A pesar del Aislamiento social, preventivo y obligatorio (Aspo), por la pandemia de Covid 19, que obligó a buena parte de la población a permanecer en sus casas durante más de nueve meses, durante todo el año se aprenden buenos hábitos de salud, aunque en numerosas oportunidades es difícil ser consistente con ese cambio. “A veces sucede que nos proponemos como meta el formar un nuevo hábito, para encontrarnos no haciéndolo luego, más allá de que seamos conscientes de que es para nuestro bien”, afirmó a AIM la licenciada en Psicología Mailén Barreto Buthay.

Es común y normal que todos tengamos sueños y esperanzas. Y la mayor parte de las veces, tenemos al menos una idea general de cuáles son esas metas: la forma en que queremos que luzcan nuestros cuerpos y la buena salud que queremos disfrutar, el respeto que queremos conseguir de nuestros colegas y el importante trabajo que queremos crear, las relaciones que queremos con nuestras familias y amigos y el amor que deseamos compartir.

En diálogo con esta Agencia, la psicóloga afirmó que “en general, esto es algo bueno, dado que tener metas te da una sensación de dirección y propósito. Sin embargo, hay una forma en la que tus esperanzas y sueños te sabotean e impiden que seas mejor, y es cuando tus deseos te direccionan a abarcar con más cosas de las que realmente puedes. Por ejemplo, te inspiras al arrancar el programa y vas al gimnasio, pero te ejercitas hasta el cansancio, por lo que necesitas los próximos tres meses para recuperarte”.

Además, explicó que “esto sucede porque dejamos que nuestras motivaciones y deseos nos lleven a intentar resolver todos nuestros problemas de una sola vez, en lugar de empezar poco a poco con una nueva rutina. Debemos empezar a comprender que los sueños que tenemos son muy distintos de las acciones que nos llevaran a ellos. La pregunta que surge es….¿cómo balancear entre nuestros deseos de hacer transformaciones que cambien nuestra vida, con la necesidad de crear hábitos pequeños y sostenibles?”.

Soñar en grande pero comenzar en pequeño
Si de verdad queremos hacer un cambio significativo tenemos que empezar en pequeño. “Pensemos en los típicos hábitos que realizamos a diario, tanto los buenos como los malos: Lavarte los dientes. Ponerte el cinturón de seguridad, Morderte las uñas. Estas acciones son lo suficientemente pequeñas como para que ni siquiera pensemos en ellas. Simplemente las hacemos en automático. Son pequeñas acciones, que en un primer momento te debías esforzar para concretarlas, pero luego se convirtieron en patrones consistentes”.

Para la licenciada, “la estrategia típica y común cuando se pretende lograr un cambio es sumergirte en lo profundo cuando recibes la dosis exacta de motivación, sólo para fracasar rápidamente y desear que tuvieras más voluntad mientras que tu nuevo hábito se hunde. La nueva estrategia es entrar a la orilla y poco a poco irte a lo profundo, de manera que llegues a un punto en el que puedas nadar, estés o no motivado”.

“Para lograr esto es importante que nos enfoquemos en el estilo de vida y no en el cambio de vida. Por ejemplo, perder 20 kilos sería un cambio de vida, ahora, beber ocho vasos de agua al día es un nuevo estilo de vida, y en eso es en lo que nos tendríamos que enfocar”.

Las metas de vida son buenas porque brindan dirección, pero también pueden engañarte y hacerte tomar más de lo que puedes lidiar. Los hábitos diarios (pequeñas rutinas repetibles) es la forma en la que puedes convertir grandes sueños en realidad.
De la Redacción de AIM.