La ciencia moderna surgió protocolizada y delimitada en campo y método según el diktat racionalista de la Ilustración. Llevando lejos las cosas, los iluminados aseguraron que nacía con ellos porque lo anterior habrían sido ensayos, amagos, conjeturas o intuiciones de primitivos prelógicos, o magos de mentalidad precientífica; pero en adelante el progreso tendría bases por fin seguras, definitivas, verdaderas, sería una construcción firme de crecimiento ilimitado.
En particular, una vez que despuntó la modernidad en el renacimiento, se produjo el olvido muy rápido de todas las ciencias antiguas, que habían sido cultivadas durante milenios y en adelante serían archivadas como supersticiosas en el rincón de las necedades de tiempos oscuros.
Piedras en el camino
Por ese camino hemos llegado a una crisis civilizatoria que amenaza la vida en el planeta, con dos guerras mundiales por el camino y con la amenaza de una destrucción total pendiente.
La crisis no es vana, el desbande ha despertado interés confuso y desordenado por saberes y pseudo-saberes, algunos antiguos interpretados como se pueda y otros modernos muy fantasiosos, apenas disimulados, aceptados sin crítica. Es el precio a pagar porque la religión primero y la ciencia después han perdido la confianza que el común de la gente tenía en ellas y han dejado la puerta abierta a los contenidos reprimidos por siglos, que vuelven no como fueron sino contrahechos y deformes, sin potencia ni frescura.
Creer en maravillas
Entre los puntos de interés para la credulidad actual están las maravillas depositadas en la era de acuario, donde se debería producir un cambio que como quiere la época, no implicará dolor ni esfuerzo, sino entrada en una felicidad gratuita.
El padre de la filosofía occidental, Platón, conocía el fenómeno astronómico denominado “precesión de los equinoccios”, y su relación con el “Gran año”, proveniente de egipcios y caldeos, y la sucesión de las eras milenarias según el lugar del zodíaco en que el sol se alce.
El punto vernal o equinoccio de primavera cambia con los siglos Cada equinoccio de primavera el Sol apunta hacia una constelación zodiacal; pero cada año un poco hacia atrás respecto del año anterior. Este lenta retrogradación –medida según la duración de nuestra vida- se llama precesión de los equinoccios y determina que en poco más de 2000 años el sol se levante en el equinoccio de primavera en una constelación diferente: Ha cambiado una era. Como las constelaciones no tienen todas el mismo tamaño en el cielo, determinan eras de duración diferente: la de Virgo, por ejemplo, no dura los 2300 años promedio sino más de 3000.
Ciclos y analogías
El Gran Año de Platón dura casi 26.000 años, es una analogía del año normal de 365 días pero considerado a otro nivel. Su transcurso no determina estaciones, sino eras. Tiene las mismas fases análogas a las estaciones, solsticios, equinoccios, pero la diferencia es que sucede en un tiempo enorme comparado con la vida de un hombre.
El ser humano vive en medio de ciclos de diferente duración: empezando por el ínfimo de las particulas subatómicas, la respiración, el circadiano del día y la noche, el de las estaciones, la mutación periódica de las células de su propio cuerpo hasta el gran año platónico y por sobre éste el ciclo vinculado a la revolución del sol con la vía láctea en unos 250 millones de años. Al cabo de ese tiempo, el sol habrá dado una vuelta completa y estará de nuevo en el mismo lugar.
Un ciclo cualquiera, de cualquier tipo, tiene una fase nacimiento una de desarrollo otra de declinación y otra de muerte
La Luna nos da un ejemplo visible con sus fases: nace, crece, completa y decrece. El día de 24 horas es otro: nace el Sol en la madrugada, crece en la mañana, llega al esplendor al mediodía y decrece en el crepúsculo.
Hay tamién un ciclo con el centro de la galaxia en lugar del sol. Así como cada 2300 años hay un cambio de era por el lugar del sol en el círculo del zodíaco, el centro de la galaxia tiene sus eras en la medida en que el sol gira en 250 millones de años como la tierra en torno de él en un año. Por eso es posible por analogía hablar de un verano de un invierno, un otoño y una primavera, ya no referidas al año terreste sino un periodo mucho mayor.
El cambio necesario
La convicción de los nuevos creyentes, poco propensos a sumergirse en las ciencias muertas en el inicio de la edad moderna, y sin las claves para interpretarlas, es que en la era tecnológica predomina el tiempo lineal en lugar del cíclico y por eso no hay noción del tiempo cósmico. Pero no se necesita solo un cambio de concepción del tiempo, sino un cambio de mentalidad
En el Kybalion, uno de los pocos textos sobrevivientes del hundimiento de la civilización egipcia, hay referencias al ciclo del gran año de 12 eras de 2160 años cada una, en total 25.920 años para una “vuelta completa” del sol alrededor del zodíaco.
Las eras no serían solo hechos astronómicos, tienen un aspecto que quiere relacionarlas con la vida y el destino humanos, y ahí comienza el sentido moderno de la era de acuario como un tiempo diferente, una especie de redención sobre las eras anteriores: la de Tauro o del dios mesopotámico Marduc; la de Aries o del patriarca Abraham, la de Piscis o del Cristo y la era del aire, de Acuario, identificada con la libertad, la era por venir.
Aproximadamente en el 2300 antes de la era corriente el equinoccio de primavera se desplazó de Tauro a Aries, terminó la era del Toro y empezó la del Carnero. Entonces se levantaron en Egipto estatuas a la Nueva Era y se saludó la nueva conciencia universal que amanecía. Algo en algún punto similar a las expectavivas que genera el advenimiento de la era de Acuario que muchos ven vinculada con la declinación definitiva del cristianismo, vinculado con Piscis.
Los astrónomos puntualizan que estas influencias sobre la vida humana atribuidas a los cambios de era, que reconocen, no son asunto de la astronomía, lo que no necesitaban aclarar. Para ellos una era es una posición de la tierra respecto al firmamente de estrellas y un cambio de era es un cambio de posición, una cuestión geométrica sin más consecuencias.
La duración del año platónico, que solo tiene alguna importancia en occidente porque Platón lo tuvo en cuenta, era conocido por los caldeos, los egipcios, los mayas y los hindúes entre otros. Los caldeos, una casta sacerdotal, estudiaron el cielo, cartografiaron las constelaciones, identificaron el curso del Sol y estimaron los períodos de la Luna.
El astrónomo griego Hiparco de Nicea “redescubrió” el retraso del equinoccio de primavera y comparó sus observaciones con lo que conocía de los caldeos.A él debemos la expresión “precesión de los equinoccios”
Según la manera de ver actual, que pretende recuperar la antigua sin recuperar la mentalidad de que deriva, considera que la era de Piscis está terminando{
¿Cómo se espera sea la Era de Acuario?
Para ellos Acuario, un signo de aire según la astrología se caracterizará por el cumplimiento de profecías lanzadas hace siglos, entre ellas la conquista del espacio, el avance de las comunicaciones como internet, las computadoras, los teléfonos celulares, y sobre todo la elevación de una conciencia cósmica universal, en la línea del punto Omega de Teilhard de Charin. Se terminarán los nacionalismos y se cuidará el planeta. La expansión de la conciencia terminará con el dogmatismo, habrá humanitarismo se desarrollará la investigación especial y se conquistarán otros planetas.
Sin embargo, ninguna de estas esperanzas tiene confirmación científica antigua ni moderna. El ciclo actual se desarrolla en el sentido de agotar sus posibilidades, tanto como un anciano ya tiene todo detrás y solo la muerte en el futuro porque las potencialidades genéticas se han terminado. Como los ciclos son homólogos y a nivel macrocósmico se repite lo que sucede a nuestro nivel, la expectativa es de un acabamiento en sentido contrario a las esperanzas de los acuarianos.
Para ellos Acuario traerá consigo la revelación del conocimiento y las fuentes de la sabiduría . En la era de Acuario confían en que todo el Conocimiento saldrá a la luz, dado que no es propiedad de nadie.
Acuario es para sus creyentes la edad del hombre maduro, el “Homo Amantis”, capaz de poner en práctica la divisa “Ámate a ti mismo”.
Uno de los entusiastas de Acuario asegura: “La felicidad no es un premio, es un derecho que tenemos todos al nacer, sólo tenemos que empezar a creer en nosotros mismos, y deshacernos de todo lo caduco... si no, Urano ( el planeta regente de la nueva era)se encargará de ello, ya que la Naturaleza se impone siempre.
De la Redacción de AIM.