El 19 de octubre de 1876, hace hoy 142 años, fue promulgada en Argentina la Ley de Inmigración durante el gobierno de Nicolás Avellaneda.
La ley 817 fue sancionada el 6 de octubre y promulgada el 19. La iniciativa le correspondió al entonces presidente Avellaneda. El objetivo prioritario fue poblar y aprovechar las grandes extensiones de tierra que poseía nuestro país. Claro ejemplo de su pensamiento fue una frase muy difundida en la época "Todo está salvado cuando hay un pueblo que trabaja".
Este instrumento legal fue promulgado 13 días más tarde, el 19 de octubre de 1876, en un contexto coyuntural socio-económico favorable. Por un lado, Argentina con escasa población, con gran disponibilidad de tierras vírgenes, buscaba atraer población para trabajar la inmensa llanura, con costos sustancialmente más bajos que las viejas áreas de Europa; y por otro lado, los países europeos se encontraban en crisis, lo que generaba grandes desplazamientos de población.
La importancia de esta ley radica en que su promulgación complementaba y asignaba recursos concretos a las disposiciones constitucionales, por cuanto tuvo la virtud de efectivizar los derechos civiles de los argentinos y de los extranjeros, proporcionando una trascendente unidad en los aspectos laborales, institucionales y de productividad, que se concretaron en el extraordinario desarrollo integral de todos los sectores del quehacer nacional. Significó también un acontecimiento trascendental y de positiva proyección para el devenir demográfico del país.
Este instrumento legal no anulaba las posibilidades de la inmigración espontánea, sino que daba oportunidad de realizar una adecuada selección de los inmigrantes, además de la distribución más equitativa de los territorios a colonizar. También constituyó un conjunto de normas que tuvieron como fin captar mano de obra rural en gran cantidad para desplegar intensamente las tareas en el campo.