El 18 de octubre de 1884, el presidente, general Julio Argentino Roca, decidió expulsar al embajador del Vaticano, el nuncio apostólico Luis Mattera, por agitar en contra de la educación laica que había dispuesto el gobierno nacional dentro del espíritu positivista imperante entonces.
Monseñor Mattera fue expulsado en momentos en que el prestigio popular y el poder de la iglesia católica en la Argentina eran mucho mayores que ahora.
Sin embargo, la firmeza de Roca se hizo ver otra vez en la decisión de expusarlo por oponerse a una ley nacional. La causa oficial fue una incorrección diplomática cometida por el representante del Vaticano ante nuestro país.
Una carta que Roca, escribió a nuestro embajador en la República Oriental del Uruguay, Enrique Moreno, expresa: " Estamos en plena lucha con los clericales, que se nos vienen a las barbas y quieren sobreponerse a la Constitución y a las leyes. La opinión se conmueve con tal motivo y la gran mayoría del país se levanta dispuesta a sostener el Gobierno que tiene entre sus manos la bandera más simpática a los pueblos en el presente siglo. Parece que se trata de una verdadera conspiración de la Corte Romana contra las repúblicas sudamericanas que tienen una causa común en esta lucha".
En 1884 la Iglesia intentó alzar a la población contra la ley 1420 de educación obligatoria, laica y gratuita. En Córdoba hubo corridas y tiros, pero los problemas no pasaron de eso. Roca lo zanjó expulsando a Mattera, que se había trasladado a Córdoba en respaldo al obispo de la ciudad, participaba activamente de las protestas y había reclamado el cierre de algunos medios de prensa contrarios a la posición clerical.
Además, el presidente separó a dos obispos y expulsó de su cátedra al educator católico José María de Estrada.
Un decreto de Roca dio 24 horas a Mattera para abandonar el país después de que el nuncio consideró "diabólica" a la ley 1420.