La diferencia de precios entre lo que recibe un tambero por el litro de leche y lo que un consumidor paga en góndola de un supermercado es exorbitante. Un productor recibe entre 9 y 10 pesos más IVA y los clientes pagan un saché entre 40 y 48 pesos. La gran diferencia queda en la cadena de comercialización y los impuestos, contó a AIM Conrado Reggiardo, de la Cámara de Productores de Leche de Entre Ríos. [{adj:38881 alignright}]
Pero además de la gran distorsión que se produce por la distribución del producto elaborado que queda en pocas manos, el referente de la Caproler señaló a esta Agencia que en este verano se produjo una serie de fenómenos climáticos que impactaron en la actividad y el precio. Los meses de verano la producción lechera merma. Pero no fueron justamente las altas temperaturas las que incidieron, si no que hubo “30 días de barro y en febrero 12 que fueron un sólo fuego”. Esto hizo entre otras cosas que la industria destinara lo producido a sus primeras marcas, más caras, y retaceara las segundas.
De todos modos, Reggiardo apuntó que llevado a otros productos de la láctea con otro tipo de elaboración, como los quesos, el margen es mucho mayor. “Hay quesos en los supermercados que no se pueden pagar”, afirmó. “Se multiplican los precios por dos y por tres (de lo que recibe le productor) y esto no se ve en ningún lugar del mundo”.
El tambero apuntó que “la gran diferencia en la cadena láctea se la queda la comercialización y el Estado que retienen como el 30 por ciento (de impuestos). Y esto sucede en la cadena de la carne, de las frutas y verduras”, observó.
El productor apuntó a que el Estado –nacional, provincial, y municipal– desde hace años han estado ausentes en todo esto”, y que la “carga de impuestos que llega a elevar los precios el góndola”.
El “marketing”, hace otro tanto y se lleva su buena tajada, donde en el supermercado o gran cadena “puede remarcar mucho más precios”, se indicó. Y se afirmó que el costo, producción y la calidad de la leche de una marca conocida y otra que no lo es tanto son los mismos. Del mismo modo pasa con una misma industria que tiene dos envases con diferentes, pero el contenido es exactamente igual.
Volviendo al meollo, Reggiardo consideró que esta situación no puede pasar, que “tiene que estar un Estado que actúe, que exista y que controle. Necesitamos un Estado presente en las distintas etapas, y no sólo en la cadena láctea; también en la hortícola y en la de la carne”, reclamó.