Sergio Palazzo, secretario general de la Asociación Bancaria, en el acto del 24 de setiembre organizado por las dos CTA en Plaza de Mayo, apeló en su discurso al objeto del deseo lacaniano. El secretario general de la bancaria invocó a un psicoanalista, mientras le pedía al pueblo angustiado que no baje los brazos. Una psicoanalista escuchó y escribió: Lacan inventó un objeto que expresa lo irrepresentable para el sujeto, a veces es resto que sobra y otras es causa del deseo, es objeto del fantasma y de la angustia.
La verdad del neoliberalismo es la angustia del indefenso a la intemperie, casi sin derechos, desprotegido por el Estado. La angustia del amenazado que perdió el trabajo, la casa, el plan social y no llega a fin de mes. Es el túnel, frío y sombrío, que conduce a una oscuridad sin remedio y ninguna luz al final. La angustia del expulsado, el desalojado, el nadie, es el reverso de la revolución de la alegría que entró al mundo.
Pasar el invierno, el sacrificio de casi todos y el bienestar de unos pocos, ajustar el cinturón cada vez más apretado, un camino circular sin salida. Aquello fue una fiesta, no era natural, vivías en un engaño, gastaste más de lo que podías. Esta es la verdad neoliberal sincericida-homicida, con blanqueo y transparencia.
No conviene acostumbrarse a la renuncia y al sacrificio, ni identificarse al resto de la indignidad, la basura. Hagamos comparecer las angustias y organicémoslas. La verdad de la angustia no engaña, se hace cuerpo, estómago y grito. La voz es un objeto lacaniano que precisa de alguien con amor político, que pueda escuchar llamado en lugar de violencia. Alguien capaz de alojar el grito y transformarlo en demanda, que se abrazará a otras demandas formando un “nosotros”. Del objeto lacaniano surge el sujeto. Ocupemos el lugar de la causa sin creer que somos la causa, y donde eso era el sujeto pueblo advendrá.