El Mundial de Rusia 2018 finalizó para el seleccionado de fútbol argentino, que se despidió en los octavos de final luego de ser superado por Francia, un rival que mostró mayor jerarquía en el momento de tomar decisiones.
Los llantos de euforia que aparecieron el martes último ante Nigeria, por la dramática clasificación a la siguiente ronda, fueron repetidos por pocos jugadores ante los franceses, pero en este caso por el dolor de la despedida.
La primera sorpresa apareció minutos antes del partido, cuando se conoció que el entrenador Jorge Sampaoli había decidido el ingreso de Cristian Pavón por Gonzalo Higuaín en el equipo titular. De esa manera, el seleccionado carecía de un centrodelantero natural, algo que no había sucedido en los tres encuentros anteriores de esta Copa del Mundo. Messi sería el encargado de estar más cerca del arco. Si bien el equipo tendría la posibilidad de generar desequilibrio por los costados, el riesgo de no contar con un hombre que ingresara por el medio del ataque era alto.
Pavón se ubicó por la derecha y protagonizaba un duelo especial con Hernández. El de Boca no podía desnivelar como en otras oportunidades, y tuvo que retroceder para tener mayor participación en el circuito colectivo. De esa manera, como no podía llegar hasta el fondo, que es su principal característica, Messi no lograba recibir la pelota en el área, y salía de esa zona para estar en contacto con el resto. El capitán está acostumbrado a llegar desde atrás, y no luce cuando se estaciona dentro del área.
Los defensores argentinos, a diferencia del encuentro ante Nigeria, comenzaron a tener problemas con los contrataques de los franceses, principalmente por la velocidad que le imprimían Mbappé y Griezmann. Los dos, cuando corrían en diagonal, terminaban superando a sus marcadores. En una de esas acciones llegó precisamente la primera chance para Francia: Mbappé fue derribado en la puerta del área, y el tiro libre ejecutado por Griezmann dio en el travesaño.
La misma situación se repitió dos minutos después, y Rojo le terminó cometiendo penal a Mbappé. El encargado de convertirlo fue Griezmann, con un tiro de zurda. Argentina se vio obligada a ir en busca del arco adversario, y como se producía aquella situación en ofensiva, le resultaba difícil crear riesgo cerca de Lloris. Y cuando se estaba terminando la primera parte, Argentina probó a arco con un tiro desde lejos de Di María, y la pelota ingresó casi en el ángulo para transformarse en el empate. La opción de rematar de media distancia no había sido utilizada por nadie hasta ese momento.
El impulso que le provocó ese gol al seleccionado argentino le permitió salir con otro envión a jugar la segunda parte, y en el primer error defensivo de los franceses, Mercado lo aprovechó para dar vuelta el resultado. Messi recibió en el área, remató de zurda, y el defensor corrigió la trayectoria de la pelota en el camino para descolocar al arquero.
Francia tuvo la gran virtud de no cambiar su juego a pesar de estar en desventaja, y su fútbol terminó superando a las limitaciones argentinas. Con triangulaciones de sus mejores hombres, respetando siempre el trato de la pelota, empezaron a dominar el desarrollo con la posesión.
La jugada la realizaron por la izquierda, el centro de Hernández cruzó toda el área de Argentina, y el defensor Pavard apareció por el otro lado para definir con mucha calidad. Pavard le pegó a la pelota de volea, de abajo hacia arriba, y esta ingresó en el ángulo derecho de Armani. La diferencia de contar con varios jugadores con capacidades excelentes, le posibilitó a los europeos desplegar todo su potencial. Y el que despertó elogios fue el juvenil Mbappé, que demostró toda su capacidad no sólo para definir, sino también para superar marcas con astucia y potencia física.
El jugador del París Saint Germain aportó dos resoluciones de categoría: la primera abriendo el pie, llegando por la derecha, para cruzar la pelota hacia el otro lado luego de una habilitación de Giroud. En la segunda, apareciendo por la izquierda, se sacó un hombre de encima y le pegó de zurda. En este gol, Armani ofreció una débil resistencia.
La diferencia era en el resultado pero también en la producción de cada uno de los equipos. El ingresado Agüero descontó con un gol de cabeza en el descuento después de un envío de Messi, que a esa altura ya se lo veía abatido. El tiempo de Argentina ya había pasado. Otra pena más.
Fuente: Por Adrián De Benedictis para Página 12, desde Kazan.