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Patronato goleó a Boca y festejó Entre Ríos

Patronato de la Juventud Católica goleó ayer como local, en su cancha de Presbítero Grella, al Club Atlético Boca Juniors. Tras el escándalo frente a Barracas, el conjunto de Sava reaccionó de al mejor manera superó al Xeneize con un contundente 3-0..

Un equipo corrió, luchó, se sacrificó. Jugó concentrado, serio, metido y en la búsqueda de un triunfo para soñar en grande con su objetivo. Fue generoso en ataque, sólido en defensa y solidario entre las partes. El otro no hizo nada de todo eso. Lució abatido, desentendido de un partido por la fecha 11 de la Liga Profesional, inconexo, impreciso, como si le diera lo mismo el resultado final.

El triunfo inobjetable de Patronato ante Boca mostró eso. Porque el local, en Paraná y ante una multitud barrió al equipo de Hugo Ibarra, que solo se presentó al encuentro en la planilla que firmó pero que no mostró ni una sola de las virtudes que había cosechado en la victoria ante Estudiantes de La Plata. Al trote, sin el pulso de un partido de exigencia como todos los que se ofrece en el torneo argentino y hasta con una actitud que invita al repaso: tras la eliminación ante Corinthians en la Copa Libertadores, Boca jugó dos partidos de local: ganó ante Talleres y Estudiantes. Pero jugó tres afuera de Brandsen 805 y sumó todas derrotas en slow motion y con brazos caídos contra San Lorenzo, Argentinos Juniors y Patronato. ¿Es apenas una casualidad?

La tarde en Paraná ya había empezado cruzada para la visita, con una molestia de Rojo -capitán y de lo mejor en las últimas semanas- en la entrada en calor que lo marginó del equipo y llevó a Ibarra a poner una dupla central inédita con Zambrano y Roncaglia, con un puñado de prácticas encima.

Sin Benedetto, también lesionado, y con el refuerzo Martín Payero entre algodones. Pero excusas al margen, Boca otra vez se movió como desentendido del compromiso de turno, con errores de precisión groseros, una defensa que jamás ofreció garantías y hasta un arquero, en medio de su renovación, dubitativo. Un cóctel que en el fútbol argentino - desigual en billetera pero parejo cuando desde el físico todo se equipara- se paga demasiado caro. Porque Patronato, con el amor propio de estar jugándose la permanencia en Primera, con lesionados en la previa (sus dos marcadores centrales) y durante el juego (su doble nueve) lo pasó por arriba en todos los ítems posibles.

Incluso pareció potenciarlos todo lo que vivieron en la semana ante Barracas Central, con el escándalo del VAR presente y una detención de horas en una comisaría de la Ciudad de Buenos Aires por los incidentes en la cancha de All Boys. Todo eso negativo lo motorizó en favor suyo, absorbiendo esa rabia contenida y transformándola en furia con la pelota en los pies y en la disputa de cada pelota. Mientras que a Boca, que parece descansar en una peligrosa transición que ya lo tiene clasificado a la próxima Copa Libertadores (por ser campeón de la última Copa de la Liga), lo derrumba cualquier trompada.

La lesión de Jonathan Torres, en el inicio del juego, terminó dándole la chance ideal a Alexander Sosa, quien entró para asistir a Axel Rodríguez en el 1 a 0 (tras un grave error de Zambrano) y para cabecear para el 2 a 0 con una desatención de toda la última línea del equipo de Ibarra, desatenta y desganada en cada disputa de la pelota. Como si el partido de pura concentración en la Bombonera hace una semana hubiese sido una excepción.

Nada de todas las teorías conspirativas alrededor del equipo de La Ribera le importó a Patronato, que asfixió en cada segunda pelota con Lays y Barinaga, que motorizó a su doble nueve contra los centrales de Boca y que tuvo Jonás Acevedo la pieza de desequilibrio desde la banda derecha como punto de partido para después hacerse dueño de la pelota en todo el frente de ataque. El ex Rosario Central, con un tiro libre que desvió en Fabra, le puso el sello a una tarde/noche que solo tuvo una leve reacción de Boca en los pies de Romero, alguna excursión ofensiva de Fabra y remates aislados de Molinas o Zeballos. Pero nunca pareció estar en partido, como si esta Liga tuviese resuelto transitarla sin objetivos grandes. Incluso Villa, quizá su pieza de desequilibrio más decisiva en el año, jugó apenas 45 minutos a puro error.

Es que en Boca no anduvo nada. Nada. Ni Alan Varela en la recuperación ni Pol Fernández en la distribución y mucho menos la coordinación de ataque para la búsqueda aislada de Luis Vázquez, en otro partido de sequía pero también de poca participación en el circuito de ataque. Es que las mil preguntas que quedaron flotando en el aire de Paraná ya habían estado presentes en La Paternal y en el Bajo Flores.

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