Un estudio reciente, en el que ha intervenido la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en España, ha evaluado la eficacia que tienen varios fármacos, que se utilizan para retrasar el deterioro cognitivo de pacientes con alzhéimer, en la mejora de las alteraciones cognitivas que presentan los pacientes con esquizofrenia. Mediante un análisis de nueve ensayos clínicos llevados a cabo a nivel mundial, los investigadores han determinado una serie de mejoras metodológicas para el estudio de fármacos que garanticen la recuperación funcional de estos pacientes
La esquizofrenia es una enfermedad mental grave, crónica y que implica una serie de síntomas. Se trata de una de las causas más importantes de discapacidad a nivel mundial. Está probado que diversos síntomas de esta enfermedad, como los delirios y las alucinaciones, tienen un tratamiento muy adecuado con antipsicóticos, y se consigue que la sintomatología remita. Sin embargo, los pacientes tienen muchas dificultades a nivel social y funcional, es decir, “los pacientes tienen serias dificultades para desarrollar actividades de la vida cotidiana desde el propio aseo o llevar sus finanzas, hasta mantener una red social estable, tener pareja y mantener un trabajo. Y esto carece de tratamiento”, explica la doctora en psicología Arantzazu Zabala, especialista en neuropsicología.
A partir del año 2000, explica Zabala, una de las autoras del nuevo estudio, “se puso de manifiesto que son las alteraciones cognitivas las que más se correlacionan con los déficits funcionales, y desde entonces la comunidad científica está desarrollando un amplio abanico de intervenciones para suplirlos, entre las que se encuentran los potenciadores cognitivos: unos fármacos, que añadidos al tratamiento habitual, el tratamiento antipsicótico, podrían revertir o mejorar en alguna medida las alteraciones cognitivas que presentan los pacientes”.
En el nuevo estudio, llevado a cabo por investigadores de la UPV/EHU, de la Universidad de la Rioja, del BioCruces Health Research Institute y Cibersam (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental), todas estas instituciones en España, se han analizado nueve ensayos clínicos, de nivel mundial, llevados a cabo en pacientes esquizofrénicos con tres fármacos inhibidores de la acetilcolinesterasa, muy eficaces en la mejora de los déficits cognitivos en pacientes con alzhéimer (el donepecilo, la galantamina y la rivastigmina). Según explica la investigadora, “hoy en día no hay evidencia suficiente para poder recomendar los inhibidores de acetilcolinesterasa como un potenciador cognitivo para pacientes con esquizofrenia”. De hecho, en este metaanálisis se han puesto en evidencia múltiples limitaciones de los nueve ensayos analizados, y han propuesto una serie de mejoras que se deberían aplicar en este tipo de estudios.
Con todo ello, la doctora Zabala se muestra optimista: “Queda mucho trabajo por hacer, pero va en buena dirección”. La investigadora afirma que los ensayos analizados “son trabajos originales, son de los primeros, pero a fecha de hoy las dianas terapéuticas se han ampliado mucho. Nuestro trabajo hace un llamamiento a que los estudios necesitan una calidad metodológica suficiente para poder garantizar la eficacia de los compuestos”. En ese sentido, la investigación llevada a cabo por el equipo de la UPV/EHU propone una serie de mejoras para este tipo de estudios, que la comunidad científica debería tener en cuenta “para que además de demostrar la efectividad de un fármaco sobre la funcionalidad del paciente, se estudien aspectos como la seguridad y tolerancia del mismo”, concluye Zabala.
La investigación ha sido llevada a cabo por profesores e investigadores del área de Psiquiatría del Departamento de Neurociencias y Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, en colaboración con investigadores de la Universidad Internacional de la Rioja. Varios investigadores autores del presente trabajo participan en el Cibersam (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) y pertenecen al BioCruces Health Research Institute.
Fuente: UPV/EHU
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