¿Quienes construyeron esto que ni se sabe qué es? ¿Cuándo lo hicieron? Muchas preguntas y muchas respuestas, todas insatisfactorias. No alcanzarían los días de tu vida para conocer todo lo que debería ser conocido de Perú. En estos tiempos todos tenemos un poco de sabiduría de folleto turístico.
Llega una cadena hotelera, contratan a un gerente de marketing y en minutos tenés una atracción nueva para que la industria desparrame gente por todos lados… y no podría decirse que está mal, aunque tuerzan un poco la historia (siempre sale jorobada), pues suelen descubrir cosas que dan ganas incontenibles de conocer.
En el caso de Sacsayhuamán no es necesario forzar la imaginación: tiene todos los ingredientes de un misterio y la imponencia de las pirámides. ¿Porqué entonces es poco conocido o conocida? Porque los peruanos no dan abasto con la folletería, solo por eso.
Es algo tan colosal que te quedás pasmado y sin embargo, todavía no se sabe qué cosa es. ¿Es una fortaleza como la llaman, era un templo, qué diablos era? ¿La construyeron los incas o es anterior a la llegada de esos invasores? ¿Cuán anterior? ¿Cómo hicieron para tallar y elevar bloques de hasta 200 toneladas de peso en una cumbre de 3.555 metros de altura, donde cualquiera de nosotros se apunaría con solo encender un cigarrillo? Y dale y dale con las preguntas sin respuesta, aunque encontrarás libritos y folletos que te dan todo ordenadito como en un recetario de cocina, o peor aún en atrocidades como el Libro de Mao o Mein Kampf, escritos para que nadie tuviera que pensar por su cuenta.
Nada de lo que se asegura hasta ahora, puede darse por confirmado. La construcción está a apenas dos kilómetros de Cusco y todo su aspecto favorece la opinión de que fue una fortaleza destinada a proteger la capital del imperio incaico. Pero ¿qué hacemos con todos los indicios que la muestran como un centro ceremonial? ¿Puede una construcción militar tener simultáneamente un propósito religioso? Difícil, pero podría ser.
Algún ingeniero que anduvo por allí, aseguró que se necesitaron 70 años y la colaboración de 20.000 hombres para sacar las descomunales piedras de las canteras y transportarlas, para luego tallarlas y encajarlas una junto a otra con tal precisión que ni una semilla puede germinar en los intersticios. Otros expertos determinaron que esas piedras proceden de Muina, Huacoto y Runicolca, a 20 kilómetros de distancia. Algunos de esos bloques sobrepasan los 9 metros de altura y llegan a pesar 350 toneladas. ¿Me podrías explicar cómo hicieron eso no ya 20.000 personas durante 70 años, sino cientos de miles durante todo el tiempo que quieras pues esto no es una regla de tres de Pedro Martín? Y enseguida salen a luz los platos voladores, pero no se trata de eso aunque no sea mi propósito descartarlo; hay que agotar las posibilidades y no hacerse el distraído para que no crean que estás realmente asombrado. Yo todavía estoy patitieso, y lo expreso así solo para que esa divertida palabra no desaparezca del todo.
Tallados hasta en ángulo, con una precisión que no se ve ni en Cusco ni menos en Macchu Picchu… ni en ninguna otra parte del mundo
Todavía hoy ocurren allí cosas que sorprenden, como por ejemplo que haya quienes aseguren sin que se les mueva un pelo, que Sacsayhuamán se comenzó a construir durante el gobierno de Pachacútec y prosiguió con Tupac Yupanqui, lo que ubica el “final de obra” allá por 1431. ¡Si hasta dicen saber que el arquitecto principal fue Apu Huallpa Rimachi!
Entonces, quien se habría lucido en la inauguración sería Huayna Cápac, en el siglo XVI y la construcción se habría terminado poco antes de que llegaran los españoles y trataran de borrar todo vestigio de que estaban ante una gran cultura, capaz de enseñar cosas a las nuevas generaciones. Y como no respetaron nada de eso, nos quedamos sin respuestas para todas las preguntas. La gente descuartizada no puede responder por más que se les pregunte.
Hasta se daban el lujo de “dibujar” garras de puma y siluetas de llama con los bloques monumentales
Y además los incas, quizás tampoco sabían. Pues ahora queda claro que la datación con carbono 14 de cerámica hallada entre las piedras no es prueba suficiente de nada, ¿y si más enterrada aparece otra cerámica más antigua? Así lo plantea Yuri Leveratto en www.yurileveratto.com, un autor que recomiendo pues no tiene temor en recoger teorías que otros descartan para no alborotar el avispero. En este caso no se trata de teorías, sino de comprobaciones de la arqueología contemporánea, las cuales retrasan la construcción de Sacsayhuamán hasta el 1.100 y adjudican la autoría no a los incas, sino a los indígenas de la cultura Killke.
En fin, como podría ocurrir que tu curiosidad te haya traído solo hasta aquí, me apresuro a darte la referencia dehttp://www.peru.travel/es/, una web semi oficial donde encontrarás mucha información confiable para planificar tu viaje.
¿Cómo que todavía no te decidiste? Aunque hayas ido a Macchu Picchu, aunque te hayan pasado como un soplido por Sacsayhuamán, te aseguro que no sabés un pito de Perú. ¿Te imaginás un país con 100.000 sitios arqueológicos, con montañas y selvas todavía vírgenes, algunas de las cataratas más altas del mundo, con flora y fauna impresionante?
La fortaleza o lugar santo, tenía dos puertas y sobre las terrazas se levantaban varios edificios y tres grandes torres; en el centro se encontraba el lugar donde se abastecían de agua. Una de ellas tenía 20 metros de altura e impresionó a los españoles cuando llegaron. Los impresionó tanto que la derribaron de inmediato.
El resto de toda la destrucción se debe a que para las construcciones coloniales en Cusco y otros asentamientos, era más fácil sacar de allí piedras ya talladas que traerlas de más lejos y procesarlas. Este atroz ataque cultural, ahora menguado por el orgullo amerindio que muestra toda la provincia, lleva unos 500 años. Dicen que lo que queda es apenas un 20% de lo que había. Y a pesar de eso, Sacsayhuamán sigue dejando patitieso a todo el que la contempla.
Por ahí hay túneles, conductos de agua con una trayectoria inexplicable, construcciones cuya funcionalidad escapa a nuestra comprensión, figuras de puma y de llama formadas con las rocas ciclópeas, miradores desde donde contemplar Cusco … en fin, más y más misterios, esperando que alguien nos explique más sobre esta cultura abruptamente interrumpida.
Cada 24 de junio, en el solsticio de invierno, se celebra acá el festival anual del Inti Raymi, el dios del Sol. Entonces, con la mejor buena voluntad, los descendientes de aquellos incas, practican un ritual sumamente colorido e inspirador. Quizás los incas quedaran perplejos de ver cómo creen ahora que ellos adoraban al sol, pero seguramente quedarían orgullosos tanto del esfuerzo que realizan sus tataranietos, como del hecho de que a este festival concurra gente de todo el mundo en cantidades impresionantes, más de las que puede acoger la hotelería local.
Por Guillermo Pérez Rossel. Publicado en El País de Montevideo