La psicóloga y sexóloga Silvina Guastavino aseguró a AIM que durante el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Aspo) no solo se debe luchar contra las consecuencias de la pandemia sino que “le debemos dar pelea a otras batallas, por ejemplo, la lucha para que las personas de la tercera edad sean consideradas sujetos de derechos”.
La pandemia es un evento inesperado que a todas las personas impactó y produjo distintos efectos: “Para algunos adultos mayores que estaban con problemas de salud el famoso ‘quédate en casa’ no fue más que un pedido de hacer lo que vienen haciendo durante años, pero provocó un aislamiento y distanciamiento de algunos seres queridos que son fundamentales para su salud física y psíquica. Para otros, fue un verdadero infierno quedar aislados con personas que, rápidamente, se cansan de ellos, de sus problemas de salud, de sus limitaciones físicas e, incluso, intelectuales y son víctimas de violencia de todo tipo, incluso, sexual”.
Al respecto, la psicóloga precisó que “la vida sexual en la tercera edad sigue existiendo. Sabemos que la sexualidad y su ejercicio no es un patrimonio de los jóvenes, lindos y flacos. Todos tenemos derecho a su ejercicio y es un hecho de que para el amor, el deseo, el placer no hay edad. Tal vez, en la tercera edad, se hacen más visibles los estereotipos y limitaciones físicas con las que hay que lidiar para tener lo que comúnmente se llama ‘buen sexo’. Cabe aclarar que lo que el común de la gente entiendo por ‘tener buen sexo’ incluye erecciones, en lo posible potentes y duraderas, vaginas lubricadas, deseo y excitación obligatoriamente, poder moverse adecuadamente para favorecer el coito o el orgasmo, el que constituye el fin de todo encuentro sexual para considerarse exitoso. Pero es un grave error entender la sexualidad en estos términos y es un mito que la sexualidad ejercida así (erección, coito, orgasmo) garantiza una sexualidad libre y placentera”.
En ese marco, indicó que los adultos mayores “sufren la violencia cuando son privados de su intimidad, de su sexualidad, del placer, porque el entorno que los asiste o convive con ellos entienden que los viejos no sienten nada, que no se erotizan, que no tienen deseos que no tienen necesidad de masturbarse o, simplemente, de estar solos”, indicó la sexóloga, quien agregó: “Algunos adultos conviven con su pareja y otros ya están solos. Sea como sea el panorama siempre hay cosas que ayudan a estar bien, entrar en depresión o sufrir crisis, sobre todo de ansiedad en el contexto de pandemia”.
“Si la persona mayor tiene pareja, es necesario entender que si el vínculo viene deteriorado es probable que se intensifique el malestar, entre las dos personas y es, precisamente allí, donde será absolutamente necesario el diálogo y tener el valor de ponerle palabra a lo qué está pasando y se está sintiendo. Si los problemas comenzaron a aparecer a raíz del encierro y aislamiento que provocó la pandemia, será necesario enteneder que esta situación es inesperada e impactante y genera muchísima ansiedad y, por ende, será difícil transitarla si no se hace consciente que es una situación pasajera y que no sabemos muy bien cómo manejarnos”.
Al respecto, remarcó que “lo peor que puede pasar es quedarse en el papel de ‘víctima’, donde se paraliza y no se hace nada con lo qué pasa. En realidad se deja que las cosas ‘pasen’ de una manera pasiva. Muchas personas de la tercera edad dejan que ‘la vida pase’ y sienten que ya no tiene sentido hacer algo por lo que se sienten sin energía para tomar decisiones, hacer cambios, en una palabra, ser protagonistas de sus propias vidas”. Ante este escenario, “es necesario desterrar las ideas de que la vejez es el fin de todo; la vejez es una etapa más en la vida y, como en todas las etapas, se necesita mucho valor para transitarla, porque se pierden cosas y siempre cuesta procesar pérdidas, es decir, de este juego no nos podemos bajar sino que hay que jugarlo con las cartas que nos tocan”.
En ese marco, subrayó que la sexualidad en la tercera edad “es posible, necesaria y es un hecho y un derecho. La pasín que se sintió en el cuerpo de una manera tan nítida en la juventud sigue recorriendo el cuerpo y la mente de las personas mayores”.
“Una vida sexual plena, feliz, placentera tiene que ver con la intimidad; con darse al otro, con permitirse el placer (solo o acompañado), es decir, amigarse con el cuerpo en las condiciones presentes (tal vez con menos energías que antes, menos agilidad, movilidad, arrugado, flácido, gordo, flaco, enfermo) pero siempre se debe tener presente que la sexualidad no es un cuerpo, no es un cóctel de hormonas, no es el sexo o el género sino que es un hecho aprendido, cultural, que trasciende el cuerpo y es así donde nos apoyamos para derribar los mitos y estereotipos que no hacen más que patologizar la sexualidad, sobre todo en los adultos mayores”, aseguró.
Más allá de la pandemia “le debemos dar pelea a otras batallas, por ejemplo, la lucha para que las personas de la tercera edad sean consideradas sujetos de derechos; libres, que desean, que aman, que no tienen fronteras para eso, ni edad ni de sexo”.