguales”, pero aclaró: “Nosotros sabemos que estos supuestos no existen en más que cuestiones hipotéticas, más en Latinoamérica que tienen una profunda desigualdad”.
Invisibilización y despolitización
Una de las lecturas posibles es que el aspecto político de las reformas “invisibiliza y despolitiza a ciudadanía”, advirtió Scattone Moulins, quien apuntó que esa operación “permite que estos incentivos y privilegios que protegen a los llamados ‘sectores estratégicos’ sean naturalizados en detrimento de derechos de los trabajadores y poblaciones en sí, en términos de derechos laborales, sociales, económicos y políticos”. Así, el corrimiento del sentido de las reformas “se verá en el mediano y largo plazo, ya que se forman economías de enclave, donde un sector mueve la economía de todas las poblaciones lindantes y eso hace que si una empresa provoca un daño sobre poblaciones u otros sectores productivos que históricamente estuvieron en ese lugar haya mucha más resistencia a protestar (porque hay dependencia económica) o los gobiernos son presionados por esos actores quienes tienen una capacidad de lobby muy grande”.
Resistencias
Ante ese escenario, el politólogo recordó que en el país “hubo grandes procesos para combatir el neoliberalismo”, y subrayó que en la región “fueron claves los movimientos sociales en la guerra del agua o del gas en Bolivia o con los procesos de resistencia al liberalismo con movimientos piqueteros y asamblearios, entre otros, que robustecieron la resistencia, porque eran actores, que si bien no eran nuevos, tuvieron una visibilizad y potencia que rebalsó y desbordó la estrategia neoliberal”.
Ahora, los movimientos sociales “son necesarios y siguen emergiendo a nivel regional, sobre todo en Argentina, donde late una resistencia muy fuerte de lo que no se quiere y hay ciertas claridades sobre lo que ya sucedió y sobre lo que sí se desea”, dijo el activista, quien consideró que “el proceso que robusteció a los movimientos sociales hace que se pueda pensar en una resistencia, pero no es tan lineal”.