No poder establecer límites puede transformarse en un gran problema, ya que son nuestra manera de auto preservarnos, de protegernos. Si no podemos poner límites con los demás y con nosotros mismos, entonces no hay barrera que pueda separar lo saludable de lo dañino. En este artículo hablaremos acerca de la importancia de decir no y sobre los tres pasos que puedes seguir para dejar de sentir culpa al intentar hacerlo.
La palabra “no” tiene una connotación negativa. N, significa un límite. Significa “hasta acá puedes llegar”. Para muchas personas es todo un desafío poder decir no e incluso puede aparecer una especie de culpa paralizante cuando se lo intenta expresar.
No poder establecer límites puede transformarse en un gran problema, ya que son nuestra manera de auto preservarnos, de protegernos. Si no podemos poner límites con los demás y con nosotros mismos, entonces no hay barrera que pueda separar lo saludable de lo dañino.
En este artículo hablaremos acerca de la importancia de decir no y sobre los tres pasos que puedes seguir para dejar de sentir culpa al intentar hacerlo.
Los límites y la culpa
Los límites son necesarios. No sólo para nuestra supervivencia, sino que también ofrecen múltiples beneficios:
Los límites nos permiten tomar las riendas de nuestra vida. Podemos hacernos responsables de nuestras decisiones, de lo que sí queremos y de aquello que no.
Nos ayudan a establecer reglas sanas para relacionarnos: Son una forma clara de comunicar qué tipo de relación queremos establecer con alguien, que cosas se permiten y que cosas no.
Pueden aumentar nuestra autoestima: establecer límites es demostrar que sentimos respeto por quienes somos y nos permite sentirnos autónomos en nuestras propias decisiones.
Sin embargo, a pesar de todos sus beneficios, establecer límites no resulta una tarea sencilla para todo el mundo. Existen muchos mitos acerca de los límites y estas creencias pueden impedir que los apliquemos en nuestra vida.
Colocar límites no tiene que ver con decir lo que pensamos sin ningún filtro o sin importar la opinión de la otra persona, tampoco se trata de gritar o usar la agresividad cuando algo nonos gusta.
Como mencionamos al comienzo, un límite permite nuestra autopreservación y nuestra protección. Aprender a establecerlos de la manera correcta facilita enormemente nuestras relaciones interpersonales y eso es algo que se aprende con la práctica.
Si el límite cumple la función de protección, ¿por qué aparece la culpa al ponerlos en práctica?
La culpa aparece cuando alguna de las normas que rigen nuestro funcionamiento interno es transgredida. Todas las personas tenemos reglas y normas internas que guían nuestra conducta, podemos hablar de ellas como “reglas verbales”, las hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Es decir, son creencias de que, si actuamos o no, de una manera determinada, pasará algo específico. Por ejemplo: “si hago esto, obtendré esto.”
Pero ¿qué pasa cuando lo que aprendimos es disfuncional para nuestra vida? ¿Qué sucede si aprendí que poner límites es no amar lo suficiente o es ser mala persona?
Es justo allí donde aparece la culpa.
Si creemos que amar o querer a otra persona tiene que ver con una predisposición incondicional y sin límites, entonces cuando digamos “no puedo” o “ahora no”, nos vamos a sentir culpables, porque hemos transgredido aquella norma.
Siempre es posible re-aprender
Para dejar de sentir culpa, va a ser necesario evaluar nuestras creencias acerca de nosotros mismos y la puesta de límites. Por eso queremos compartirte 3 pasos para lograrlo:
Trabaja en tu autoconocimiento:
Para dejar de sentir culpa al establecer límites, es fundamental comenzar por conocerte a ti mismo. Hacerte a tí mismo preguntas sobre tus valores, tus necesidades y tus límites personales puede ser útil (Por ejemplo: ¿Cuáles situaciones me hacen sentir bien y cuáles no?)
Cuanto más te comprendas, myor seguridad sentirás al establecer y comunicar esos límites al resto.
Identifica tus creencias disfuncionales sobre el amor:
La culpa al establecer límites a menudo está relacionada con creencias disfuncionales o mitos sobre lo que significa amar o cuidar a alguien. A veces es necesario priorizarte, permitirte un tiempo en soledad, o simplemente decir: “no quiero.” El no estar disponible el 100% para los demás no significa que tu amor por ellos sea menor.
Pregúntate si estas creencias son realistas y saludables o si te están limitando en tu capacidad para establecer límites necesarios.
No le temas al conflicto:
Entender que el conflicto es una parte natural de la vida y las relaciones es necesario para superar la culpa al establecer límites. A veces, las reacciones de las demás personas no son las que esperábamos porque ellas también pueden tener creencias disfuncionales acerca de los límites.
Aprende a manejar el conflicto de manera constructiva y a comunicar tus límites de manera asertiva sin temor a confrontar. El conflicto bien gestionado puede llevar a una comprensión mutua y a relaciones más saludables en el largo plazo.
No es fácil establecer límites saludables ni decir no sin sentir culpa de un momento a otro. Si hemos funcionado bajo ciertas normas durante años, va a tomar un tiempo establecer las nuevas y priorizarlas. Sin embargo, se trata de practicarlo cuantas veces sea necesario, hasta que un día finalmente, la culpa desaparezca.
Establecer límites es necesario y deben ser una prioridad para nuestro autocuidado.
Fuente: psimammoliti.com/
Dejá tu comentario sobre esta nota