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El neoliberalismo, una fe triunfante

El neoliberalismo aprovecha para su propaganda el mercado total y  la concepción que se hace el común de la gente de la ciencia,  objeto de fe de las clases medias  urbanas como antes fueron los dogmas de  la religión. Esa mitología moderna es ahora la que legitima sus dogmas económicos, sobre todo los aplicados a los países pobres y a los pobres de los países ricos. El ajuste estructural del FMI tuvo y tendrá apariencia de verdad  indiscutible, de evidencia tan inapelable como la ley de la gravedad.

En Argentina, Macri defiende el neoliberalismo a rajatabla.
En Argentina, Macri defiende el neoliberalismo a rajatabla.

Sin opción ni discusión

La  verdad no  se discute aunque la receta falle. Ni las crisis de México y de Argentina, países antes alabados como ejemplos a seguir, ni el hecho que los países que crecieron son los que no se ajustaron,  rozan la fe porque se trata de dogmas   incuestionables,  no de tesis científicas ni de opiniones.

Milton Friedman, uno de los padres fundadores del neoliberalismo, alabado por su rigor  lógico, expone un  pensamiento circular. Al referirse a la superioridad del mercado para coordinar actividades económicas y asignar recursos con eficiencia, dice: "una objeción importante levantada contra la economía libre consiste precisamente en el hecho de que ella desempeña esa tarea muy bien. Da a las personas lo que ellas quieren y no lo que un grupo particular piensa que deben querer. La falta de fe en la libertad como tal, subyace en la mayor parte de los argumentos contra el mercado libre".

Entonces:  el libre mercado es la mejor forma de organizar la economía porque garantiza la libertad del consumidor, la libertad de compra y venta  atada como condición necesaria a la prosperidad y la libertad. Estamos frente al  fundamento de la propuesta neoliberal y al mismo tiempo frente a un objeto de fe. Los neoliberales  consideran a sus críticos, más que faltos de capacidad teórica,  faltos de fe en la libertad del consumidor y del mercado.

Efectivamente, los críticos del neoliberalismo no tienen fe en las capacidades milagrosas de la mano invisible del mercado, capaz de transformar el egoísmo de cada uno en la felicidad de todos. Friedman entiende que  el que cree en la libertad de mercado cree también que el mercado soluciona los problemas económicos y, por eso lo defiende. Pero el que lo cuestiona se equivoca,  porque no cree en el poder de la libertad del mercado y, por eso, no consigue ver la superioridad del sistema de mercado sobre cualquier otro sistema.

Es una empresa intelectual que se sostiene por la fuerza y coherencia de un pensamiento circular sin fisuras, blindado,  que no permite la duda, sin la cual no hay ciencia.

La razón de la fe

El neoliberalismo tiene un nivel operativo, que es casi el  único que aparece en los divulgadores patrocinados; pero también un nivel filosófico menos ostensible y un  nivel teológico fuera de la vista. En conjunto es una ideología  hecha de medias verdades presentadas como  leyes naturales inviolables.

Una de las razones de su  ubicuidad es que hay en el  mundo 6000 grandes medios de prensa, que tienen no más de seis propietarios, todos dominados por  un interés único, el que expresa el neoliberalismo.

Esta falta de diversidad explica que los argumentos de los neoliberales, a pesar de su debilidad, aparezcan en los medios "serios" como verdades irrebatibles, de sentido común y  sana lógica, y que los economistas del establishment tengan en la televisión y la radio  más espacio que  las vedettes y compitan a pesar de la aridez y los tecnicismos con  los programas  de chimentos.

Las lecciones de economía que estos "científicos" imparten a la audiencia, que las repeta mucho pero  las entiende poco porque están hechas más para  embarullar y confundir que para esclarecer, contienen  la ideología  que promueven los medios  de prensa donde actúan.

Los ideólogos neoliberales son  fundamentalistas,   no ya de las verdades bíblicas como los primeros a los que se aplicó la denominación en los EE UU,  sino de presuntas verdades económicas que para ellos no tienen alternativa, como no tenía la biblia para los primeros fundamentalistas.

Promocionan los intereses de los bancos y las empresas que dominan los medios de información.

El fundamentalismo de mercado

Los fundamentalistas neoliberales instalan la idea de que la eficacia y el crecimiento son la finalidad  de la economía y que "fraudes" como la justicia  social y  la igualdad son obstáculos menores   en el camino de llegar al fin mayor .

Para imponer el dominio de la eficacia suelen presentar sus postulados como inapelables, fundados en una lógica de la que también se presentan como propietarios.

Según ellos  la economía tiene reglas rígidas y uniformes. Cualquier pluralismo político o ideológico debe ceder ante la verdad técnica de las soluciones económicas neoliberales. "No hay alternativa". (O "así es la vida",  como acepta a veces el fatalismo popular)

En la edad media europea, la iglesia imponía su instrumento de salvación sin discusión posible. La verdad era revelada, cuestión de fe, obligatoria para todos y explicada por  la teología. La razón, en posición subalterna, era la criada de la teología "ancilla theologiae".

Para los fundamentalistas del neoliberalimo la política debe estar subordinada a la economía, "ancilla economiae". La historia no se repite, pero sus situaciones típicas vuelven en segunda versión como remedo ridículo.

En la edad media el brazo secular se encargaba de los herejes: la retractación, el potro o la hoguera, según la gravedad del insulto a la verdad. Hoy, ya que la historia no se repite, es la mano invisible del mercado, mano negra, la encargada de destruir a las personas, los países  y  las civilizaciones que se nieguen a admitir que no hay alternativa.

Las capillitas de la catedral neoliberal

El economista chileno MZ Algemesi, en una conferencia dictada en Europa, enumeró los que  llamó "mitos neoliberales" y los analizó uno por uno.

Mito 1 :  La globalización es el único camino efectivo del desarrollo.

Entre 1960 y 1980  los países en desarrollo adoptaron el principio  de la  sustitución de importaciones: no  importar lo que somos capaces de producir. Eso permitió un significativo desarrollo de la industria. En ese  periodo el ingreso per cápita de América  Latina creció el  74 por ciento y el de África el  34 por ciento. A partir del  80 el crecimiento se estancó  y el desarrollo de África declinó el 23 por ciento.

El periodo de 19 80 a  2000 aniquiló el principio de sustitución de importaciones  y la reemplazó por la desregulación, la privatización, la eliminación de barreras comerciales internacionales y  la apertura a la inversión extranjera. La economía miró hacia afuera en lugar de la anterior, que miraba hacia adentro.

En el periodo de  1960 al 80 los países   mas pobres  tuvieron un crecimiento anual per cápita del 2 por ciento. Entre 1980 y  2000 una  declinación del 0,5 por ciento. Los países más ricos también disminuyeron su crecimiento.

Se cita a Corea del Sur  y a Taiwán como ejemplos dignos de emulación, sin decir  que esos países lograron desarrollo con barreras tarifarias,  propiedad estatal de los grandes bancos, subsidios a la exportación, violación de patentes y propiedad intelectual,  restricciones a los flujos de capital y limitaciones a la inversión extranjera directa

Hoy sería imposible para cualquier país replicar estas estrategias sin violar gravemente las normas de la Organización Internacional de Comercio y el Fondo Monetario Internacional. La historia de Corea del Sur y Taiwán es irrepetible.

Mito 2.  Una mayor integración a la economía  global es buena para los pobres

Los países pobres   deben acomodarse hoy a multitud de reglas y restricciones establecidas por  organismos internacionales en materia de recursos  humanos, capacidades administrativas y políticas, que tienen el efecto de separarlas   de necesidades urgentes como educación, salud e industrialización.

En 1965 el ingreso per cápita  promedio del G7, integrado por los  países más ricos del mundo, era 20 veces mayor que los 20 países más pobres. En 1995 era 39 veces mayor y hoy es más de 50 veces mayor. Todos los países en desarrollo que liberaron su comercio han agudizado  la desigualdad y  los ingresos  reales declinaron el 30 por ciento en América Latina.

Mas de  80 países tienen hoy un ingreso per cápita  menor que el que tenían hace una o dos décadas y la paradoja es que los  países más marginales son  los que se han  integrado más plenamente a la economía mundial.

Mito 3. Las ventajas comparativas son la mejor manera de asegurar la prosperidad.

Un supuesto incuestionable es la necesidad del libre comercio global. Dudar de sus  beneficios es herejia, a pesar de su supuesta eficiencia es notoriamente ineficiente en términos reales. Al dar prioridad a la producción en gran escala para exportación en lugar  de la pequeña y mediana para satisfacer necesidades locales y generar presiones competitivas entre comunidades de todo el mundo, los precios de productos de  consumo pueden bajar, pero los costos  para la sociedad y el medioambiente crecen enormemente.

Se sigue creyendo en los beneficios de las ventajas comparativas.  Pero el modelo de David  Ricardo  indicaba que el modelo funciona si no hay movilidad transnacional del capital. Internamente, en el país el capital busca el nicho mas adecuado que le da ventaja.  En el modelo clásico de Ricardo, si Inglaterra se especializaba  en textiles y Portugal en vinos, ambos tenían ventajas comparativas; pero eso significaba que el capital inglés buscaba  las ventajas en Inglaterra y el  portugués en Portugal.

Cuando el capital tiene movilidad transaccional ya no hay ventajas comparativas sino absolutas en países que tengan menores salarios, menores impuestos y menores exigencias ambientales. En estas condiciones, con movilidad transnacional el capital busca  ventajas absolutas emigrando a países con  costos ambientales menores y utilidades mayores

El efecto de la movilidad global es anular la doctrina ricardiana de las ventajas comparativas. Sin embargo, el edificio del libre comercio no regulado se sigue manteniendo sobre este fundamento endeble.

Mito 4 Más globalización significa más empleo

Según la Organización Internacional del Trabajo a comienzos del  2000 había 150 millones de desempleados en el mundo y 1000 millones de  subempleados:  un tercio de la  fuerza de trabajo mundial. La situación se ha ido deteriorando desde entonces. Las grandes empresas se van de sus  países de origen para permanecer competitivas y  generan desempleo en los países que abandonan    y subempleo en los países que las reciben.

Mito 5:  La Organización mundial de comercio es democrática y transparente.

Muchas decisiones que afectan a las personas ya no están en manos de sus gobiernos, sino de un grupo no electo de burócratas que trabajan a puertas cerradas en Ginebra.  Ellos tienen poder de dictaminar si la Unión Europea,  por ejemplo, tiene derecho a prohibir materiales biotecnológicos peligrosos en los alimentos que importa o si los habitantes de California tienen derecho a impedir la destrucción de sus últimos bosques vírgenes. O si los países europeos tienen derecho a prohibir la cacería de animales para conseguir pieles. Si se produce un conflicto entre un país y una corporación transnacional,  llega a un tribunal en Ginebra, cuyos miembros son secretos y toman decisiones inapelables.

Si una corporación transnacional al invertir en un país determina que hay alguna ley inconveniente a sus intereses, el país está  obligado  a abolir esa ley o adaptarla al deseo del inversor. Un país logra leyes  y derechos por decisiones y movilizaciones, pero eso tiene coto si contradice los intereses de una corporación.

La Organización Mundial de Comercio no  tiene reglas ni menciones sobre el trabajo infantil ni sobre los derechos laborales. Todo en su constitución beneficia las   corporaciones.

Durante la ronda de Uruguay, cuando se creó la Organización,    el controvertido  asunto de la propiedad intelectual fue propuesta por 13 grandes empresas, entre ellas Monsanto. En las negociaciones que siguieron de los 111 miembros de  Estados  Unidos,  96 eran miembros de corporaciones. En  consecuencia los acuerdos finales sirvieron a las corporaciones.

Un caso dramático es que los países pobres tienen prohibido producir sus propios medicamentos genéricos y están obligados a comprar los de los laboratorios internacionales a precios muchísimos mayores.

las consecuencias fueron terribles para África,  donde los precios corporativos de los remedios contra el VIH están fuera del alcance de la población.   Y África tiene medios de producir esos medicamentos, pero lo tiene prohibido por el neoliberalismo.

Mito 6: La globalización es inevitable.

Renato Ruggiero, ex director de la Organización Mundial de Comercio, dijo: "tratar de detener la globalización es equivalente a tratar de detener la rotación de la tierra". Para  Bill Clinton  la globalización no es una opción política, es un hecho. Tony Blair la identificó como irreversible  e irresistible (él debió tener esa experiencia con algunas mujeres), y Margaret Thatcher expresó: "No hay alternativa", expresión que repitió con gusto el canciller alemán de entonces.

Fundamentalismo con pies de barro

Para Algemesi estas expresiones evidencian  el grado de fundamentalismo de los neoliberales, y confirman la condición de pseudorreligión de la doctrina que defienden.

Las alternativas existen  porque el modelo dominante fue producto de la renuncia de los países a controlar procesos económicos.

Todo proceso  originado en decisiones políticas es reversible. No se trata de neoliberalismo o caos sino en reconducir la economía hacia planos locales y diseñar  una economía que acerque  el consumo al mercado.

Hay que buscar  mayor localización monetaria para que  los excedentes permanezcan más en su lugar de origen; pero el mecanismo actual es que todo excedente en la periferia es succionado al centro.

Se trata de  producir local y  regionalmente todo lo que sea posible para acercar consumo al mercado. Es esencial si  interesa la sustentabilidad porque dentro de la economía global el mayor impacto negativo son los transportes a grandes distancias.

Otra posibilidad es reintroducir resguardos a las economías locales, generar competencia local, crear impuestos ecológicos sobre la energía malgastada y   la polución.

La idea es tributar por lo  negativo, no sobre lo positivo, no sobre el trabajo sino sobre el consumo de energía y  por la polución generada.

De la Redacción de AIM.

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