Hace miles de millones de años, se habrían generado por fin condiciones apropiadas. Se dio un "caldo" con sustancias en las que una descarga, un rayo de aquella atmósfera, produjo moléculas grandes, los ladrillos de la gran construcción que llamamos "vida".
Es posible, como conjetura al menos, que uno de los primitivos seres microscópicos que podríamos considerar "vivos" haya quedado aprisionado en una roca, y que una enorme explosión o impacto en aquellos mundos caóticos y violentos lo haya enviado al Espacio exterior.
La roca pudo protegerlo de la temperatura de incandescencia inicial, pero luego, durante el viaje por el Espacio, quedó en estado de vida latente debido a temperaturas de 270 grados bajo cero. Meses o años después, otra vez el incendio, la destrucción de la roca protectora y la apertura a un mundo nuevo.
Si el caldo original se produjo por ejemplo en Marte o Venus, el viaje pudo ser a la Tierra primitiva y la célula viva marciana o venusina habrá comenzado su evolución terráquea hasta dar como resultado nuestra propia existencia actual.
Si el caldo era en la Tierra, habrá comenzado la historia de la vida en nuestro planeta. Son hipótesis que no pueden ser probadas; pero ya Carl Sagan, gran divulgador del conocimiento astronómico, consiguió crear en el laboratorio, a partir de elementos químicos, moléculas esenciales para la vida por procedimientos que trataron de reproducir los del "caldo" inicial.
Pero haya sido en Marte o en otro planeta actual a extinto o en la Tierra, está demostrado que toda nuestra materia, la que constituye nuestros cuerpos, formó parte en un pasado remotísimo de las grandes nubes de gas interestelar que dieron origen al sistema solar.
Es posible que todos nuestros átomos hayan estado en el centro del sol, y que seamos literalmente polvo de estrellas y a ese polvo debamos volver, como dice la Biblia. Estrictamente hablando, sin ovnis ni androides, somos extraterrestres. Pero hay otros extraterrestres que no somos nosotros, que desde hace mucho vienen ocupando y preocupando a la humanidad.
Escrito en roca
Los antiguos sin duda no eran tan ignorantes como queremos creer. Los sumerios, por ejemplo, observaban el cielo con gran cuidado. Nuestra idea es que procuraban conocer la llegada de las estaciones y establecer los momentos de la siembra y la cosecha. Pero en el siglo pasado se descubrió la imagen de una estrella con pequeñas esferas rotando a su alrededor: un sistema solar clarísimo, pero con el sol en el medio y los planetas alrededor. La doctrina heliocéntrica, que no es la del sentido común y que preferimos ver cristalizar en Copérnico.
Algunos investigadores, al analizar la imagen, hacen notar que las esferas en torno de la estrella central parecen coincidir en sus proporciones con los nueve planetas de nuestro sistema y sus satélites.
¿De donde viene esta conocimiento, tan antiguo? Según el ruso Zecharia Sitchin, de fuente extraterrestre, inspirado por conocimientos que una raza alienígena muy evolucionada pudo tener, con la que los sumerios habrían estado en contacto y que fue también el origen de la civilización en ellos: de la agricultura, la metalurgia, y la escritura.
De todos modos, desde que Guillermo de Occan, al fin de la edad media europea, invitó a usar la "navaja" para cortar todas las hipótesis o criaturas del entendimiento innecesarias, no parece oportuno crear toda una raza alienígena para explicar un dibujo, pero no obstante, el dibujo existe y la explicación resiste.
Del otro lado
La historia de la humanidad está repleta de hechos inexplicables, extraordinarios, y los antiguos nos han legado construcciones monumentales que no parecen posibles siquiera con nuestra tecnología actual, menos con la que suponemos en ellos.
Pero hay un hecho que no requiere tecnología sino milagro, y es el nacimiento virginal de numerosos "iluminados" o "iniciados" en los que es fácil ver la influencia de manos no humanas. Los hombres han dicho que tales manos son de dioses o de ángeles, definidos como enviados de los dioses.
Algunos de ellos, como los que describen los Vedas en una batalla monumental con armas atónicas y carros voladores, o los que muestra Zacarías en la Biblia, con carros de fuego con ruedas y alas, o los que aparecen labrados en la piedra en Yucatán, y tantos otros, están pormenorizados de tal manera que no es posible atribuirlos a la fiebre ni a un rapto de imaginación desbordante, sobre todo porque hay entre ellos una concordancia que la fiebre generalmente no produce.
Sidhata Gautama, el Buda Sakyamuni, nació en el siglo IV antes de nuestra en el Himalaya, en el norte de la India, de una virgen llamada Maya.
Los dioses atendieron solícitamente a Maya y a Buda, que tan pronto salió del vientre virginal de su madre dio pasos y pronunció con gravedad palabras que fueron otros tantos milagros.
Por ser parte de nuestra propia tradición, conocemos la historia del nacimiento de Cristo de Myriam, o María, y de la llegada de magos guiados por una estrella hasta el lugar del parto. La explicación convencional de la estrella y la naturaleza de esos magos puede variar en el sentido de influencia de civilizaciones alienígenas, tanto por lo que pudo ser la estrella como por lo que eran los magos-
A comienzos del siglo siete, Mahoma, un pastor analfabeto, tomó contacto con un ser que llegó del cielo y le dijo ser el arcángel Gabriel "el emisario enviado por Dios para comunicarte que has sido elegido para que le anuncies a la humanidad su mensaje revelado”. Con estas palabras, ese "angel", ser superior sin dudas pero no sabemos de qué manera, convirtió al pastor en uno de los mayores profetas y al analfabeto en un sabio que convenció a los sabios. En el Corán, libro que Mahora dictó, hay ejemplos abundantes de mensajeros que descienden del cielo.
Los aborígenes de los montes Kimberley, en el noroeste de Australia, cuentan que en tiempos remotos sus dioses trazaron sobre las rocas unos dibujos antropomorfos, ellos los llamaron los “wandjinas”, quienes instruían a los nativos, ellos también cuentan que de vez en cuando se les puede ver a sus dioses, en forma de luces que se mueven a gran altura por las noches.
En el altiplano boliviano, se cuenta una leyenda que está simbolizada en pictografías en la puerta del sol de Tiahuanaco que alude a una mujer llegada de Venus antes de la la Tierra estuviera habitada por la humanidad.
No solo los judíos atravesaron el desierto de Egipto al Canaán guiados por Moisés. En América algo similar, también bajo la influencia de seres superiores, ángeles dioses o extraterrestres, les pasó a los aztecas, que caminaron por el desierto 3000 kilómetros guiados por Huitzilopochtli, el "gran pájaro”, desde Arizona hasta su hogar en el lago Texcoco, Méxicomexicano.
Los indios Hopi narran que no siempre vivieron en su actual reserva en Arizona, donde los norteamericanos los convirtieron en fósiles vivos, sino que hace milenios, sus antepasados de los vivían en un continente en el Pacífico que llamaban Kass Kara, hasta que estalló una gran guerra con otro continente y Kass Kara empezó a hundirse en el océano.
Entonces los hopi fueron auxiliados por seres llegados del cielo, los Katchinas, que los salvaron de la catástrofe trasladándolos a América en “escudos volantes”. Esos seres que llegaron del cielo tallaban grandes bloques de piedra, viajaban por el aire y eran capaces de trazar grandes túneles bajo tierra: tenían una tecnología superior.
En América en diversos lugares de su extensa geografía hay grabados y dibujos que pueden ser interpretados como seres extraterrestres, con escafandra y antena. Pero quizá el más claro esté en Uzbekistán, en Asia, y es el grabado de un ser con antenas, vestido con traje espacial y una especie de mochila, y sobre las montañas un objeto volador en el cielo. A su izquierda hayh otro ser con un disco en la mano.
Es notable que estos seres, que merecieron quedar para la posteridad en la roca, sabían trabajarla como los mismos americanos, que eran capaces entonces de colocar sobre enormes pilares de piedra una roca tan pesada, a varios metros de altura, que ni siquiera hoy la técnica nos puede auxiliar para hacer algo parecido
Un caso muy mencionado es el de los dogones, que habitan en Malí, África. Según sus tradiciones, sus ancestros fueron visitados en el siglo XII por seres provenientes de la estrella Sirio. Los dogones saben que Sirio es una estrella binaria, lo que no fue descubierto hasta el siglo pasado y que ambas estrellas tienen planetas
En el siglo XVI un almirante de la flota otomana, Piri Reis, trazó mapas para uso militar con detalles precisos de la superficie terrestre, en base a mapas mucho más antiguos que pudo agenciarse por todas partes que visitaba. Esos mapas muestran islas que hoy no no existen pero que la ciencia ha demostrado que existieron hace millones de años. Sus mapas muestran un istmo que vincula el sur de América con la Antártida y otras zonas que fueron corroboradas solo a mediados del siglo pasado. Los mapas muestran zonas amplias con ríos, montañas, llanos y otros detalles que no podían conocerse sino desde el aire, en tiempos en que nadie podía volar....
La tribu de los indios Thompson de la Columbia Británica, cuentan cómo una vez una mujer casada fue capturada por “gente del cielo”. Furiosos por este hecho emprendieron una guerra contra los “hombres del cielo” para ello construyeron un armazón para llegar al cielo, el cual se desmoronó en cuanto “los del cielo” comenzaron a tomar represalias.
Los maoríes cuentan que una vez una delegación maorí obtuvo permiso para visitar el “país del cielo”, donde fueron instruidos en valiosas artes por los seres superiores que allí habitaban.
El trabajo de la roca es una constante en las civilizaciones antiguas que no ha podido ser explicado suficientemente. Por ejemplo, en Stonehenge, en Inglaterra, el templo solar o lo que fuere está lejos del lugar de donde trajeron las rocas, tan pesadas que apenas pueden moverse y sin embargo las trasladador casi 300 kilómetros a pesar de que pesan 350 toneladas y no hay medio para arrastrarlas por el suelo
En una revista apretada de apariciones misteriosas en la antigüedad, se pueden mencionar la "dama blanca" de Sudáfrica, las "perlas celestes" de los tibetanos, el "disco de la esfera" de los antiguos germanos.
Los ovnis psicoides
Los extraterrestres, seres inteligentes provenientes del Espacio exterior que toman contacto con la Tierra, vienen según la palabra popular, en "ovnis". Stanislav Grof, en un intento de explicar un fenómeno que elude la experimentación y que genera fuerte entusiasmo y negativas cerradas, lo considera "una experiencia psicoide", y da a esta palabra el sentido de lo que no pertenecen al reino del psiquismo ni al reino de la realidad material sino que está ubicado en el interregno entre la conciencia y la materia.
Desde ese lugar hay quienes dicen haber visto ovnis a plena luz del día y otros, de noche. aseguran haber presenciado aterrizajes y otros haber hablado con los extraterrestres y haber sido llevados a bordo o "abducidos" para ser estudiados científicamente.
Hasta ahora la explicación oficial de los ovnis oscila entre desórdenes mentales de los que dicen haberlos visto o interpretaciones erróneas de globos meteorológicos, meteoritos, bandas de pájaros o reflejos.
Pero a pesar de todo, hay gente entrenada y sin problemas psíquicos, que se ha propuesto avistarlos y dice haberlo hecho, no solos sino en compañía y han aportado documentos gráficos, en ningún caso definitivos
El punto sigue siendo si la Tierra fue visitada en el pasado por extraterrestres, una de las interpretaciones posibles de los fenómenos a que aludimos antes en diversos tiempos y lugares, y si está siendo visitada ahora o se trata de una ilusión, una fantasía propia de una época donde un orden de creencias cede para dar lugar a otro que lo reemplace en quienes de todos modos no pueden esperar, necesitan creer ahora en algo visible y tangible
La naturaleza "psicoide" de los ovnis permite atribuirles una condición intermedia entre las alucinaciones y los fenómenos "reales"
Esta condición híbrida hace difícil estudiarlos científicamente porque la ciencia necesita una distinción clara entre lo real y lo irreal, y no puede navegar en aguas intermedias, salvo las proezas que vemos hacer a la física cuántica, por ejemplo.
Un formidable erudito como era el médico y psiquiatra suiza Carl Gustav Jung, discípulo apartado de la escuela de Freud, aplicó al fenómeno Ovni su método de "ampliación", que consiste en estudiar el fenómeno en sí y todo cuanto pueda relacionarse con él en cualquier ciencia, fuera de la ciencia, en cualquier tiempo y lugar.
En su libro sobre la "cosas que se ven en el cielo", Jung volvió sobre tu teoría psicológica de los arquetipos, formaciones del inconsciente colectivo anteriores incluso a la experiencia humana, es decir, formadas en épocas en que no éramos todavía propiamente humanos. Postuló que las visiones de Ovnis eran visiones arquetípicas que se originan en el inconsciente colectivo. Queda por saber qué fue lo que en un momento prehumano permitió que tales visiones anclaran en el nivel más profundo posible de la conciencia, justamente aquel en que lo psíquico se hunde en lo físico, lo que Grof llama "psicoide"
Los avistamientos de Ovnis están casi siempre asociados con luces de aspecto sobrenatural, al menos muy inusual, como las que suelen verse en estados alterados como los místicos o los inducidos por drogas. Tan pronto el que vio un Ovni narra lo que vio, aparecen temas mitológicos con toda claridad, "arquetípicos" en el sentido de Jung, lo que le da solidez a su interpretación.
Pero los Ovnis dejan también evidencias físicas, no concluyentes, que permite sacarlos del mundo psíquico para colocarlos en la realidad a que todos prestamos consenso y que lo pone en el orden "psicoide".
Los Ovnis han dejado huellas en el suelo, a veces tierra quemada o materiales que los químicos no pueden identificar por análisis. También ha sido posible tomar fotografías y películas y verificar ciertas señales en el cuerpo de los "abducidos", los conocidos círculos que aparecen en campos sembrados, muy elaborados sin que se pueden atribuir a nadie en particular, y las recurrentes mutilaciones quirúrgicas de ganado. Lo cierto es que si bien aparecen señales, nunca hay claridad física plena, contacto de lleno como querrían las personas que necesitan ver para creer y tocar lo que ven. Esta condición elusiva es posiblemente una de las que han llevado a conjeturar el estado intermedio "psicoide" para el fenómeno Ovni.
Se arguye a favor de la veracidad de los relatos de los "abducidos" que a pesar de sus diferencias individuales coinciden en la descripción de las formas de vida alienígena y en ciertos símbolos que aparecen durante los contactos, incluso en personas sin información ni interés previo en el asunto. Es una característica que apunta a que, como todo lo que no pertenece a la conciencia individual, no reconoce las diferencias que ésta determina sino que se mantiene en la indiferenciación propia del inconsciente.
El experto astrofísico francés Jaques Vallée, ha dado su propia interpretación del tema, al que se dedica desde hace décadas. Par él, algunos ovnis tienen una realidad física ligada a experiencias internas inusuales de quienes experimentan el avistamiento. Para Vallée, las naves proceden de "otras dimensiones" espaciotemporales coexistentes con nuestro universo, explicación compatible con las doctrinas sobre "universos paralelos" y quizá sugerida por ellas. Vallé desliza una posibilidad decepcionante para los creyentes: los extraterrestres no serían en verdad "extraterrestres" como el común de la gente se imagina. Las inteligencias que producen esos fenómenos serían capaces de manipular el espacio y el tiempo en modos que sobrepasan nuestra capacidad de comprensión.
Es posible que el estado de conciencia del observador permita al ovni entrar en su dimensión espacio temporal y hacerse perceptible. Pero no son nada más que "cosa mentale" sino que tienen una existencia independiente de la conciencia perceptora. No son productos de nuestra imaginación, como los sueños o las alucinaciones, sino que los "extraterrestres" usan nuestra conciencia para entrar en el plano de nuestra realidad cotidiana
Cuestión de cálculo
Al margen de todas las especulaciones, de la credulidad o incredulidad, al menos el cálculo de probabilidades, reforzado por el descubrimiento de centenares de planetas fuera del sistema solar, abre la posibilidad de que existen civilizaciones fuera de la Tierra, ya que habría miles de planetas en condiciones de albergar vida como la nuestra.
Si nos visitan, provienen de estrellas de la galaxia o fuera de ellas situadas por lo menos años luz de distancia. Para llegar deben tener una tecnología tan avanzada que no podemos sino conjeturar sobre ella y sobre todo sobre el propósito que tienen de venir por acá y sobre todo porqué a pesar de lo que parece una presencia casi cotidiana, nunca han hecho contacto firme.
En el terreno de las especulaciones, sus naves deberían viajar a velocidades superiores a la de la luz, lo que por ahora no está permitido o desplazarse a través del hiperespacio o de otras dimensiones.
Sigue siendo cierto que el único espacio que conocemos y experimentamos tiene tres dimensiones. Ya Abbot en su libro "Planilandia", del siglo XIX, expuso cómo es un mundo plano de dos dimensiones e hizo llegar a él, una esfera del mundo tridimensional. Cuando "Cuadrado" le preguntó a "Esfera" si podría haber un mundo de cuatro dimensiones espaciales, Esfera de enojó mucho ante semejante disparate.
Si hay civilizaciones con tecnología como la que se sobrepone sobre nuestras especulaciones en torno de los extraterrestres, no hay motivo para pensar que no pueden operar sobre la conciencia. Así, sus visitas parecen fantasías para unos y realidad para otros, sin pasar por el deslinde nítido que exigimos entre estas dos categorías
Un expositor de estas cuestiones dice que si los ovnis existen y son producto de una tecnología avanzada, confluyen dos campos hasta ahora antagónicos: el mundo racional de la tecnología avanzada y el mundo irracional de la fantasía, con el corolario de que la diferencia entre ambos se borra.
En un obra literaria tan notable como "La invención de Morel", de Bioy Casares, las imágenes que perturbaban en la isla solitaria al prófugo de la justicia al final se explican suficientemente, no sin antes crear cierto estremecimiento en el lector. Pero lo que verdaderamente debe preocuparnos de los Ovnis, por ahora, es que su naturaleza no es física ni psíquica y por lo tanto, mientras nosotros mismos no nos hagamos capaces de ellos, ellos seguirán en la ambigüedad. Y si es cierto que aparecieron y se revelaron con plenitud en tiempos antiguos, quizá se debía a que los antiguos eran naturalezas más próximas a ellos que nosotros.
De la Redacción de AIM.