A igualdad de edad y de muchos otros factores relevantes, consumir café de forma habitual está asociado significativamente con una menor mortalidad. Así lo han determinado unos investigadores del grupo Ciber-OBN de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra en España. El estudio, que ha sido publicado en el número de noviembre de The American Journal of Clinical Nutrition, se ha realizado con los datos de 20.000 voluntarios, graduados universitarios de toda España, recogidos durante una media de 10 años.
Según los expertos, el efecto se observa tanto con el café con cafeína como con el descafeinado, ya sea soluble o de máquina. En cuanto a la protección, los datos indican que es más fuerte en personas con 55 o más años, y muestra una clara tendencia dosis-respuesta en el rango de consumo de entre una y seis tazas al día.
Adela Navarro, cardióloga del Sistema Navarro de Salud y autora líder del estudio, afirma que “ya habíamos encontrado antes que no existían a largo plazo esos supuestos riesgos de hipertensión arterial que se achacaban al café; esto fue objeto de una publicación previa. Ahora encontramos beneficios claros sobre el riesgo de mortalidad por todas las causas, lo que avala los beneficios del consumo de café”.
Según Estefanía Toledo, profesora Titular de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y directora del trabajo, los resultados encontrados apuntan en la misma dirección que los de otras cohortes más recientes y que han usado métodos rigurosos para valorar el efecto del café, como el estudio Epic, la cohorte multiétnica norteamericana o el estudio Eureye-Spain.
“Pero un aspecto novedoso de la cohorte “Seguimiento Universidad de Navarra” (SUN) es que los beneficios se mantenían incluso con consumos de 4-6 tazas de café al día y estaban especialmente presentes en las personas más mayores, donde la mortalidad se produce fundamentalmente por patologías crónicas. Cuanto mejor se controlaban las posibles explicaciones alternativas a la causalidad, más clara quedaba la asociación inversa: a más café, menor mortalidad total”.
Para la especialista, no hay riesgo de que el estudio se vea afectado por el problema de los exconsumidores enfermos, personas que abandonan el café por tener ya una enfermedad previa: “Nada sustenta que se hubiese dado tal efecto del exconsumidor enfermo, ni que hubiese una autoselección de consumidores de café inicialmente sanos, sino que, más bien, sucedía al contrario. Este efecto cuenta con plausibilidad biológica y no se explica por un solo componente. El café es una mezcla compleja de sustancias y entre ellas muchas tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias muy interesantes, y parece lógico pensar que actúen en sinergia”.
Miguel A. Martínez-González, autor del libro “Salud a Ciencia Cierta” (Planeta, 2018) e Investigador Principal de la cohorte SUN, señala que “a veces se nos puede achacar que, cuando defendemos una dieta o unos hábitos saludables, parece que le estamos quitando a la gente todo lo que les gusta. No es así. Hay muchas personas a las que el café les encanta. Los datos son sólidos y se conocen ya a ciencia cierta.”
La investigación se une a otras 200 publicaciones ya producidas por la cohorte SUN, que está en marcha desde 1999 y ha sido financiada desde el Instituto de Salud Carlos III.
Los coautores son A. Navarro, M.A. Martínez-González, A. Gea, G. Grosso, J.M. Martín-Moreno, E. López-García, N. Martín-Calvo y E. Toledo.
Fuente: Universidad de Navarra
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