Los hopi son un pueblo original americano, que vivieron y viven todavía en la zona del gran cañón del río Colorado, en los Estados Unidos. Conservan una "piedra de la profecía" que alude a ciclos pasados y a la posibilidad de que el actual esté próximo a terminar, a agotar sus posibilidades de desarrollo con que comenzó hace milenios.
Consultados por científicos que pretendían informar en un programa de televisión sobre esa cuestión de un ciclo que parece acabar en catástrofe, un sabio hopi les dijo con gentileza que la "piedra de la profecía", con dibujos milenarios que deben ser interpretados, no contenía en realidad profecías -en el idioma hopi no hay ninguna palabra para "profecía"- sino "conocimientos tradicionales". Los científicos fueron quizá traicionados en este punto por su pertenencia al universo mental judeocristiano, que sí conoce profetas y profecías.
Los hopi aluden al fin del "ceremonialismo", cuando la estrella azul (fuente de la luz que se identifica con la conciencia universal) "suspenda la fe" y se produzca una revelación frente a todo el mundo, incluso los niños pequeños. La eclosión de consciencia propia de la visión directa hará innecesaria la fe y las ceremonias.
Entonces, tras una detención del tiempo para terminar un ciclo agotado, "Oraibi será rejuvenecido, marcando el comienzo de un nuevo ciclo".
El "conocimiento" que anula la fe y los rituales, fue revelado en otros tiempos en todo el mundo y ahora llegará el tiempo del cumplimiento. "Los Estados Unidos (el gran enemigo de los hopi, hoy adversario de muchos otros pueblos del mundo) será destruido, tierra y personas, pero los hopis no perecerán en esa guerra terrible.
“Solo las personas materialistas buscan hacer abrigos (contra las bombas). Aquellos que están en paz en sus corazones ya están en el gran abrigo de la vida. No hay abrigo para la maldad. Aquellos que no toman parte en la división del mundo por ideologías están listos para reasumir vida en otro mundo, sean negros, blancos, rojos o amarillos. Todos ellos son uno.
"El tiempo (del fin del ciclo) es anticipado por una canción interpretada durante la ceremonia Wuwuchim de los hopi. Fue cantada en 1914, justo antes de la I Guerra Mundial, y, de nuevo en 1940 al inicio de la II Guerra Mundial, describiendo la desunión, la corrupción y el odio contaminando los rituales hopi, los cuales fueron seguidos por las mismas iniquidades extendiéndose por el mundo.
Para los hopi está terminando el cuarto ciclo cuyo conocimiento les legaron sus antepasados y está comenzando el quinto, con la expectativa común a todas las sabidurías ancestrales: "los tiempos se acortan"
En una imagen que expresa simbólicamente la relación necesaria entre todos los planos del cosmos, los hopi aluden a un cambio que se está produciendo en la tierra, que por otra parte se discute a nivel profano y científico con apremio. "Las formas de plantas de mundos previos (de ciclos pasados) están comenzando a brotar como semillas". Para ellos, esto podria derivar, si hubiera conciencia suficiente, en una nueva ciencia de la vida, porque "la misma clase de semillas que están siendo plantadas en el cielo como estrellas están siendo plantadas en nuestros corazones. Todo esto es lo mismo, pero toma aspectos diferentes según cómo cada uno lo vea"
Las semillas representan los gérmenes del mundo nuevo, que aparecen en cada plano de existencia según su modalidad propia, en la tierra como semillas y en las estrellas como fulguraciones y en nuestros corazones como visiones anticipadas del ciclo nuevo.
Los ciclos
Un ciclo es un desarrollo, una manera particular de existir del cosmos, un modo del devenir, no de la realidad esencial.
Por lo tanto le conviene la forma temporal o cronológica que toma habitualmente, al menos en la idea habitual de los ciclos.
El Ser no está sujeto a ciclos. Según la fórmula del Vedanta es "Uno sin segundo", fuera de todo dualismo y relativismo, sin nada con que contrastarlo y que permita definirlo, siquiera nombrarlo.
Pero su manifestación, su desarrollo según las modalidades del tiempo, el espacio y la causalidad, que son algunas de las que toma entre un número indefinido de modalidades posibles, puede concebirse de modo temporal, cronológico, como etapas que se suceden aunque estén todas contenidas sintéticamente en la unidad que nunca ha salido de sí misma.
Todo lo manifestado, de acuerdo con las doctrinas hindúes y sus correlativas entre los pueblos originarios de nuestro continente, es ilusorio y no se distingue de la unidad sino desde nuestro punto de vista y sólo en apariencia.
Si los ciclos se desarrollan en el tiempo es porque el tiempo es un componente propio de nuestro mundo, pero podría no serlo en el caso de otros mundos, en que no obstante también habría ciclos, pero no ordenables cronológicamente.
Las ideas de la física
Si bien estas ideas pueden parecer extrañas, ya que para nosotros es casi imposible pensar nada fuera del tiempo, la física moderna nos ha abierto la puerta a este tipo de consideraciones y nos impide rechazarlas de entrada como absurdas o "místicas".
Solo como ejemplo, recordemos algunas especulaciones sobre la deformación del espacio tiempo en la vecindad de un agujero negro, al punto que la "dilatación" o curvatura del tiempo ha hecho posible las ideas fantásticas de viajes usando ya sea velocidades cercanas a la de la luz o fuerzas de gravedad enormes, como las de un agujero negro.
En esos viajes, en condiciones que por ahora no podemos ni imaginar, el tiempo de detendría de modo que alguien que creyó vivir un día, de vuelta al lugar de que partió vería que en él pasó un siglo.
En otro ámbito, la física cuántica calcula probabilidades. ¿Quién elige entre la probabilidades para que se produzca mi experiencia actual? La conciencia, el observador de toda experiencia, el testigo que nadie puede observar y jamás puede ser ignorado.
Las sucesiones temporales tales como se reconocen en los ciclos de que habla la doctrina hindú de los "kalpas" se deben entender de manera simbólica, la sucesión temporal es una imagen del encadenamiento lógico y ontológico de la serie "extra-temporal" de causas y efectos. El lenguaje humano no puede expresar directamente otras condiciones que las de nuestro estado, el simbolismo así está por eso mismo suficientemecte justificado.