Un estudio revela que los malos hábitos, el estrés, entre otras cuestiones, producen que 4 de cada 10 argentinos duerman mal. ¿Cuáles son sus efectos en la salud? [{adj:48812 alignright}]
Según trabajos realizados por el doctor Pablo Ferrero, especialista en Medicina del Sueño, cerca del 40% de la población argentina duerme mal o padece alguna patología crónica relacionada al sueño.
El stress, malos hábitos alimentarios, la propensión al uso de pantallas, entre otros factores, apoyan el crecimiento de este trastorno que afecta a cada vez más personas en nuestro país.
Dormir mal no es gratis. "Las personas mal dormidas tienen entre 5 a 7 veces más accidentes hogareños o laborales.Transcurridas 24 horas sin dormir, baja en promedio el 6 por ciento de la glucosa cerebral. Las áreas más afectadas son el lóbulo parietal y la corteza prefrontal, que pierden del 12 a 14 por ciento de glucosa. Estas son áreas cognitiva y afectivamente muy activas, que nos permiten pensar, distinguir ideas, tener control social y diferenciar lo bueno de lo malo", explica Ferrero.
El descanso inadecuado repercute notablemente en nuestra actividad diaria; trae aparejado problemas tales como somnolencia, falta de concentración y mal humor, baja en el rendimiento. El sueño es tan necesario para el cuerpo como la alimentación, hidratación y oxigenación.
Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, tiene algunas consideraciones vinculadas al buen dormir. "No es una pérdida de tiempo ni resta capacidad para hacer otras cosas. Lo ideal es descansar entre siete y nueve horas diarias. Es importante reducir la exposición a pantallas después de las 23; ser prolijos con la alimentación con 4 comidas diarias, evitando comidas pesadas de noche dado que prolongan el proceso de digestión. Sumamente relevante es realizar actividad física en forma regular, preferentemente por la mañana. Una siesta diaria de entre 20-30 minutos resulta altamente reparadora", detalla.
"La elección de un buen colchón resulta fundamental a la hora de asegurar nuestro descanso", describe el estudio de Ferrero. Debe ser confortable; al igual que las almohadas. Es importante tener en cuenta la vida útil de los colchones, que en general es de entre 5 y 7 años. Un buen colchón debe distribuir el peso del cuerpo de modo uniforme y mantener alineada la columna tanto boca arriba como de costado. Se requiere una estructura del colchón que ceda más en los lugares más pesados del cuerpo y una capa flexible, cómoda, suave, para que las saliencias óseas del cuerpo no duelan. Lo ideal es que sea un sommier ya que la capacidad de absorber el peso es mayor y dura más".
"Muchas veces observamos en nuestros locales, que cuando la gente toma la iniciativa de cambiar su antiguo colchón, lo hace tomando conciencia de que el que tiene en su hogar es de baja calidad o bien con muchos años de uso, lo que impide un sueño reparador, comentan desde Sommier Center, cadena especializada en la venta de colchones y sommiers. "Nuestra recomendación es que para la elección final, antes de la compra, el cliente pruebe al menos 5 minutos, acostarse en los colchones en las posiciones habituales en las que duerme".
En la medida en que la población tome verdadera conciencia acerca de lo vital que es buen descanso; seguramente irá incorporando nuevos hábitos que le permitan alcanzar un sueño de calidad.
Fuente: Ámbito