Ricardo Ruggeri, bioingeniero graduado de Ingeniería de la Uner, dirigió el equipo que aplicó el procedimiento de Irradiation con Intensidad Modulada.
Se realizó en Neuquén un trasplante de médula ósea en el que intervinieron un hospital público y dos clínicas privadas, cada institución con sus respectivos equipos de profesionales. Lo novedoso de la operación era la implementación por primera vez en la Argentina y en América Latina del procedimiento Total Body Irradiation con Intensidad Modulada (IM TBI), una nueva técnica que mejora el proceso de eliminación del sistema inmunológico –afectado por el cáncer- del paciente para garantizar su aceptación de la médula ósea del donante.
Ricardo Ruggeri, bioingeniero egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNER, condujo la aplicación del nuevo procedimiento, como director del Servicio de Física Médica del Centro Oncológico Integral (COI) de la capital neuquina. Unos meses atrás, justo antes de la emergencia sanitaria nacional decretada ante la pandemia del coronavirus, había viajado a Alemania para estudiar la técnica y perfeccionar su aplicación en la Argentina.
¿En qué consiste la IM TBI?
Previo al trasplante de médula ósea, el paciente tiene que prepararse con diferentes medicaciones y quimioterapia, etapa en la que intervienen desde médicos clínicos hasta oncólogos. Otro equipo se ocupa de la extracción de la médula ósea del donante, para lo cual se realizan antes estudios de laboratorio. Por otra parte, hay que preparar al paciente, en el paso llamado ‘acondicionamiento’. “Es donde entramos nosotros”, indica Ruggeri, y resume que “consiste en destruirle el sistema inmunológico, que está fallado, normalmente con leucemias o linfomas". Se trata de pacientes en los que el cáncer se desarrolla precisamente en el sistema inmunológico.
Al paciente se lo prepara para recibir la médula ósea del donante y para evitar que se produzca el efecto ‘injerto versus huésped’, es decir que la rechace como cuerpo extraño.
Respecto del nuevo procedimiento implementado, Ruggeri explica que la técnica clásica (Total Body Irradiation) “consiste en irradiar el cuerpo totalmente con un acelerador lineal de electrones, con rayos X de alta energía. Hay que tener mucho cuidado con los órganos sanos. En la clásica se protegían los pulmones, pero era muy difícil proteger otros”. En cambio, la técnica aplicada en Neuquén “se basa en lo mismo pero es modulada: puede proteger más órganos y mejor: los pulmones, con lo que hay menos toxicidad, y también cristalino, riñones y otros”.
También cuenta con la ventaja de que “la forma de la radiación tiene más forma del cuerpo. En la otra (TBI) hay zonas donde se irradia más y otras menos, es decir zonas sobredosificadas y subdosificadas. Con nuestra técnica se puede ver exactamente toda la dosis de manera uniforme”.
Se necesitan seis sesiones durante tres días, una a la mañana y otra a la tarde. La radiación demora diez minutos, pero Ruggeri aclara que en total la sesión lleva una hora.
“Nuestro caso fue interesante porque es el primero de la Patagonia y porque trabajamos juntos el hospital público Castro Rendón; la clínica Conciencia, que está aprobada por el Incucai; y el Centro Oncológico Integral (COI) de la clínica Leben Salud para el acondicionamiento. Intervinieron tres instituciones y un montón de profesionales, fue un trabajo muy en equipo y de articulación muy meticuloso”, reseñó el bioingeniero oriundo de Santa Fe.
Además, destaca que “no duele absolutamente nada. El paciente está acostado en una camilla y el acelerador lineal gira alrededor”. Incluso mencionó que en el paciente neuquino el efecto fue casi inmediato. “Vino muy mal, con mucho dolor y en muy malas condiciones. Y después de la primera aplicación tuvo una mejoría”.
De Alemania a la Patagonia
Ruggeri viajó a perfeccionar la técnica en Munich, Alemania, donde fue inventada. “Nos formamos, nos asesoraron y la trajimos. Fue en el contexto de pandemia y volvimos un día antes de que se cierren los aeropuertos”, recordó. Luego la implementación en Neuquén llevó entre tres y seis meses.
“Nuestro trabajo principal fue implementar una técnica de vanguardia que no existe en Argentina ni Latinoamérica. Hicimos controles de calidad del equipo, del paciente específico. Luego planificamos el tratamiento. Irradiamos sobre un phantoma haciendo los controles de calidad como si fuera el paciente. Tuvimos unos resultados excelentes, con una altísima precisión.
Una de las diferencias más importantes es que la TBI clásica se hace sin tomografías ni imágenes, con cálculos manuales o 2D. "Son técnicas muy eficaces pero con limitaciones. En la TBI IM hacemos una tomografía de cuerpo completo, metemos la información en un planificador de tratamiento donde podemos medir la dosis exacta que recibe cada parte del cuerpo. Eso fue lo difícil porque tuvimos que viajar para adquirir esa información”, mencionó el graduado de la FIUNER.
La especialización en Física Médica
Ruggeri egresó en 2008 como bioingeniero en la Fiuner. Luego realizó la Maestría en Física Médica del Instituto Balseiro y la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (Fuesmen) de Mendoza. A partir de su experiencia personal, destaca la importancia de la especialización en Física Médica.
"Es una muy buena oportunidad para los bioingenieros. Es apasionante. Y no cualquier profesión puede hacerla: solamente ingenieros nucleares, bioingenieros, licenciados en Física e ingenieros electrónicos. Es un área muy linda de la Bioingeniería", ponderó.
A su vez, precisó que en la clínica en la que trabaja, Leben Salud, cuenta con una residencia en Física Médica, con acreditación de la Universidad de Comahue y de la autoridad regulatoria nuclear nacional.