El 22 o 21 de junio de 1527, no hay precisión en los historiadores, exiliado de Florencia, su ciudad natal, murió el mayor de los filósofos políticos de Europa, Nicolás Maquiavelo, quien trató de lograr la unidad de Italia, dividida entonces en pequeños reinos y principados.
Maquiavelo nació en una familia noble empobrecida. Vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de Médicis. Tras la caída y ejecución pública en 1498 de Girolamo de Savonarola, que pretendió instaurar una teocracia en Florencia condenando toda corrupción, fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de Florencia. En ese cargo que ocupó hasta 1512 hizo tareas diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I y César Borgia, entre otros.
Maquiavelo centró su pensamiento en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes.
Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia en 1512.
Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado en 1513. Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas su obra maestra, El príncipe (Il principe), que terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis.
En 1520, el cardenal Julio de Médicis le confió varias misiones y, cuando se convirtió en Papa, con el nombre de Clemente VII (1523), Maquiavelo pasó a ocupar el cargo de superintendente de fortificaciones (1526). En 1527, las tropas de Carlos I de España tomaron y saquearon Roma, lo que trajo consigo la caída de los Médicis en Florencia y la marginación política de Maquiavelo, quien murió poco después de ser apartado de todos sus cargos.
La obra de Nicolás Maquiavelo se adentra por igual en los terrenos de la política y la literatura. Sus textos políticos e históricos son deudores de su experiencia diplomática al servicio de Florencia, caso de Descripción de las cosas de Alemania (Ritrato delle cose della Alemagna, 1532). En Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, 1512-1519) esbozó, anticipándose a Vico, la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.
En El príncipe Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su pervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.
El pensamiento histórico de Nicolás Maquiavelo quedó plasmado fundamentalmente en dos obras: La vida de Castruccio Castracani de Luca (1520) e Historia de Florencia (Istorie fiorentine, 1520-1525). Entre sus trabajos literarios se cuentan variadas composiciones líricas, como Las decenales (Decennali, 1506-1509) o El asno de oro (L'asino d’oro, 1517), pero sobre todas ellas destaca su comedia La mandrágora (Mandragola, 1520), sátira mordaz de las costumbres florentinas de la época. Clizia (1525) es una comedia en cinco actos, de forma aparentemente clásica, que se sitúa en la realidad contemporánea que Maquiavelo tanto deseaba criticar.
Frases de Maquiavelo
Los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.
Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.
La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos en la adversidad.
Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse.
En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros.
La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad.
El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo.
Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.
No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad.
Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir la nobleza a la desesperación, ni el pueblo al descontento.