El 25 de febrero de 1922 murió en la guillotina en Francia Henri Desiré Landru, condenado por el asesinato de ocho mujeres pero autor de más de 100 crímenes.
Landru nació en París el 12 de abril de 1869. El padre era fogonero en una fábrica y la madre costurera. Él quiso siempre ser rico.
Se casó a los 20 años con su prima Marie Reny, con la que permaneció hasta el pie de la guillotina, y con la que tuvo cuatro hijos.
Landru llegó a asesinar a más de 100 viudas, en un tiempo en que como resultado de la primera guerra mundial había muchas en Francia. Las seducía, las engañaba, robaba y luego descuartizaba e introducía los restos en un horno en su residencia.
Estaba fichado en la policía en estos términos "Vigilante de garaje, subdiácono, contador, empleado de comercio, cartógrafo, techador, fontanero, estafador…". A la ficha le faltaba un dato, el esencial, que sería agregado luego.
Incitado siempre por su deseo de riqueza, cometió estafas y pequeños delitos que lo llevaron a la cárcel y a su padre a ahorcarse por vergüenza en el Bois de Boulogne, el parque de París.
En 1909 leyó en un diario un aviso firmado por madame Izoret, una viuda que ofrecía su patrimonio a cambio de "un varón honrado que me haga compañía".
Landru ensayó sus dotes de seductor con madama Izoret: dulces palabras, promesas de amor y operaciones bancarias de buen rédito. El resultado fue que madame perdió todos sus ahorros.
Denunciado por ella, fue a parar a la cárcel, pero ya tenía el hilo conductor de su estrategia.
Landru dejó anotados sus procedimientos para aliviar a las viudas de sus pesares. En la libreta aparece la primera seleccionada: Jeanne Cuchet, bellísima, de 39 años y un hijo de 17, André… y cinco mil francos ahorrados. Terminó incinerada en un horno con su hijo. Luego descuartizó y quemó madame Laborde Lime.
Terminada la guerra, los soldados de vuelta empezaron a buscar a sus parientes y no los encontraron porque habían pasado por el horno de Landrú.
Fue capturado el 11 de abril de 1919 cuando se proponía apoderarse de los ahorros de la actriz Fernande Segret y hacerlos humo, y a ella también.
No hubo mucho que investigar, con solo leer sus apuntes se tenía noticia de cada viaje, del precio de los boletos, de los nombres de sus víctimas y del dinero que le confiaron.
Los investigadores encontraron en el horno 295 huesos humanos carbonizados y casi dos kilos de cenizas. Además, atesoraba 47 piezas dentales de oro arrancadas a los cadáveres.
En cuatro años de acompañante solícito de viudas acumuló unos 36.000 francos, prolijamente ocultos en un cajón.
Ante los jueces, dijo: “estafador, lo admito. Pero asesino, no. Ellas estaban solas, y les di un poco de esperanza”.
Cuando escuchó su sentencia, le dijo a su abogado: “Gracias. Si alguien hubiera podido salvarme, era usted. Pero en toda batalla hay muertos”.
El día de la ejecución se perfumó, recibió a su familia, se despidió de ella, el verdugo lo afeitó, rehusó oír misa "para no hacer esperar al verdugo y al médico"
El 25 de enero de 1968, la actriz Fernande Segret, una de las estafadas, se suicidó arrojándose al foso de un castillo. Dejó una nota "Aun lo amo, y sufro demasiado".
La fama de Landrú llevó al humorista argentino Juan Carlos Colombres a adoptar el apellido del asesino como pseudónimo.
Colombres, muerto en 2017 se caracterizaba por ironías sociopolíticas en las cuales incluía la caricatura tanto gráfica como textual.