El 11 de mayo de 1813 la Asamblea General Constituyente aprobó como marcha nacional la canción patriótica escrita por el poeta Vicente López y Planes con música del maestro Blas Parera. Una publicación en 1847 lo llamó “Himno Nacional Argentino”, nombre que conserva hasta nuestros días, registró AIM.
El Himno Nacional Argentino fue escrito por Vicente López y Planes en 1812 y compuesto por Blas Parera en 1813. Originalmente fue denominado Marcha patriótica, luego Canción patriótica nacional y posteriormente Canción patriótica. Su versión original dura 20 minutos y en 1924 fue abreviado a entre tres minutos 30 segundos y tres minutos 53 segundos. La forma de ejecución y el texto están establecidas en el decreto 10.302 de 1944.
El himno se cantó por primera vez en los salones de María Petrona Sánchez.
El 11 de mayo 1813 la Asamblea del año 13 aprobó como marcha nacional la canción patriótica escrita por Vicente López y Planes con música del maestro Blas Parera, que se exilió poco después por causas mal conocidas. La partitura se perdió luego y fue reescrita de memoria por el músico vasco radicado en Buenos Aires, Pedro Esnaola.
El himno se cantó por primera vez en los salones de María Petrona Sánchez, Mariquita Sánchez de Thompson, mujer de gran belleza, inteligencia e influencia en el medio social de su época, cuya tendencia a favor de la causa de Mayo fue decisiva para el triunfo de la revolución.
El Himno nacional argentino fue primero “Marcha patriótica”, luego “Canción patriótica nacional”, y posteriormente “Canción patriótica”. Desde 1847 se lo llama “Himno Nacional Argentino”, cuando así lo denominó una copia.
El 24 de mayo de 1812 se presentó en la “Casa de Comedia” de Buenos Aires la obra teatral “El 25 de Mayo” de Blas Parera, referida a la revolución de Mayo de 1810, la cual terminaba con un himno coreado por los actores. Uno de los espectadores, el porteño Vicente López y Planes, se sintió inspirado y esa misma noche escribió la primera estrofa de un himno para reemplazar al de Morante, al que el catalán Blas Parera había puesto música.
La Asamblea General Constituyente lo aprobó como “Marcha Patriótica” el 11 de mayo de 1813. Al día siguiente le encargó componer una nueva música a Blas Parera. En una sola noche terminó la partitura.
La obra fue presentada el 25 de mayo de 1813 y el 28 se cantó en el teatro. La letra de López y Planes, dentro del estilo demasiado cargado y retumbante de la época, era marcadamente independentista y antiespañola. Tiempo más tarde la Asamblea del año XIII pide un “arreglo” de la letra, para adecuarla a la oposición inglesa a la independencia de las colonias españolas en América, ya que España era aliada de Inglaterra contra Napoleón.
La versión de Esnaola, de 1860, es una orquestación más rica desde el punto de vista armónico. El 30 de marzo de 1900 un decreto del presidente Julio Argentino Roca considera que algunas estrofas del himno “responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta: Desaparecieron entonces las estrofas con referencia a “los bravos [argentinos]que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre [los españoles]fuertes pechos sabrán oponer”. También se quitó: “son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria [el soldado español]su cerviz orgullosa dobló”.
Letra original
Himno Nacional Argentino
¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:
¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
II
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
III
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
IV
¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
V
A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
VI
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.
VII
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.
VIII
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.
IX
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!
Coro:
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.