Tras el cierre temporario que ordenó el Gobierno de las exportaciones de maíz, con la excusa de asegurar el abastecimiento para sectores locales, y la huelga que el campo realiza hasta este miércoles, el presidente de la Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar), Felipe Pablo Berruhet, criticó la medida en duros términos y afirmó a AIM que “se trató de un problema político y no de otra índole; es un relato que no encaja con la realidad”.
En diálogo con esta Agencia, Berruhet manifestó su malestar y señaló que “medidas inconsultas como la suspensión de las declaraciones juradas para exportar para el maíz, no hacen más que minar la confianza –ya muy desgastada-, y corroer la interrelación mutua entre el sector y el Gobierno”.
“Tenemos un Gobierno que atraviesa una crisis sanitaria por la pandemia de Covid 19. Esa circunstancia lo obligó a cerrar la economía, a tomar otras decisiones, y lo está conduciendo a una baja en sus apetencias electorales para 2021. Todos estos acontecimientos devinieron en construir un enemigo. Y como ya nos tiene acostumbrados, el enemigo que eligió para batallar, es el campo. La conclusión es que el Gobierno tomó una medida política, como lo fue cerrar las exportaciones de maíz, y el campo le respondió con otra medida similar, que fue decretar un paro de tres días que, desde el punto de vista económico, no mueve el amperímetro. La responsabilidad de dirigir la economía la tiene el Gobierno Nacional, pero con las decisiones desacertadas que toma, lo único que hace es destruir la poca economía que queda en pie en el país. ¿Porqué? Porque cualquier comprador del exterior de cualquier insumo que se produzca en nuestro país, dirá que, en la Argentina, las decisiones económicas se toman por razones políticas, y eso nos convierte automáticamente en un proveedor no confiable. Entonces, cuando somos proveedores no confiables, pasamos a ser el Plan B o C de una economía o de una empresa en el extranjero”.
Berruhet consideró que con estas políticas, el Gobierno busca que caiga el precio del maíz. "Pero si es una medida transitoria, no va a caer. Y si se dilata en el tiempo nos preocupa porque podrían tomar medidas similares con la carne, o el trigo. Brasil ya está buscando otros mercados para comprar trigo y maíz por la falta de seriedad de la Argentina", dijo. Y agregó” “no somos confiables para nadie”.
Asegurar el pan de los argentinos
El agropecuario destacó que la realidad es que, si alguien piensa que en nuestro país está en riesgo la seguridad alimentaria, “está viendo una película que ya vimos, porque el sector agropecuario produce 10 veces lo que necesita Argentina para alimentar a su población. El cierre de las exportaciones de maíz es entonces y, sin lugar a dudas, un acto político, un relato que no encaja con la realidad, porque el sector agropecuario produce alimentos para 400 millones de personas, cuando el consumo es de 40 millones”.
Para Berruhet, la seguridad alimentaria no está en riesgo, pero, “el acceso, la disponibilidad o la posibilidad de adquirir los alimentos, eso es otra cosa. Que la población no pueda acceder a los alimentos es un tema político y no depende del sector agropecuario. En este caso, lo que debe hacer el Estado es proveer que exista un vínculo fluido entre los productores y los consumidores, garantizando sueldos dignos, en vez de seguir fomentando políticas públicas que desalientan la inversión y sostienen el clientelismo político, ante la falta de trabajo genuino. Y cuidando los valores, porque todos sabemos que, del productor al consumidor, los precios se multiplican por cinco, seis, o por 10”, fustigó.
“El abastecimiento es lo primero que tiene que estar garantizado, pero por eso no tiene que cerrarse la exportación", agregó. “Lo que preocupa es la idiosincrasia intervencionista, que no funciona y no le hace nada bien al mercado".
La reacción de la dirigencia: "Medida y de bajo impacto"
Para el contador, ante el cierre de exportaciones de maíz, el sector ofreció una reacción “medida y de bajo impacto”. “Los que somos dirigentes agropecuarios ya sabemos que el Gobierno nos eligió como enemigos. Entonces, en los próximos tres años de gobierno que le quedan al kirchnerismo, vamos hacia una relación conflictiva con altibajos, de mayor o menor intensidad. Solo basta observar la realidad: Vicentín, toma de tierras, cierre de las exportaciones de maíz. Después vendrán otras medidas, que tendrán justificación propia, la prohibición de esto o lo otro. ¿A dónde nos lleva esto? Hay que ser conscientes que estas medidas nos condujeron al 50 por ciento de pobres; el 28 por ciento de desocupados; y el 60 por ciento de pobreza infantil. Si el Gobierno piensa que está mejorando la situación, me parece que está muy complicado. Así no vamos a resolver nada, y esto no es culpa de la economía”.
El escenario que viene
“Con este panorama, el sector agropecuario tendrá con el Gobierno un escenario de roce permanente”, opinó Berruhet, aunque aclaró que “eso no significa que no haya diálogo. Siempre que hay roces, en teoría, hay diálogo, se trata de arribar a un punto de equilibrio para construir una sociedad mejor para vivir y una comunidad que progrese. En la práctica, tenemos la política que tiene a la sociedad que sostiene el sistema, sojuzgada con 163 impuestos y miles de normativas a la economía, que no le permiten generar empleo, riqueza, expandirse, o ahorrar, entre otros aspectos”.
Berruhet fue claro al afirmar que dentro del sector planteó que “si la política está afectando a la economía, lo que le queda a la actividad económica es llevar el campo de batalla a la política. Es decir, el sector agropecuario tiene que empezar a pensar seriamente en participar activamente en la política, para dar la pelea donde corresponde”.
Berruhet aclaró que es "un defensor del protagonismo de nuestros actores en la política, pero debo admitir que hace 70 años que no participamos como corresponde. Y si no nos sentamos en la mesa de discusión de las políticas públicas, es un problema nuestro, no de los demás. Debemos pensar seriamente en que hay que preparar dirigentes agropecuarios, palanquearlos, sostenerlos, apuntalarlos, formarlos, y mandarlos a la arena política para que defiendan al sector. Pero antes de que eso ocurra, todavía tenemos que aprender muchas cosas importantes para empezar a hablarlas”.
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