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Alberto Fernández está reunido con el papa Francisco en el Vaticano

“Santo Padre, qué gusto verlo”. “Bienvenido”. Desde las 10:26, hora de Roma, Alberto Fernández está reunido a solas con el papa Francisco en el Vaticano. El presidente adelantó que la despenalización del aborto no será un tema central del encuentro, opinó que el Papa está más allá de la puja política entre peronistas y antiperonistas, y apagó un insignificante chisporroteo diplomático enviando a la Nunciatura Apostólica la nominación de María Fernanda Silva como embajadora argentina ante la Santa Sede.

Alberto Fernández está reunido con el papa Francisco en el Vaticano
Alberto Fernández está reunido con el papa Francisco en el Vaticano

El tono del primer intercambio entre ambos dio la pauta de que se trataría un encuentro distendido. Tras saludarse, Fernández le indicó a Francisco: “Pase usted”. “No, primero el monaguillo...”, respondió Francisco. Ambos rieron e ingresaron a la Biblioteca Privada del Vaticano.

Hace casi cuatro años, Mauricio Macri llegó a Roma para reunirse con Francisco. Nunca hubo buena relación entre ambos, y la comitiva oficial estaba integrada por Marcos Peña, Juan Manuel Urtubey, Alfredo Cornejo y Rosana Bertone, entre otros. El Papa tenía asuntos pendientes con el expresidente, el ex jefe de gabinete y los ex gobernadores de Salta, Mendoza y Tierra del Fuego, y sólo aguardaba su oportunidad para hacer la faena sin ir a misa.

Alberto Fernández conoce al Papa y tienen afinidad ideológica. Se comunican vía mail o por medio de una línea telefónica -fija-, y sólo tienen una diferencia que no habrá manera de saldar: la despenalización del aborto. El presidente está convencido de ese derecho obvio en el siglo XXI, y Francisco considera lo contrario, casi como un teólogo creado por Umberto Eco para el Nombre de la Rosa.

Sin embargo, la sanción de una ley despenalizando el aborto no abrirá un surco infranqueable entre ambos jefes de Estado. Francisco defiende los cánones eclesiásticos y también aboga por la libertad de pensamiento y el espacio soberano de los países. El Papa protege los ritos de la Iglesia, pero respeta las consecuencias de la Paz de Westfalia.

Despejada la diferencia del aborto, el presidente y el papa tienen una agenda común. Ambos jefes de Estado comparten la misma perspectiva sobre la negociación de la deuda externa, igual opinión sobre la administración de Macri, idéntica sensibilidad respecto a los pobres de América Latina, y similar pronóstico en cuanto a las consecuencias del Cambio Climático.

La agenda común se refuerza con la defensa explícita que Alberto Fernández hace del Papa en la agenda doméstica e internacional. Ahora no hay un presidente o premier de Occidente que enfatice el peso geopolítico de Francisco. Ya no está Barack Obama, y Ángela Merkel languidece, a la espera de la sucesión de Emmanuel Macron como líder europeo.

En la audiencia oficial privada, el presidente tiene una agenda abierta. Alberto Fernández y Francisco hablan sobre la situación social en la Argentina, la crisis política regional, el peso de la deuda externa para los países emergentes y, quizás, sobre un posible viaje del Sumo Pontífice al país.

El presidente desea que regrese a la Argentina. Con excepción de Venezuela, y algunas islas caribeñas, Francisco recorrió toda América Latina. El Papa también sueña con volver, respirar el aire de Buenos Aires, y cebarse unos amargos con el fondo de los bocinazos de la Ciudad que lo vio irse como Jorge Bergoglio.

Pero Francisco no quiere profundizar las diferencias, ni quedar tironeado por las jaurías políticas que buscan una acumulación de poder colgado de su sotana blanca. El Papa, Jorge, El Cura, volverá si la clase política aprovecha su regreso para cerrar las heridas, al margen de las diferencias programáticas que existen entre el oficialismo y la oposición.

Alberto Fernández no puede garantizar aún esta condición de Francisco. Y sin condición cumplida, no hay retorno, aunque duela en el alma e implique una derrota personal y política.

Cuando concluya la bilateral privada, se abrirán las puertas de la Biblioteca y pasará la delegación oficial. Alberto Fernández junto a Fabiola Yáñez, Losardo, Solá, Olivieri, Béliz, Chávez y Biondi se sacarán las fotos de rigor junto al Sumo Pontífice y entregarán los regalos de la Argentina que se eligieron bajo las sugerencias de la Secretaría de Culto.

Habrá un coffee table book con las fotos de los bares históricos de Buenos Aires -Tortoni y 36 billares, por citar dos casos-, una obra en telar realizada por trabajadores con discapacidad de la Asociación Civil Granja Andar, y una figura hecha a mano del Negro Manuel, un esclavo que fue el primer custodio de Nuestra Señora de Luján.

Tras recibir los regalos de la Argentina, Francisco entregará al presidente un ejemplar de la encíclica Laudato si -su obra teológica que cuestiona al capitalismo salvaje y las asimetrías sociales en clave de Cambio Climático-, y repartirá estampitas y crucifijos. Un clásico en las audiencias papales.

Alberto Fernandez papa Francisco

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